Larrazabal va a la Cámara (con todo y quesos)
Hugo L. del Río

Monterrey.- En México premiamos a los pillos: Fernando Larrazabal será diputado federal y, en su momento, se lanzará por la gobernación del estado. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación falló en el sentido de que no procede el recurso presentado contra Larrazabal por un grupo de panistas.

Ergo: el “señor alcalde”, como le dicen muchos locutores, tiene abierto el camino a San Lázaro.

Es lo de menos que se presente como plurinominal o aspirante de mayoría: tendrá fuero por tres años y es todo lo que necesita.

Los mexicas vemos a los sinvergüenzas como gente que la sabe hacer y al tiempo que los aplaudimos, sentimos la mordida de la serpiente verde: qué envidia; el edil venderá todos los quesos que se le antoje.

El quisque dijo ayer que cumplió con los noventa compromisos que hizo ante notario público: “Lo que iba a hacer yo por la ciudad de Monterrey” lo hizo, según él. Habló de sí mismo en tercera persona: Fernando Larrazabal para acá, Fernando Larrazabal para allá, y dijo estar más listo que un calcetín para hacer lo que le ordene su partido.

Grillito menor, el Bartolomé de las Casas desestimó la guerra que provocaron sus lácteos entre la cúpula local del panismo. Reina la paz en Varsovia, dijo el general zarista caminando sobre los cadáveres.

Pie de página
Es de risa loca la versión de nuestro amigo Cuitláhuac Salinas, el subprocurador que vino a Monterrey para hacer justicia a los deudos de las víctimas del Royale.

Dice que el Chapo Guzmán viajó desde sepa Dios donde, hasta Los Cabos, en Baja California Sur, para reunirse con una puta. No hubo de piña y el sinaloense se fue poco antes de que llegara la guaruriza.

Al capo le sobran mujeres y dinero: ¿va a arriesgarse por una hija de Eva, cuando las féminas hacen cola para poner los zapatos debajo de su cama?

Y si así fuera, ¿nadie del gobierno se dio cuenta de que el buenazo de Joaquín salió de su escondite?

El de la PGR piensa, obviamente, que 130 millones de mexicanos somos débiles mentales.

Las ganas de reír se quitan cuando se informa que 300 gorilas irrumpieron en zonas habitacionales, allanaron domicilios, rompieron puertas, asustaron a cientos de personas de todas las edades.

Es por demás: los policías mexicanos están convencidos de que para imponer la ley hay que violarla.

Estamos jodidos.