649 19 octubre 2010 |
MI FILIA POR LA FIL Las Jornadas de un nuevo club de Toby Bernardo Fernández dice: ¿Cómo no tener miedo? En México ya llevamos treinta años desde que todo se está derrumbando. J. M. Servín agrega: Pero esto de la crisis no tiene 30 años. Tiene más. México ya no es un país a punto del abismo. Ya se despeñó. Por eso escribir en un país como el nuestro, es una actividad marginal, de seres marginales. Una transgresión desde donde se vea. En este país ser lector es un acto de resistencia contra el poder. Los escritores se están convirtiendo en voceros de una sociedad para encontrar respuestas en este horror. Por eso la violencia y la ignorancia son los derroteros de nuestra sociedad. Rodrigo Pámanes, uno de los organizadores que en su rancho lo conocen, pide la palabra, saca su libretita Moleskine, y se echa un rollo sobre la violencia y unos conceptos al puro estilo de estudiante de Filosofía y Letras. Bernardo Fernández lo interrumpe para decir que de los poetas malditos, Baudelaire es el padre de la contracultura. -De la contracultura moderna –lo interrumpe J. M. Servín-, porque antes está Caín. -Caín sería el padre de la cultura misma –aclara Bernardo Fernández, quien para concluir confiesa su sorpresa al saber que en Cuba está censurada la novela 1984, de George Orwell. La segunda mesa fue la presentación de Viajeros, una antología de ciencia Ficción mexicana, realizada por Bernardo Fernández. De nuevo el mentado Rodrigo Pámanes se sienta en la mesa, ahora para presentarlo. El acabose es cuando el joven anfitrión le dice al antologador: Lo padre de la ciencia ficción, es que este tipo de cosas las lee cualquiera, hasta un niño o alguien que nunca ha leído. ¿Este tipejo no se ha topado con ciencia ficción extremadamente científica o con la obra de Stanislaw Lem? ¿Nunca pensó que esa manera de lloriquear que los círculos de ciencia ficción no son seriamente vistos por los clubs de Toby literarios, en realidad lo convierte a él y al otro organizador en un club de Toby de la ciencia ficción en Monterrey? Para acabar, en la misma sala se encontraba un amigo reportero de un periódico. Él sólo anotaba en su libreta. Yo, que ingenuamente alcé la mano un par de veces para dar una opinión simplemente era ignorado.
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