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987 6 Febrero 2012

ANÁLISIS A FONDO
Democracia engañosa
Francisco Gómez Maza

Linda palabra metafórica
Un engaño de los políticos

C
iudad de México.-
Los mexicanos están viviendo, de ahora al mes de julio, otro capítulo de la telenovela de la fantasmagórica “democracia”. Ayer, por ejemplo, los panistas fueron a las urnas a elegir “democráticamente” a quien los “representará” en las “elecciones” presidenciales del primero de julio venidero.

Los priístas y los izquierdistas cayeron ya en el garlito. Tienen ya a sus candidatos: Enrique Peña Nieto, producto plástico de la mediática televisada. Andrés Manuel López Obrador, del revanchismo disfrazado de “amor”.

Pero en este reality show todo es engañoso.

Lo explica mejor el doctor Clemente Valdés Sánchez, maestro en las más prestigiosas universidades de Europa:

El engaño con el que unos cuantos hombres y mujeres, en los tiempos modernos, se han adueñado del poder político reside en que han logrado hacerles creer a sus pueblos que la democracia son las votaciones para elegir a una persona o a un grupo de individuos para que estos gobiernen.

La idea central en algunos países es que eso es una democracia, porque los ciudadanos le han trasferido su poder original a los individuos escogidos por ellos. En otros, el argumento central es que, aunque sean unos cuantos los que gobiernen, el gobierno es democrático porque quienes gobiernan lo hacen por un mandato como representantes de los ciudadanos, por el cual se dice, como en los cuentos de hadas, que “es la población la que gobierna a través de esos representantes”, lo cual puede ser una metáfora, una linda frase o una buena expresión de mercadotecnia, pero de ninguna manera una descripción de algo que realmente acontezca en la realidad.

La trampa es muy sencilla:

Se trata simplemente de un cambio en el uso de las palabras, por el cual el gobierno de un dictador o de un presidente autócrata con poder total, siempre que sea aceptado por el pueblo, es un gobierno democrático, aunque sea el gobierno de un solo hombre.

Para que el engaño funcione, los hombres y las mujeres que se adueñan y se atribuyen poderes de la población, y que tienen el dominio sobre sus pueblos, establecen, como en cualquier otra oligarquía, varios “principios” para implantar lo que llaman “la representación política”.

Se trata de expresiones increíbles que muestran la facilidad con la que se puede engañar a los pueblos; la “prohibición del mandato imperativo”, que en quiere decir que los llamados representantes no están obligados ni a expresar la voluntad de los votantes ni a defender sus intereses.

La idea peregrina de que los “representantes no representan a sus electores, sino a una nación indefinida, de la cual se desprende que esos representantes no tienen obligación de rendir cuentas a sus electores, sino en todo caso a esa nación misteriosa cuyos representantes son ellos mismos.

El “principio” según el cual no existe la revocación del mandato en materia política lo cual, en palabras comprensibles para la gente normal, quiere decir que una vez que los ciudadanos escogen a representantes que no los representan a ellos sino a una nación indefinida, los escogidos, presidentes, gobernadores, senadores y diputados, gozan, durante todo el tiempo que dure su mandato, del derecho de dominar y explotar a los habitantes, sin que en ningún caso puedan ser destituidos por quienes los eligieron.

Es a partir de esos “principios” como, usando la palabra que utilizan los hombres que en México han hecho de la política un negocio, se “blindan” las llamadas instituciones para impedir cualquier participación de la población en el gobierno.

Al día de hoy, la democracia es la palabra con la que engañosamente pretenden legitimar su poder los hombres de las distintas oligarquías, que manejan y controlan a las poblaciones, para lo cual, esos grupos insignificantes respecto de la totalidad de la población, escriben constituciones en las que falsamente representan a sus propios sistemas políticos y a sus gobiernos como sistemas o gobiernos democráticos.

La democracia aparece así como la palabra más cómoda y más usada por los hombres que han hecho un modo de vivir de su dedicación a la política. Se trata de una palabra que les sirve a todos los hombres de la política: liberales, conservadores, socialistas, comunistas. (“amorosos”) y aún muchos gobiernos monárquicos se  presentan como democráticos.

El escritor y periodista mexicano, Javier Sicilia, refiriéndose a la palabra democracia y a su uso, dijo en algún artículo reciente: “La democracia es la puta de todos”.

analisisafondo@cablevision.net.mx

 

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La Quincena Nº92

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