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No. 181 Miércoles 24 de diciembre de 2008

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Empecemos por el final, estamos ante la versión "reloaded" del PRI corporativo y corrupto. El mismo grupo de todopoderosos que empujó por el recambio partidista, en el 2000 y que, asustados ante la posibilidad de triunfo de AMLO, violentaron procedimientos e instituciones para imponer a FCH, los mismos usufructuarios del poder monopólico se aprestan ya a regresar a los escenarios al "viejo PRI",con el argumento de "más vale malo pero conocido". ¿Y qué mejor operador que Carlos Salinas de Gortari, el promotor financiero de muchos de ellos?
 
El PRI que aspira a convertirse en fracción mayoritaria en la Cámara de Diputados, en las elecciones del 2009, y a reconquistar la Presidencia de la República, en el 2012, es básicamente el mismo PRI que perdió en el año 2000, con una salvedad importante, que es la reconstitución del poder y la influencia del grupo de Carlos Salinas de Gortari, dentro y fuera del PRI. Pasamos a revisar, sin más, la "salinización" que embarga al PRI.
 
Conocedor como nadie de las fuerzas políticas que actúan en el escenario nacional, Carlos Salinas sabía que sólo el tiempo, el tiempo y su cordura, podían lavar la imagen de "chupacabras" con la que concluyó su Gobierno, después de los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y de Francisco Ruiz Massieu y después de haber intentado convertir a Ernesto Zedillo en un presidente pelele. En 1995 no había personaje político más desacreditado, más rechazado por el pueblo llano, que Carlos Salinas de Gortari.
 
El estudio de las transiciones experimentadas en distintos países dejan saber que los partidos y los personajes repudiados, al cabo del tiempo y tras el fracaso de sus "enterradores", son rescatados por el reconocimiento popular y hasta pueden volver a gobernar. Así sucedió en países que fueron del Bloque Socialista de Europa Central y Oriental, muchos de ellos gobernados ahora por versiones "reconvertidas" de los partidos comunistas (Polonia, Hungría, Rumania, Georgia, etcétera.). Así sucedió en nuestra América, con Alan García, en Perú; con Daniel Ortega, en Nicaragua; antes que ellos, con Joaquín Balaguer, en Dominicana; con Perón, en Argentina.
 
Carlos Salinas, desde su auto-exilio irlandés pudo seguir muchos de estos casos y seguir de cerca, también, la marcha y los reacomodos que se daban en México.
 
Cuando el ánimo festivo de la "transición democrática" dio paso al desaliento y a la desesperanza por la transición frustrada, cuando los excesos de Marta Sahagún y las omisiones de Vicente Fox alimentaban el morbo de los mexicanos, Carlos Salinas sintió el momento de regresar a su patria pero, todavía, sin regresar a la política. Algunas facturas pendientes de pago debió tener, todavía, el ex-Presidente, pues al asesinato de su hermano Enrique siguió sepulcral silencio de la familia toda, de la familia que seguía controlando con orquestal disciplina don Carlos.
 
El regreso de Carlos Salinas a la política se dio como regresan los poderosos: tras bambalinas, con harta discreción, moviendo personajes comprometidos, utilizando fortunas de otros, jugando piezas e intereses en cada encrucijada: primero ayuntó a Elba Esther y a Madrazo para ganar el PRI, luego utilizó a Beltrones para defenestrar a Elba, cuando ésta se volvió un obstáculo para la candidatura de Madrazo.
 
Madrazo, como candidato, resultaba fundamental para asegurar el triunfo del PAN sobre el PRD, en las elecciones del 2006: un candidato fuerte del PRI le hubiera quitado votos al PAN, beneficiando a AMLO. Cuando Arturo Montiel se convirtió en obstáculo de la candidatura de Madrazo, se le aplicó la "receta Ahumada-Bejarano" (20 minutos de "exposición negativa" en la red TELEVISA-TV Azteca) para acabar con él y con sus aspiraciones. Esa fue la estrategia que diseñó, que armó, que manejó y que le dio resultados a Salinas y en la que el PRI jugó un papel subordinado a los intereses de "su" grupo.
 
La manera como se sacó adelante la Ley Televisa (finales del 2005 y principios de 2006) permitió saber que Salinas estaba entero, operando a toda capacidad en beneficio de los poderosos, el reducido clan del que forma parte y que es el que controla la marcha del país desde hace más de 25 años, de acuerdo a las circunstancias políticas del momento: con y desde la Presidencia, cuando ha sido posible; sin la Presidencia o contra la Presidencia, cuando ha sido necesario. La consigna en 2006 fue cerrarle el paso a Andrés Manuel y al PRD, la ganancia subyacente fue repartir el espacio radio-eléctrico del país entre una veintena de hombres/empresa.
 
