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“Más rápido se coge al mentiroso que al cojo”
Refrán popular

  1. Sí, mi tío, llegó mañana, yo te llamo, llevo muchas cosas: aparatos, ropa, juguetes, para que me ayudes a venderlos, ¿cómo ves?, lo que pasa es que me dieron 1,500 dólares de bonos americanos y solamente puedo cambiarlos por mercancía, todavía me quedó un “dinerito”; ¿no se te ofrece nada de acá “del otro lado”?;  yo te hablo mañana, “nomás” llegando.
  2. Sí, “mi´jo” no te preocupes, cuenta con mi apoyo, como siempre, yo te llevo con tu tía “Meche” y con Alicia, para que puedas vender tu mercancía. No, realmente no se me ofrece nada.

 

Aunque te han llegado correos por Internet o te han platicado tus parientes y amigos acerca de los chantajes telefónicos, algunos casos bastante insólitos, otros más crueles en los que de pronto la gente se ve envuelta; los sientes distantes, los ves lejanos, los percibes como ajenos y piensas que a ti nunca te va a suceder; sin embargo, de pronto te ves inmerso en esa desquiciante experiencia. Todo parecía tan normal que no cabía ni la más mínima sospecha. Tu sobrino que vive en Texas, después de algunos años, venía a visitarte.

  1. ¿Mi tío?, ya estoy acá en Monterrey, hablé para tu casa y mi prima me dio el número de tu celular, perdóname que te llame tan temprano (9:30 hrs.) a tu trabajo, pero estoy metido en un gran problema (tu adrenalina comienza a fluir). Fíjate que me vine en avión…
  2. ¿En avión? (primera, pero ligerísima sospecha de que algo no andaba bien) ¡Pero es muy caro!, ¿no?
  3. ¡No!, me salió muy barato, incluso investigué si podía traer mercancía “gringa” en el avión y me dijeron que con las facturas y pagando el exceso de peso no habría ningún problema; pero no contaba con otra cosa. Fíjate que me traje todos mis ahorros y yo no sabía, ¡te lo juro por Dios!, que después de cierta cantidad tenía que pagar impuesto por los dólares y ésa es la razón por la que estoy detenido aquí en el aeropuerto Mariano Escobedo de la ciudad de Monterrey; de hecho me quitaron también toda la mercancía, ya les expliqué que no es “fayuca” y ya me la regresaron, pero mi dinero no, mi tío, ¡necesito que me ayudes…!
  4. ¡Ah, caray!, “n´ombre”, tu tranquilo, ¿dime cómo te puedo ayudar? (Más adrenalina y más sospechas entremezcladas con la angustia: mucho formalismo al expresarse, tu sobrino no es así, siempre está haciendo bromas pesadas, ¿se pondría a estudiar?; el viajar en avión, tan poco común en la familia; todos sus ahorros; ¿se divorciaría este “güerco” canijo?, ¿se vendría a trabajar a Monterrey con aquello de la crisis económica estadounidense? Ya te lo platicaría él de viva voz, pero como que hay algo que no encaja, el pánico comienza a posesionarse de ti.)

 

