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1037 16 Abril 2012

 

COTIDIANAS
Carry the One
Margarita Hernández Contreras

Dallas, Texas.- Admito que estaba un poco distraída cuando empecé a leer este libro. Lo compré impulsivamente para mi Nook. Después de leer las primeras 15-20 páginas, tuve que volver al principio y recomenzar porque no podía mantener en claro a los personajes y sus relaciones. Una vez que lo logré, de verdad que disfruté esta novela.

El título tiene que ver con la aritmética y la suma, cuando tienes que “llevar el uno” a la columna izquierda para proceder con la suma. En el caso de esta novela “el uno a llevar” es una preadolescente, Casey, muerta por un auto lleno de jóvenes drogados y borrachos, descuidados después de la recepción de una boda en la que la novia vistió de rojo. Como es el caso cuando se es joven, no hay conciencia cabal de cómo esta tragedia puede, lo hará y marcará el resto de sus vidas.

La narrativa se centra en tres hermanos, claramente inteligentes: Carmen (la novia, activista social y madre de Gabe, uno de los personajes menores), Alice (una pintora cuyas obras le ganan fama y fortuna) y Nick (un astrofísico lleno de promesa que vive prisionero de y sucumbe a sus adicciones).

Seguimos la vida de estas tres personas y la gente que les es importante en el curso de 25 años y vemos cómo no pueden o no quieren perdonarse a sí mismos por haber estado en el coche que mató a Casey. No pueden encontrar la redención ni el autoperdón a través de su trabajo, sus logros, las relaciones que establecen a medida que crecen y maduran. Son incapaces de identificar y asirse a las ventanas de gracia que se les van abriendo en la vida. También viven sin ningún sentido espiritual/religioso de fe que los pueda auxiliar para soltar la culpa y darle un intento a la felicidad (la felicidad, me pareció, es como una ofensa por la tragedia que los vincula).

Carol Anshaw escribe con claridad y con precisión y con hermosa y sagaz humanidad. Pude valorar la forma en que entreteje sin enjuiciamientos temas con los cuales no todos se sienten cómodos, digamos, la homosexualidad. Otro tema discutido con naturalidad y sin aspavientos es el consumo y abuso de estupefacientes y el vacío que genera, la falta de dirección cuando no puedes más que asirte a la vida para no morir (o para asirte al siguiente toque, sorbo o trago, como en este caso).

Y esa chiquilla, por tanto tiempo muerta, es un elemento constante y presente en nuestra lectura. Alice la pintora ejecuta una serie de óleos en donde figura la pequeña Casey vistiendo las prendas que llevaba puestas cuando murió, pero como si hubiese crecido y vivido su vida. Nick visita a la familia cada año, como en peregrinación (al final la madre de Casey puede finalmente hacer las paces con él). Carmen se mete de lleno a sus causas y a su activismo social.

La persona que desaparece pronto es Olivia (la entonces novia de Nick) y quien manejaba el coche aquella fatídica noche. Olivia reaparece hacia al final para formar parte de una de las escenas que me parecieron más conmovedoras de la novela y que tiene que ver con un sueño y una superficie resbalosa.

Los personajes de Carry the One son un desmadre y viven una vida desmadrosa... Pero acaso, pobres seres humanos, ¿tenemos más alternativas? Me temo que no.

Guadalajareña, vive en el área de Dallas. Es traductora profesional del inglés al español.
margarita.hernandez@tx.rr.com.

 

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