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971 13 Enero 2012

EL CRISTALAZO
Admiración y cooptación
Rafael Cardona

C
iudad de México.-
En diciembre del año 2010, en el Salón López Mateos de la residencia presidencial, Felipe Calderón abrió su pecho y reveló una de las fuentes inspiradoras de su trabajo ejecutivo: la actitud social de Isabel Miranda de Wallace, quien orgullosa lucía en su pecho la medalla de los Derechos Humanos, otorgada por el Estado mexicano.

Todos aplaudieron el espontáneo homenaje. En aquella ocasión la agencia oficial de noticias, Notimex, divulgó este sentido despacho:
“Acompañado por su esposa, Margarita Zavala; por el secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora; y por el titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Raúl Plascencia; el presidente Calderón destacó que Isabel Miranda de Wallace es ‘fuente de inspiración’ de él y de millones de mexicanos…

“…Pidió a la señora De Wallace, quien sufrió el secuestro y asesinato de su hijo Hugo Alberto y realizó personalmente la investigación que llevó a la captura de los responsables, ‘que siga presente y siga vivo su testimonio, su fuerza, su ímpetu’.

“Estoy seguro que con ello, que con su fuerza y con la de otros ciudadanos igualmente comprometidos en este esfuerzo, terminaremos a final de cuentas transformando a México, transformando sus instituciones y logrando el México que queremos”, enfatizó.

Y el miércoles, por fin, se halló la forma de aprovechar políticamente y en favor del Partido Acción Nacional, cuya presencia en el DF es menor (tres delegaciones); de la manga del ilusionista salió la candidatura para el gobierno de la ciudad de México.

“Dedazo”, lo llamó  Crónica en su primera plana de ayer. Cooptación, lo llamaría yo.

Cooptar, dice el diccionario de la Real Academia (por no citar otro): “Llenar las vacantes que se producen en el seno de una corporación mediante el voto de los integrantes de la misma”.

Sin  embargo en política se le ha dado el sentido de aprovechar a quien en algún momento ha sido crítico, o aun opositor. Una especie de asimilación aprovechada.

En esas condiciones la maniobra podría resultar interesante, sobre todo por el respeto generalizado en favor de Doña Isabel, derivado de su tenacidad en busca de la justicia contra quienes secuestraron y mataron a su hijo.

Los señalamientos de la señora Miranda de Wallace en cuanto a la inconveniencia o insuficiencia de la reconstrucción del sistema de justicia en este país y por tanto los resultados de la guerra (aun cuando Alejandro Poiré, el secretario de Gobernación, no acepte esta palabra), ya no podrán ser presentados en el nombre de la sociedad civil.

En el mejor de los casos pasaría de la crítica a la autocrítica, pues asimilada, habilitada, cooptada, o como sea, la señora Miranda (si acepta la nominación) representará en lo futuro al Partido Acción Nacional.

Muchos han aplaudido no el procedimiento (Demetrio Sodi fue el primero en pegar el grito en el cielo y salir a anunciar ─¿denunciar?─ la decisión de su partido); pero otros hemos considerado la designación más allá del oportunismo y lo hemos anunciado como una estrepitosa derrota.

Isabel Miranda, desde la trinchera de la sociedad civil, siempre ha sido una voz respetada y necesaria. Insertada en la estructura de un partido, atada por los compromisos internos y requeridos de satisfacer cuotas internas de poder, perdería lo más valioso: su independencia, su autonomía, su clara palabra. Su testimonio, su fuerza y su ímpetu (valores destacados por FCH) ya no serán suyos. ¿Y si gana?, me dijo alguien de notoria proclividad panista.

Pues si gana, le dije, como León Felipe, rompo mi viejo violín y me callo.

Duarte
El gobierno de Veracruz ha dado un paso audaz: ha internacionalizado el análisis de los problemas de seguridad en el Estado. Ha dicho ahí el gobernador Xavier Duarte: “Claro que la respuesta del poder público y la sociedad, para enfrentar la violencia que se padece en el país, debe ser integral. Es decir, combatir la pobreza, ofrecer oportunidades de educación, empleo, así como buscar la cohesión social”.

“De esta forma atacamos los efectos, pero también avanzamos en erradicar las causas".

Navarrete
La “declinación” de Carlos Navarrete en favor de Alejandra Barrales ha sido una apuesta arriesgada, pero no tanto. El senador se tiró una moneda al aire. Su candidatura era absolutamente inviable, y lo dije públicamente.

No había dicho la razón, pero lo digo ahora: Andrés Manuel no lo soporta y Marcelo no lo quiere.

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La Quincena Nº92

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