  1. Mi tío, yo no sé cómo está la “onda” de las leyes acá en México, deja pasarte el oficial que me detuvo para que él te explique… ¡Oficial!, ¡oficial!, venga por favor para que hable con mi pariente…
  2. Sí, bueno, ¿quién habla?
  3. Tomás Corona, servidor…
  4. ¿Cuál es su segundo apellido, señor Corona?
  5. Rodríguez (craso error el de proporcionar datos a un desconocido)
  6. Soy Heriberto Jara Meléndez, oficial a cargo aquí en la aduana del aeropuerto Mariano Escobedo de la ciudad de Monterrey (otra vez el formalismo, otra ligera sospecha que descartas de inmediato por la situación que está pasando “tu sobrino”). Paso a explicarle la situación de “su sobrino”. Mire, él llegó al país con mercancía diversa de Estados Unidos, pensamos que se dedicaba a la venta de mercancía importada ilegalmente, pero ya nos presentó factura de todo (otra sospecha extraña) y le regresamos sus cosas, pero hay otro problema. Él traía consigo 25 mil dólares en efectivo y no sé si usted sepa que la cifra permitida son 10 mil, y que el debió pagar impuesto en Estados Unidos por los otros 15 mil, lamentablemente no trae suficiente dinero “mexicano” (sic) para pagar la multa.
  7. ¿Y por qué no se paga la multa con los 10 mil permitidos?, preguntas ingenuamente.
  8. ¡No, señor!, ese dinero está incautado, es decir, está considerado como ilegal y no se puede tomar ni un cinco de ahí; su sobrino nos propuso lo mismo y a lo mejor podríamos hacer la transacción (otra sospecha, lenguaje demasiado culterano y demasiada cortesía para un oficial de aduana, por lo regular son unos bárbaros) pero nosotros no podemos recibir dinero, aquí en el aeropuerto hay demasiadas cámaras, usted sabe, y eso se prestaría a malas interpretaciones, tiene que pagar el impuesto con pesos mexicanos.
  9. ¿Y cuánto hay que pagar por la multa o el impuesto?
  10. Mire, déjeme aclararle, tiene usted razón, no se trata de una multa sino de un impuesto, y por los 15 mil dólares serían aproximadamente 21 mil pesos mexicanos…
  11. ¡21 mil…!
  12. Sí, hay una hoja azul que se debe llenar, allí se registra todo el hecho, se sella, se firma…
  13. ¿Allí mismo en el aeropuerto? (otra pregunta ingenua).
  14. Sí, aquí tenemos una pequeña oficina de hacienda para resolver este tipo de casos…

Aunque la conversación con el “oficial” te produjo también una sensación de extrañeza, lo relevante continúa siendo la situación de tu sobrino y pides hablar de nuevo con él.

  1. ¿Puede pasarme a “mi sobrino” de nuevo, por favor?
  2. Sí, mi tío, dígame…
  3. “Mi´jo”, va a ser un poco difícil conseguir tanto dinero, déjame hablar con el resto de la familia a ver si lo podemos conseguir… ¿Nos puedes esperar?
  4. Sí, hasta ahorita me han tratado muy bien aquí, no creo que me hagan nada, es más, se me pasaba decirte que ya hablé con “derechos humanos” (¿?) y me dijeron que si no traía dinero, con pagar el 50% del impuesto de los dólares era suficiente, sólo necesito pagar 10 mil quinientos pesos, ojalá y puedas conseguirlos y no te preocupes, yo se los pago en ese mismo rato que me den mi dinero. ¡Chin…! No sé para qué me lo traje todo, o lo hubiera cambiado a pesos mexicanos, pero no, no se me ocurrió…

 

Esta última cuestión también se te hace muy rara, pero decides seguir adelante, la libertad de tu sobrino está en juego.

  1. ¿Traes celular?, ¿a dónde puedo llamarte?
  2. “Péreme”, mi tío… ¡Oficial!, ¿cuál es el número de aquí? Ahí le va, mi tío… 047219831623, me dicen que es la extensión 3756
  3. Ok, ya lo anoté, al rato te marco…

 

Pides permiso de salir en el trabajo y el amor filial te mueve hacia la resolución del grave problema familiar. Comienza el vértigo, objetivo: conseguir 10 mil quinientos pesos para rescatar al “sobrino” preso. La tía “Meche”, la prima Ruth, el sobrino “Pepe” que está ahorrando “lana” para comprar un coche, ¡él nos va a sacar del apuro! Mientras tanto en tu casa se recibió otra llamada del “sobrino” detenido, por la familiaridad, uno de tus hijos comienza a darle números telefónicos de los parientes para que pueda localizarte (otro gravísimo error involuntario).

Cuando te diriges a casa de la tía “Meche”, tu celular comienza a quedarse sin batería, ¿mala suerte?, ¿providencia? Recibes una desconcertante llamada de uno de tus hijos:

  1. ¿Papá, dónde estás?
  2. Voy a casa de tu tía para conseguir el dinero…
  3. ¡Ni te muevas!, ¡ni se te ocurra ir al aeropuerto y mucho menos depositar dinero! ¡Es un fraude! La prima… (se corta la línea. ¡Maldita sea, qué nervios!)

