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994 15 Febrero 2012

José Santos Chocano, poeta polémico
Ismael Vidales Delgado

Monterrey.- Cuando estudiaba la escuela primaria, casi todos los libros incluían algún texto o poema del peruano José Santos Chocano (1875). De aquellos lejanos días, recuerdo:

BLASÓN
Soy el cantor de América autóctono y salvaje:
mi lira tiene un alma, mi canto un ideal.
Mi verso no se mece colgado de un ramaje
con vaivén pausado de hamaca tropical...

Cuando me siento inca, le rindo vasallaje
al Sol, que me da el cetro de su poder real;
cuando me siento hispano y evoco el coloniaje
parecen mis estrofas trompetas de cristal.

Mi fantasía viene de un abolengo moro:
los Andes son de plata, pero el león, de oro,
y las dos castas fundo con épico fragor.

La sangre es española e incaico es el latido;
y de no ser Poeta, quizá yo hubiera sido
un blanco aventurero o un indio emperador.

Es una lástima que «El Cantor de América» haya llevado una vida tan cuestionable: estafador y asesino. El fin de sus días llegó cuando fue apuñalado por la espalda en un autobús.

Rubén Darío, padre y figura máxima del Modernismo, escribió en el prefacio de Alma América, la obra máxima de Chocano: Él tiene el Amazonas y domina los Andes: ¡siempre funde su verso para las cosas grandes! [...] ¿Me permites, Chocano, que, como amigo fiel, te ponga en el ojal esta hoja de laurel?

José Santos Chocano mató a Edwin Elmore Letts, en las puertas del periódico El Comercio, de Lima, en 1925; cuando Elmore lo atacó de un puñetazo, Chocano sacó su pistola y le agujeró el vientre.

Edwin Elmore Letts era escritor y amigo de José Vasconcelos, enemigo público de José Santos Chocano, a quien llamaba bufón. José Santos Chocano acusaba a Edwin Elmore Letts, de ser el   “corre-ve-y-dile” de José Vasconcelos, de vivir del dinero que su padre habría ganado traicionando a la patria.

El crimen se contó en la prensa y en varios libros, principalmente en  “Poetas y bufones”.

En México fue secretario de Pancho Villa y amigo de Zapata y Carranza, pero fiero enemigo de José Vasconcelos.

Hacia 1916 Chocano se había distanciado de Venustiano Carranza Garza y también de Pancho Villa, por lo que se refugió en Guatemala, sirviendo como secretario del temible dictador Manuel Estrada Cabrera, que en 1920 fue depuesto y Chocano encarcelado y sentenciado a muerte. En la madrugada recibió la visita de un puñado de jóvenes poetas admiradores, que encontraron a Chocano vestido de frac, tarro, escarpines y zapatos de charol, porque ─les dijo─: “¡A la muerte hay que recibirla vestido de gala!”

Pero Chocano no fue al paredón. El Papa, reyes europeos y jefes de Estado pidieron clemencia para el poeta y solamente se dispuso su expulsión.

José Santos Chocano vuelve al Perú en diciembre de 1921, dejando en Centroamérica a su esposa Margot Batres Arzu y sus dos hijos.

En 1922, el presidente peruano Augusto B. Leguía le coronó con los laureles de oro como premio a su obra poética, pero se cuidó de no contratarlo y menos de depositarle su confianza. Esta corona la empeñaría más tarde en Chile en diez mil pesos chilenos, para poder sobrevivir.

Finalmente se radicó en Santiago de Chile, donde se dedicó a estafar incautos vendiéndoles mapas que presuntamente indicaban la existencia de tesoros enterrados; incluso, enterraba monedas de poco valor para aumentar el entusiasmo entre sus compradores, que no eran pocos.

En Santiago de Chile, el 13 de julio de 1934, cuando Chocano con paso ágil y alegre subía a un tranvía para inspeccionar uno de sus proyectos, fue apuñalado dos veces en el corazón y dos en la espalda por Martín Bruce Padilla, un esquizofrénico a quien Chocano había estafado; debido a su trastorno mental, no fue juzgado y fue internado en un manicomio, donde murió en 1959.

