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1001 24 Febrero 2012

No habrá elecciones
(Cuento Político)

Miguel Treviño Rábago

Reynosa.- “No habrá elecciones”, informan los titulares de los principales diarios del país. Todos los periódicos de circulación nacional están sobre el escritorio del Presidente. Un ayudante los ha colocado de tal manera que proyecten una grata vista para el Jefe que no tarda en ocupar su gran sillón cuyo respaldo luce un gran sello dorado con su águila resplandeciente. Ya hay mucho movimiento en la casa presidencial y el ambiente es casi de fiesta. Se han suspendido las elecciones porque los Partidos se quedaron sin candidatos. 

La historia se remonta a tres meses atrás. El Presidente entonces estaba desesperado. Su gestión al frente del Poder Ejecutivo había sido nefasta y sangrienta. Temeroso de ser llevado a un juicio político por genocidio, se había reunido con el círculo de sus amigos más fieles, para evitar a toda costa el triunfo de cualquier candidato. El plan era, cerrarle el paso a todos los candidatos -incluido el de su partido- para quedarse en la Presidencia por el tiempo que fuera necesario. Obviamente todos sus allegados lo apoyaban. Tendrían unos añitos más para seguir saqueando las arcas públicas. 

La instrucción fue precisa: "Busquen los flancos débiles de todos los candidatos para eliminarlos de la carrera presidencial". Sabía que no podría salvarse de la venganza política de sus enemigos. Fue así como dispuso armar cuatro grupos de trabajo para golpear duro a los cuatro aspirantes a la silla grande. La promesa de grandes recompensas y posiciones despertó la codicia de los hombres del Presidente.

Y como si fueran reporteros de un diario, les asignó sus tareas. "No reparen en gastos; tenemos todo el dinero del país" les dijo a los "plomeros", "hagan lo que tengan que hacer para destruir a Peña, Vázquez, López y Cuadi". Ninguno debería llegar a las próximas elecciones. Era la estrategia a seguir para retener el Poder del que ya se había embriagado. 

 

El equipo de "plomeros" más fuerte fue comisionado para buscar y golpear con mayor fuerza al candidato Peña. Su tarea era buscar las causas reales de la muerte de su primera esposa, seguir las pistas de un posible asesinato, interrogar allegados y empleados cercanos; investigar las mujeres que había tenido y de qué forma las había tratado y convencido; buscar hijos nacidos fuera de su matrimonio, mujeres seducidas, engañadas y hasta violadas si era el caso; entrevistar médicos que atendieron a su ex-mujer, conseguir documentos de dudosa autenticidad que hubieran servido para ocultar un posible homicidio o un suicidio inducido. Todo debería pasar por un análisis profundo.

Otra de las líneas de destrucción sería espionaje telefónico; establecer la fuente de sus enormes recursos económicos, sus padrinos y patrocinadores de su campaña, los nexos que pudiera tener con jefes de la delincuencia organizada, los caciques y gobernadores que lo apoyaban, sus cuentas bancarias en el país y en el extranjero, sus debilidades sexuales, sus relaciones con las televisoras y los grandes medios, y sobre todo, la infiltración de su círculo más cerrado para tener información de calidad insuperable. El trabajo de los "plomeros" rindió frutos. La información era tal manera abrumadora que una vez que fue puesta en las manos del propio Peña, se derrumbó como monito de hielo puesto al sol. Y con él arrastró a la derrota a todo su Partido.

Los aviones y helicópteros se caen en todo el mundo. Son máquinas que fallan alguna vez. El segundo equipo fue instruido para operar como ya lo habían hecho en anteriores ocasiones. Era el método favorito del Presidente para quitarse de encima a los que lo traicionaban ó comprometían. Los "plomeros" ya tenían experiencia, pero se sorprendieron cuando les ordenaron que la candidato del mismo Partido del Jefe, debería sufrir un "accidente" similar a los ocurridos en los últimos dos sexenios. Tampoco debería llegar a la final electoral. No era de las simpatías del Señor y debería salir volando para caer luego abruptamente. 