 

Llegas desbocado a casa de la tía “Meche”, quien te recibe histérica y llorosa, ella y sus hijas te abrazan fuertemente.

  1. ¡Qué bueno qué estás bien! Ya te hacíamos en el aeropuerto, secuestrado o muerto. Nos preocupamos mucho cuando habló Elisa, fuimos a buscarla a la secundaria y cuando nos dijo que venías para acá nos venimos volando con el temor de no encontrarte. Ya ves, con tanta “chingadera” que está pasando uno no sabe ni qué hacer, a ti te conoce mucha gente y la envidia es “cabrona”, ¡qué bueno que estés bien! ¡Es puro pedo lo del detenido!, a Lolita “se le prendió el foco” y se puso a investigar…
  2. Sí, ya me avisaron, pero se cortó la llamada, estoy muy asustado y desconcertado, tía.

 

La angustia compartida es siempre más ligera y en ese momento valoras objetivamente la importancia de la familia, de estar siempre integrados y comunicados, a pesar de las diferencias. Tu sobrina se movió rápido, le habló a todos los parientes que pudo, cercanos y lejanos, para solicitarles el apoyo económico y poder liberar a Artemio; de pronto, la cadena comunicativa se detuvo en Lolita, una prima medio “locochona” pero muy inteligente y hábil para muchas cosas. Le dijo a tu sobrina:

  1. Oye, pero si Artemio se fue hace dos años como “pasaporteado” y no puede venir porque está esperando su “residencia”, aquí algo anda mal, no creo que sea él, “pérame tantito”…

 

Y movió cielo, mar y tierra, y después de varias llamadas clave dio con la verdad. Efectivamente: el verdadero Artemio estaba muy tranquilo en su casa, con su familia, allá en Texas, preparándose para irse a trabajar. Por supuesto, él también recibió un susto mayúsculo y todo el clan familiar que vive allá. La cadena comunicativa dio reversa y ahora toda la familia estaba preocupada por tu seguridad: desconecta el teléfono, cambia el número, ni se les ocurra ir a la casa, avísenle a los muchachos, cámbiate de casa por un tiempo, ten mucho cuidado, no andes sólo, comuníquense tú y tus hijos por lo menos cada hora, no contestes llamadas del celular, ánimo, nada de temores, a echarle ganas a la vida… ¡Qué bonito se siente tener una familia como la tuya!

Hablaste vía telefónica con el verdadero Artemio, el bromista y malediciente de siempre: ¿A poco de veras te zurraste, tío?; n´ombre, son puros “cabrones” asustando a la gente decente, porque tú eres decente, ¿verdad?, te había dicho por teléfono, entre alegres carcajadas.“Güerco cabrón”, sí eres tú, le habías contestado. En casa de la tía “Meche”, una nueva llamada de un número desconocido apareció en el localizador, puso “los pelos de punta” a toda la familia congregada allí; era del cínico chantajista (tu hijo le había proporcionado el número de la tía) a quien se le iban de las manos 10 mil quinientos pesos y por supuesto que no estaba dispuesto a perderlos; pero tienes unas sobrinas bien “chingonas” y el ingenio de Ruth no se hizo esperar…

  1. ¿Quién habla?
  2. Artemio.
  3. ¿Artemio?
  4. ¿Quién es?
  5. Mary
  6. ¿Mary? ¿Mary qué?
  7. Mary Ramirez, ¿con quién quieres hablar?
  8. Con mi tía
  9. ¿Cuál tía?
  10. ¿Quién habla?
  11. Ya te dije, Mary Ramírez, ¿con quién quieres hablar?
  12. Con mi tía, mi tía Mercedes
  13. ¿Mercedes? (hacía años que nadie le dice así) No, aquí no vive ninguna Mercedes.
  14. Es que me dieron ese número.
  15. ¡Qué raro!, a lo mejor es la señora que vivía aquí, no sé cómo se llamaba, pero falleció hace tiempo en un accidente automovilístico, junto con su esposo, y yo le compré la casa a una de sus hijas.
  16. Pero es que me dieron ese número.
  17. A lo mejor es el mismo número, pues no he tenido tiempo para cambiarlo, lamento mucho no poder ayudarte.