Vasconcelos atacó a Chocano en los periódicos de la Ciudad de México, mientras Chocano hacía lo mismo con Vasconcelos en los periódicos de Lima.

El Universal, de México, publicó un artículo de Vasconcelos titulado «Poetas y bufones», en el que criticaba acremente a  Santos Chocano y éste a su vez contestó a Vasconcelos en un artículo titulado “Apóstoles y farsantes”, que remitió a La Crónica, de Lima, y a El Universal, de México.

En 1906, Chocano entra en conflicto con la cancillería peruana, que se ve obligada a cancelar sus numerosas deudas. En julio de 1907 se ve envuelto en un sórdido caso de estafa al Banco de España; por lo que se ve obligado a abandonar el país, trasladándose a Cuba, de donde pasa a los Estados Unidos de América. Y desde Nueva York escribe una carta a Rubén Darío con una postdata que lo retrata de cuerpo entero: “Olvidaba decirte que me he convencido de la inutilidad de la honradez; si yo hubiera cometido el delito que se me imputa, los mismos que hoy no lo creen lo creerían; y los que lo creyeran serían los mismos. Añoro los cincuenta mil duros, aunque es poco dinero para mí. Y conste que te lo digo con esta sangre fría de héroe o de criminal que es mi mayor gala”.

Al salir de España, Chocano había declarado a El Liberal de Madrid que se dirigía al Perú. Pero lo cierto es que radicó en Centroamérica durante más de doce años. Tras una corta y exitosa estancia en la República Dominicana, el poeta se traslada a México “a ejercer sus peligrosas artes de seductor de jefes de Estado”; iba y venía entre Guatemala, México y los Estados Unidos de América, donde en 1912 se casa con Margot Batres Arzu. Tenía 36 años y su novia guatemalteca, 21. De esta unión nace dos hijos: Antonio José, en 1913, y Alma América, en 1917.

Ese mismo año de 1912 Chocano y su esposa radican en México, entonces  gobernado por Francisco I. Madero González; al ser derrocado, y asesinado por el general José Victoriano Huerta Márquez, el poeta José Santos Chocano es desterrado, y parte a Puerto Rico.

Allí Chocano recibe una serie de homenajes y hace campaña a favor de la independencia y en contra de los Estados Unidos de América. En una gira de dos meses obtiene cinco mil dólares por recitales y conferencias.

Derrotado Huerta, retorna a México, donde se convierte en hombre de confianza del nuevo presidente: Venustiano Carranza Garza. 

Hacia 1916 Chocano se ha distanciado de Venustiano Carranza Garza y también de Pancho Villa.

Vuelve a Perú en diciembre de 1921. Allí entra en polémica con el diario El Comercio, debido a que reclama un gobierno tiránico para su país. En el congreso fracasa una iniciativa para concederle una elevada pensión vitalicia, y el poeta organiza su venganza: convence al alcalde de Lima para que lo coronen, en ceremonia cuya pompa no ha sido igualada hasta la fecha.

En 1923 Chocano se marcha a Venezuela, con el objeto de obtener dinero mediante conferencias y recitales. En Caracas seduce con su verso al tirano Juan Vicente Gómez, y al poco tiempo se convierte en el hombre de moda en la capital venezolana. Pero se da tiempo para viajar a Costa Rica y casarse con la joven Margarita Aguilar, quien lo acompañará hasta la hora de su muerte. Chocano tuvo, pues, tres esposas: Consuelo Bermúdez, Margot Batres y Margarita Aguilar. Con ella retornó a Lima.

En la capital peruana logró reunirlas a las tres, más una amante que tuvo en España. ¡Todas lo amaban!