Salinas no es priísta ni lo importa en sí misma la suerte del PRI. Salinas está por encima del PRI, ha visto y ve al PRI como un instrumento que sirve a quien lo controla. Por eso le interesa, por eso se ocupa de controlarlo. Conviene recordar dos casos, muy conocidos, que resultan reveladores de la manera como Salinas ha visto y ve al PRI: uno fue en la XVI Asamblea del PRI, celebrada en 1993, en Aguascalientes. Inaugurada con "bombo y platillo" por el Presidente del CEN, Genaro Borrego. Borrego Estrada marcó en su discurso la REFUNDACIÓN del PRI como eje de los trabajos de esa asamblea y del rumbo futuro del Partido. A la mañana siguiente, en un ambiente de sorpresa que no permitió aflorar la indignación de los delegados, se supo que Borrego Estrada había dejado de ser Presidente del PRI y que el nuevo abanderado era Fernando Ortiz Arana.
 
El segundo caso ocurrió en 1994, tras la muerte de Colosio y cuando personajes de reparto (Beltrones, Gamboa Patrón, Ruiz Massieu, Fernando Ortiz Arana), que se habían acercado a la vieja NOMENKLATURA priísta, realizaban maniobras para postular a uno de los suyos como candidato del PRI a la Presidencia. Informado de este intento, Salinas ordenó a Beltrones, uno de los "conspiradores", que propusiera a Zedillo como el "candidato natural", el idóneo para suceder a Luis Donaldo Colosio. Y Beltrones lo hizo de una manera infantil, grosera: puso un video de un evento que había encabezado Luis Donaldo y en el que se refirió de manera elogiosa al trabajo y a la capacidad de Ernesto Zedillo.
 
En anterior entrega planteamos y analizamos cómo, tras las derrotas del 2000 y del 2006, el PRI se fragmentó (se balcanizó) en 32 PRI's locales. Explicamos que el PRI, como partido nacional, es un cascarón, una estructura que existe formalmente pero que, en la realidad se vale de un PODER REFLEJO, el poder que le transfieren los partidos desde los estados. Pero así, hueca y sin fuerzas propias, el membrete y la estructura del PRI nacional viene siendo utilizada por algunos personajes (Gamboa, Beltrones, Peña Nieto, Salinas) para sus fines personales o de grupo.
 
Lo que ha hecho Salinas (y lo sabe hacer de manera magistral) ha sido infiltrarse, lenta, discreta, efectivamente, en las estructuras de los PRI's estatales, a través de los líderes locales o de los grupos regionales de interés económico. Muy favorable a sus intereses y a su manera de operar, le resultó a Salinas la red de compromisos dejados en el aire por Madrazo. Salinas, a través de operadores como Manlio Fabio, los hermanos Rojas, Gamboa Patrón, y hasta Carlos Slim o Roberto Hernández, ha podido meterlos en el huacal de los intereses afines: candidaturas, dinero para campañas, tiempo en medios electrónicos, inversiones multimillonarias en los estados, recursos de fundaciones, etcétera.
 
Para que se tenga una idea precisa de la manera como se operan estos intereses, construyendo bastiones estatales al servicio de Carlos Salinas, revísese la propuesta de reforma al artículo 16 de la Ley de Radio y Televisión, la conocida como Ley Beltrones: los cuatro senadores que respaldan la iniciativa, además de Beltrones, los cuatro aspiran a gobernar sus respectivos estados, Carlos Lozano de la Torre, Aguascalientes; Rogelio Rueda Sánchez, Colima; José Calzada Rovirosa, Querétario, Raúl Mejía González, Nayarit. Una buena manera de posicionarse dentro del partido y de asegurarse recursos en abundancia para lograr, primero la candidatura y posteriormente la gubernatura, es reeditando la Ley Televisa.
 
Ahora bien, no demos oportunidad al engaño: la disputa de espacios y de reconocimientos que se da entre Beltrones y Peña Nieto es, en el fondo, una competencia por obtener el respaldo del Gran Elector, el único y todopoderoso en el PRI, que es Carlos Salinas de Gortari. Ambos personajes son figuras subordinadas a un proyecto y a una voluntad, son personajes de reparto que tendrán que "acostarse" o seguir en la brega mediática cuando así se les ordene, cuando convenga al interés del operador en jefe.
 
Beltrones es un personaje socialmente impresentable –como lo era Madrazo-, que aseguraría la derrota del PRI. Por eso Manlio Fabio Beltrones puede serle útil, muy útil, a Carlos Salinas de Gortari, en caso de requerirse un candidato del PRI con vocación de "chivo expiatorio". A Peña Nieto lo pueden desinflar de la misma manera en que lo han estado inflando: con dosis intensivas de TV.

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