 Y así sucedió. La candidata extremadamente confiada en que contaba con el apoyo del Jefe máximo de las instituciones, a quién había prometido continuar su obra de gobierno tan errática como arbitraria, nunca pensó que sería víctima de otro de los llamados "avionazos" que se registraban cuando las naves se desplomaban en pleno vuelo o se perdían en la neblina para terminar estrellados en cerros que súbitamente se encontraban en su trayectoria las más de las veces modificada o alterada. El Partido del Presidente se encontró con que la candidata que se trasladaba a una concentración política, desapareció de los radares por unas horas, y hasta allí llegaron sus aspiraciones que no iban más allá de su desmedida ambición personal.

El tercer equipo de "plomeros" tenía que ser el más inteligente y astuto. Su presa era el candidato de las llamadas "izquierdas" y que una y otra vez presumía de ser un hombre que vivía de lo que sus amigos y partidarios le cooperaban en su cuenta bancaria. Él no trabajaba, era político de tiempo completo "sin cola que le pisaran" y se autoproclamaba como un ser incorruptible. Lo curioso es que el dinero fluía en grandes cantidades, no sólo para su manutención, sino para pagar sueldos a un gran número de colaboradores de su círculo íntimo. Los "plomeros" se aplicaron a seguir las rutas del dinero. 

Y fue así como descubrieron que las "cooperaciones" brotaban de partidas presupuestadas para obras públicas y desviadas a cuentas de amigos, parientes, empresarios, etc; disfrazadas dentro y fuera del país. El ocultamiento y las enormes cifras se hicieron públicas antes de las elecciones y el desencanto no se hizo esperar. Además al candidato se le había ocurrido manifestar "que estaba muy cansado" de andar en los bretes políticos y que ya quería irse a descansar a un lugar llamado "La chingada" que era una finca de su propiedad. Partidarios y no partidarios entraron en franca depresión al conocer las fortunas de los líderes "izquierdosos". Descubierto el embuste, el candidato abandonó la carrera para irse a donde él más lo deseaba. 

El último candidato presidencial era un tipo sin gran trayectoria política, conocido en pequeños grupos ambientalistas, muy inteligente pero sin arrastre popular, ni electoral. El cuarto equipo de "plomeros" fue conminado a intimidar a su "madrina" política. La advertencia fue contundente: "O retiraba esa candidatura o le congelaban las cuentas multimillonarias personales y del sindicato que encabezaba". La segunda advertencia fue: "los muertos reviven" y pueden convertirse en acusadores de quienes los mandaron asesinar. De un día para otro, el candidato de apellido raro, Cuadri, se esfumó y presentó su renuncia. Claro está, se fue con las bolsas llenas como retribución a su "sacrificio". Las cuotas sindicales siguieron fluyendo sin mayores problemas. 

Los cuatro equipos de "plomeros" habían cumplido a cabalidad. Esa mañana en la Casa Presidencial, desayunarían con el Jefe máximo y recibirían la promesa una vez más de grandes recompensas una vez superado el día de las elecciones y sobre todo, avalada la permanencia del Presidente en Palacio y con el visto bueno del Instituto Fascista Electoral que como dicen en los concursos, declaró desierta la participación de los Partidos. El golpe final vendría cuando el más alto Tribunal del país emitiera su fallo inapelable: "No habrá elecciones" por lo tanto el Presidente del país seguirá en funciones hasta nuevo aviso. 

El Presidente entró a su oficina y vio el manjar de periódicos que anunciaban casi casi su "reelección". Se iluminó su cara, levantó la ceja y mirando hacia un gran ventanal con vista a los jardines de la residencia, dijo para sí: “Me podrán acusar de todo, pero ya los mandé al rancho ese de López”. FIN. 

Nota: Este es un cuento político. Cualquier suceso parecido en los meses por venir, es mera coincidencia. Los nombres de los candidatos fueron modificados para evitar sospechosísmos y malos entendidos a los que de ninguna manera somos aficionados los mexicanos...Que conste. 

trabago49@hotmail.com

 

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