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30 Agosto 2011
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FRONTERA CRÓNICA
Toque de queda
J. R. M. Ávila

Monterrey.- Antes de ir a dormir, te asomas por la ventana y notas algo diferente esta noche. No es como las otras en las que el ir y venir de vehículos no se detiene, en las que el ruido de motores y claxonazos nos han acostumbrado a redefinir lo que entendemos por silencio.

Alguien te ha dicho hoy por la tarde que los soldados, mientras patrullan el área metropolitana, conminan a quienes trasnochan por las calles a recogerse a sus casas; y aunque lo escuchaste con displicencia, sus palabras te ayudan justo ahora a entender la avenida desierta, el casi olvidado silencio que todo lo mantiene en suspenso.

Te quedas de pie, mirando la noche estacionada en medio de la avenida, recordando vehículos que conducen soldados con máscara, vehículos militarizados que no respetan tu carril y se te echan encima, vehículos que ignoran semáforos en rojo aunque no les corra prisa, vehículos que se la pasan gastando combustible, patrullando lugares en que no es necesaria su presencia.

Como si te asomaras a otro mundo, recuerdas muertes por ahorcamiento, por decapitación, por fusilamiento, por incineración, y no puedes menos que preguntarte dónde estaba este ejército cuando el otro ejército, el de víctimas, lo necesitó. Lejos, por supuesto, como si supiera exactamente dónde no estar en aquellos instantes.

Es difícil pensar en la paz, en la tranquilidad, cuando vas a una tienda y hay soldados, cuando vas por la calle y al verlos pasar procuras alejarte de ellos para que no te confundan y te disparen, para que no sospechen de ti y te hagan pasar por otra persona.

Qué diferente es esta noche de aquellas otras en que la oscuridad permitía ver detenidamente el firmamento, y las estrellas y la luna ayudaban a construir un poco de paz después del trajín del día y a olvidar todo vestigio de desasosiego.

Este silencio es tan insólito que resulta sospechoso. Parece que se vive un toque de queda no declarado pero sí impuesto. ¿Quién puede ocuparse del firmamento cuando hay anclas de miedo en el ambiente?
Para tu mala fortuna, cuando crees que todo se encuentra en calma y empiezas a conectar cosas, como lo haces esta noche, te das cuenta de que has edificado en el error y no sabes cómo dar marcha atrás.

En fin, mañana será otro día (tal vez peor).

 

 


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  © Luis Lauro Garza Hinojosa