 

“Ojo por ojo, diente por diente”, “chantaje por chantaje”, el imberbe timador ni siquiera se inmutó, cayó “redondito”, atrapado en su propia mentira. El verdadero Artemio conoce perfectamente la voz de Ruth, sabe que la tía “Meche” sigue “vivita y coleando”, y todos festejan la vivaz ocurrencia de tu sobrina. Pobre ladronzuelo miserable, su atrevimiento y pendejez quedaron al descubierto.

Más tarde, como conoce a alguien de la policía judicial, Lolita te acompañó a denunciar el hecho ante las autoridades. Allí, un policía que “pintaba canas” les explicó amablemente lo que ya intuías:

  1. No se preocupe, señor, usted fue víctima de un chantaje telefónico, desafortunadamente nada podemos hacer porque hacen las llamadas desde el interior de los penales, incluso los presos tienen permiso para portar teléfonos celulares.
  2. ¿Pero qué se puede hacer si siguen insistiendo con las llamadas?
  3. ¿Registró algún dato?, ¿algún número telefónico?
  4. Si, aquí los tengo, supuestamente era un sobrino que estaba preso y…
  5. ¡Ah!, es la historia del sobrino… Permítame explicarle: una persona le llama un día antes diciéndole que es familiar suyo, que viene en avión o por vía terrestre cargado de regalos o de cosas de Estados Unidos para vender; luego le llama al otro día diciéndole que tuvo un problema, que chocó o que fue detenido y que necesita cierta cantidad de dinero para que lo liberen, ¿no le pidieron que depositara en una cuenta?, porque eso hacen regularmente y mucha gente se “paniquea” y lo hace; hay otras versiones un poco más creíbles pero tampoco son ciertas ; la del marido secuestrado, la de la hija raptada que grita por el celular, la del hijo que atropelló a alguien y está detenido… Pero no hagan caso, son historias falsas muy bien armadas, para extorsionar a la gente.

 

Te quedas estupefacto, aquel sujeto de la comandancia te había contado una historia muy semejante a la que tú apenas le ibas a contar; ¿hasta dónde llega el límite de la maldad y la perversidad humanas?, ¿cómo puede una persona, aunque esté presa, prestarse a semejante vileza e inmoralidad?, ¿por qué dañar con tanta alevosía a gente inocente?

  1. Pero, ¿no se pueden rastrear los números telefónicos?, este chantajista usó por lo menos tres.
  2. Es muy difícil, en los penales grandes como el de Guadalajara hay más de dos mil internos y no tenemos la posibilidad económica para desplazarnos hasta allá e iniciar una investigación. ¿Me muestra los números telefónicos por favor? Este número es del D.F., este otro creo que de Coahuila y este celular es probable que haya sido registrado en Guadalajara. Parece increíble pero así es, lo que estamos haciendo es enviar cada semana estos números a los distintos penales para que los investiguen y créame, a veces son cientos y casi nunca dan con ellos. Por cierto, aquí arriba tengo algunas grabaciones de llamadas telefónicas, incluso la del “sobrino preso”, ¿quieren oírla?
  3. No, muchas gracias, con la angustia vivida el día de hoy es más que suficiente y ya no quiero pasar de nuevo por esa amarga experiencia…

 

Inconforme e insatisfecho, te retiras de la comandancia después de dejar tus datos, a sabiendas de que tu denuncia no procederá, de que no se puede hacer nada y avanzas por la calle entre los abrazos solidarios de tus familiares desconcertado por la realidad que se repliega ante tus propios ojos y te rebasa; ¿en qué perro mundo estamos viviendo?, ¿qué sentido tiene denunciar a estos timadores profesionales si ya están encarcelados?; ¿la propia policía estará también coludida con estos tipos?; ¿volverán a llamarte?; ¿y si todo era una trampa para secuestrarte?; ¿si te hubieran asesinado?

El calor vespertino evapora tus pensamientos pero no puedes evitar la terrible sensación de inseguridad que te ahoga, y te aguantas las ganas de que las lágrimas a punto de brotar descubran tu miedo.

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