Edwin Elmore Letts lo había calificado de “vulgar impostor”, en un artículo que iba a ser publicado en La Crónica y que llegó a leer, por lo que respondiendo a un puñetazo de Elmore lo asesina de un balazo en el vientre, en la puerta del diario El Comercio, donde se encuentran fortuitamente. Presenció el homicidio el director de diario, Antonio Miró Quesada, a quien el poeta le entregó el revólver.

En prisión, no muestra arrepentimiento. Dirige una carta abierta al alcalde de Lima, devolviéndole la corona que le ciñeran en 1922, e inicia una tenaz campaña detractora contra su víctima, calificando al padre de ésta de “traidor”, que no lo fue. El 31 de enero de 1926 pone en circulación una hoja redactada en la prisión: “La hoguera”, difamando públicamente a Edwin Elmore Letts.

Chocano estuvo en prisión dorada. En el Hospital Militar Central disponía de dos habitaciones y de baño privado, y allí llevó a Margarita Aguilar, quien estaba encinta, y dio a luz a su hijo Jorge Santos.

El proceso en el cual Chocano se mostró despectivo y altanero, tuvo ribetes de opereta. El poeta rechazó la posibilidad de un indulto, afirmando no haber cometido delito alguno, y finalmente el congreso ordenó cortar el juicio, con lo que Chocano abandonó el hospital-prisión el 10 de abril de 1927.

En torno a Chocano se hizo el vacío. Muchos le negaban el saludo. Aún así, permaneció en Lima dos años antes de partir hacia Chile, donde encontraría la muerte.

En 1928 se establece en Santiago de Chile, en una modesta casa no lejos de la Oficina Central de Correos. Apremiado por dificultades económicas gestiona con su amigo uruguayo Edgardo Ubaldo Genta una gira de recitales, que será su ilusión hasta el día de su muerte.

En 1930 decide escribir memorias y ofrecerlas con carácter exclusivo a los principales diarios de América. Diez años más tarde, muerto su autor, se publica un volumen con los capítulos que llegó a escribir.

Por su precaria economía le es imposible rescatar de la Caja de Crédito Popular la corona de oro que doce años atrás le obsequiaran los municipios de Perú. Para evitar que se pierda definitivamente, hace que un amigo suyo, el abogado santiaguino Lisandro Santelices, la rescate mediante el pago de diez mil pesos y la tenga en custodia hasta tiempos mejores.

El 13 de diciembre de 1934 Chocano se dirigía al centro de la ciudad para arreglar asuntos relacionados con sus libros y su viaje. Faltaban pocos minutos para las 5 de la tarde. Abordó el tranvía, y pocas cuadras después lo hizo un individuo flaco, taciturno, quien tomó asiento. Repentinamente el hombre, identificado como Martín Bruce Badilla, se levantó; avanzó hasta donde estaba el poeta y sin que mediara palabra alguna le clavó en el corazón la hoja de un cortaplumas... repitió el golpe, y como la víctima tratara de huir, lo apuñaló dos veces por la espalda. Unos jóvenes que pasaban en automóvil lo llevaron a una posta médica, donde llegó cadáver.

Martín Bruce Badilla era un hombre de 49 años de edad, casado, comerciante, que se dedicaba con escaso éxito a vender un insecticida. Martín Bruce Badilla había entrado en sociedad con Chocano para realizar excavaciones en Miraflores, esquina del Parque Forestal de Santiago, “para encontrar un tesoro del cual yo tenía conocimiento”. Hay la versión de la esposa de Bruce de que éste le había entregado 10 mil pesos a Chocano para inútiles excavaciones, pero el mismo Martín Bruce Badilla declaró que él había empleado dicha suma en gestiones administrativas y que no entregó ninguna cantidad al poeta.

Martín Bruce Badilla había cometido el crimen dentro de un estado mental enfermizo; fue recluido en un manicomio de Santiago, donde muere en 1951, a los 65 años de edad.

En 1965 llegan sus restos a Perú y son recibidos con grandes honores. Lo sepultan en un metro cuadrado, de pie, según fue su voluntad, en el Cementerio General de Lima.

 

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