* Violencia, proceso electoral, recesión: retos que parecen insalvables
* Urge recobrar la serenidad y apostarle a políticas de Estado realistas
 México cierra el año 2008 con más nubes negras que cielos claros, afrontando la oleada de violencia más dramática, por mediática, pues esta historia de sangre y muerte comenzó en el 2007 y no lleva trazas de parar. Estamos a punto de inaugurar un nuevo ciclo de tiempo y, a la violencia de la guerra contra el narcotráfico y las bandas del crimen se suma ahora la recesión económica, que aún no ha sido asimilada por los estrategas y operadores de la política económica, no obstante que ya amplísimos sectores de la economía la están padeciendo, particularmente las medianas, pequeñas y microempresas, pues la demanda de bienes y servicios se deprime rápidamente. Este diciembre, por ejemplo, los comerciantes no han hecho el agosto de años pasados, y muchos registrarán fuertes descensos en sus ventas y hoy por la noche no habrá, más que en muy pocas familias, el pavo tradicional de Navidad y menos otros lujos, porque, como acostumbran decir en mi datcha, en lenguaje apocopeado: "caso hay".
Algunos de los que pronostican dicen que a las puertas del país está la recesión. Sin embargo, ésta se instaló ya desde que los compradores estadounidenses, las grandes automotrices, principalmente, comenzaron a cancelar pedidos de autos y autopartes producidas en México porque la demanda de vehículos se cayó desde hace varios meses en el mercado del norte. Las grandes automotrices instaladas de este lado del río Bravo afrontan ya severos problemas, pues sus inventarios están paralizados en sus bodegas y tendrán que tomar medidas severas, como ampliar los periodos vacacionales para sus empleados y obreros o cerrar por tiempos premeditados, en espera de que las políticas keynesianas que intenta poner en práctica el gobierno estadounidense surtan efectos positivos y se reactive el consumo del país más consumidor del mundo.
Simultáneamente, y en contrasentido con las leyes del mercado, la inflación en México se está disparando aun en aquellos productos en los que el país aún lleva las de ganar y el poder adquisitivo de la gente se ha deteriorado preocupantemente. Los otrora puntos de venta masivos, como los grandes supermercados, los almacenes de autoservicio y los mercados públicos son un termómetro de esta caída de la capacidad de compra de los consumidores. Las otrora aglomeraciones de personas en las zonas comerciales desaparecieron y los niños, muchos, cientos de miles, millones no sentirán la alegría de recibir un presente del tal Santa.
"Estamos jodidos", me dijo el otro día el carnicero que me vende las viandas para la comida de la semana. Nadie compra. Mire, la carne está ahí y tendremos que salarla, secarla y guardarla para el momento en que veamos que los bolsillos de los clientes empiezan a rellenarse, pero "está cabrón". Apenas sacamos para el día.
Pero a la dolorosa situación económica hay que agregar otro desafío, éste más espectacular porque le da de comer a las grandes empresas mediáticas, particularmente a las grandes cadenas de televisión. La violencia del narcotráfico. Ya veíamos en la entrega anterior la capacidad de respuesta de las bandas del crimen al poder represivo, legítimo, del Estado, con la decapitación de nueve elementos de la defensa y seguridad del Estado. Y los narcos van por más porque su poder, aunque ha sido deteriorado de manera importante, con grandes confiscaciones de droga y armamento, detenciones de importantes capos y sicarios, estos se reproducen como la hidra y el trasiego de drogas no para y menos la confrontación con las fuerzas del orden y la que los criminales se dan el lujo de agregar, la que se da entre ellos por venganzas, por control de territorios, por deslealtades y porque su poder financiero apenas ha sido arañado y sólo se les ha quitado un pelo como el dicho aquel de arrancarle sólo un pelo al gato.
Y las circunstancias se complican. 2009 será un año muy agitado electoralmente, pues se celebrarán las campañas políticas y las elecciones para renovar las 500 curules de la Cámara de Diputados, en las que los partidos políticos (el Partido de Acción Nacional, el Revolucionario Institucional, el de la Revolución Democrática y el Frente Amplio Progresista), que ya no tengo ni la más remota idea si son de derecha, de izquierda o del inexistente centro democrático, tendrán que estar alertas de que no se les meta el poder del narcotráfico en sus cuentas bancarias con las que financiarán sus campañas. Además, este proceso electoral se dará en medio del escepticismo y la incredulidad, y la desconfianza del electorado debido a promesas incumplidas, particularmente en lo que se refiere a la creación de fuentes de empleo y la inseguridad en que viven las familias particularmente en los territorios controlados por las bandas criminales. Puede ser un año trágico 2009 si no se concretan políticas de Estado inteligentes, astutas, congruentes y sobre todo se no se recupera la serenidad en los altos cuadros gubernamentales, aceptando con realismo las cosas que no se pueden cambiar por el momento y cambiando las que sí se pueden, como es la corrupción y la impunidad, en donde toma una fundamental relevancia la Operación Limpieza para erradicar la infiltración del crimen en las estructuras gubernamentales y en las corporaciones policiales. Un buen éxito de esta Operación significaría un avance muy importante para afrontar las circunstancias político electorales de 2009.
Pero mejor veremos y diremos, como acostumbra decir mi querido hermano Roberto Coello Trejo, que esta noche estará celebrando la Navidad con su familia en el puerto de Veracruz.
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