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994 15 Febrero 2012

Correspondencias con Esther Seligson
Eligio Coronado

Monterrey.- Los escritores viven en sus libros, pero también en los de otros, como Esther Seligson, quien es recordada por el filósofo Humberto Martínez (Monterrey, N.L., 1942) en el volumen Correspondencias con Esther Seligson*.

Seligson, escritora judío-mexicana, falleció el 8 de febrero de 2010, en la Ciudad de México. Fue autora de casi veinte libros, desde Tras la ventana un árbol (1969) hasta Cicatrices (2010), los cuales nos hablan de sus pasiones: estudiar, dar clases, escribir y el teatro.

Correspondencias con Esther Seligson incluye 8 postales de Esther (de 1974 a 1980), 7 cartas de Humberto (de 1975), 3 postales y una carta de Esther  y 3 cartas de Humberto (de 1993) y una reseña de Humberto sobre un libro de Esther (Otros son los sueños), de 1973.  

Releer esta correspondencia es una delicia por tratarse de dos espíritus afines. Los temas no se refieren sólo a la amistad, sino a los intereses que los vinculaban: arte, filosofía, educación, vida, literatura, escritores (Kafka, Rilke, Jung, Cioran, Valery, Pavese, Amin Maalouf, etcétera), y son abordados con la seriedad y profundidad requeridas, y no con el apresuramiento y la superficialidad que son obligados en el Messenger: “no acabo de tirarme por completo en este río de la vida que hoy me ocupa, con el miedo de que las aguas no sean siempre las mismas” (Humberto, p. 33), “no hay nada más difícil de ‘practicar’ que ese precepto: escoger y amar la vida para vivir, vivir por amor a la vida, por amor a uno mismo” (Esther, p. 66); “Esta sensación de ir dejando infinitos momentos de vida (…) nos agobia hasta la desesperanza y la muerte” (Humberto, p. 75).

Otra de las pasiones de Esther (Ciudad de México, 1941) eran los viajes: “Desde esta ciudad [Jerusalem] que todas las tradiciones sitúan como centro del universo, te escribo” (Esther, p. 23), “¿Cuánto tiempo más piensas vivir en París? (Humberto, p. 40), “No puedo creer (…) que no hayas respondido a mis tarjetas de Madrid” (Esther, p. 23).

¿Y la literatura?: “leo y releo mucho, en ocasiones un libro diario. Aquí conservo todo lo que tengo de literatura: poesía, novela, biografías, libros que leí de joven, algo de historia y algo rezagado de filosofía” (Humberto, p. 62), “María Zambrano en El hombre y lo divino aborda al Ángel de una manera extraordinariamente rilkeana” (Esther, p. 66), “Recordé a Meyrink y una anécdota (…): en una sesión espiritista, en el momento en que el espíritu contactado llegaba ‘del más allá’, Meyrink encendió un cerillo para verlo” (Humberto, p. 37).

Indispensables estas cartas para apreciar más la obra de estos dos autores. Humberto nunca olvida que es filósofo: “El conocimiento de uno mismo significa salir de la oscuridad, despertar, enfrentarse a la terrible división mente y cuerpo (…), a las determinaciones físicas y los anhelos espirituales” (p. 42), y Esther su interés por “el misticismo, las mitologías, los rituales, las leyendas y los antiguos misterios que también llevó a su literatura” (según ha establecido Elena Poniatowska): “Por mi parte, yo sigo tras los pasos del Ángel pero con las alas en la tierra” (Esther, p. 67).

Por cierto, como suele suceder, nadie previó que estas cartas se publicarían algún día: “Escríbeme, aunque ninguno de los dos haga de las cartas un futuro libro”, (Esther, p.59).
  
Humberto Martínez. Correspondencias con Esther Seligson. Monterrey, N.L., Diáfora Ediciones, 2011. 78 pp., Ilus.

 

 

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