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1041 20 Abril 2012

 

Arranque de campañas
Luis Miguel Rionda

Guanajuato.- El comienzo de las campañas presidenciales ─desde el día 30 de marzo─, y en lo local la de gobernador del estado de Guanajuato ─desde el 15 de abril─, permiten esperar que pronto sintamos cómo suben los calores de este periodo comicial. Los ciudadanos de a pie ya somos bombardeados por una creciente variedad de anuncios en la tele y la radio, algunos buenos, otros malos, otros peores.

Algunos de esos anuncios han venido a despabilar la notoria modorra con la que se iniciaron las presidenciales: como el de los “Niños Robados”, de la fundación Nuestro México del Futuro, que se trasmitió brevemente en televisión ─yo lo vi por Televisa, lo juro─ y que arrasó en YouTube con millones de visitas, hasta que lo “bajaron” quién sabe por qué. Cuatro espléndidos minutos donde niños comunes interpretaron los roles de adultos más inquietantes: policías y funcionarios corruptos, madres y padres angustiados, la pobreza, la delincuencia y todo aquello que hoy día nos lacera a los mexicanos de bien. Yo felicito al Grupo Nacional Provincial por el apoyo e estas iniciativas ─ya salió una segunda parte─, y por la espléndida idea de recabar visiones infantiles para entregarlas a los candidatos presidenciales. A ver qué hacen con ellas.

Los candidatos y sus partidos despliegan estrategias deferentes, con diversas efectividades. Por ejemplo, llama la atención el absurdo diferendo que se despertó por un dichoso puente, parte de los 608 compromisos de Peña Nieto cuando gobernador. Los emisarios partidistas dieron un penoso espectáculo, y no demostraron ni informaron nada. Puro argüende. Yo preferiría que las campañas se concentraran en las propuestas concretas que nos pueden llevar a superar las terribles situaciones que retrataron los “niños incómodos” en la tele. Hasta ahora sólo hemos visto promesas tan vacías como, por ejemplo, el prometer que a las empresas que contaminen se les obligará a no hacerlo (¡¿y cómo?!); o perogrulladas como que la educación nos sacará del hoyo en que estamos metidos (¿de veras, hermano Lelo?); y así los anuncios de todos los partidos, unos más vacíos que otros.

En lo local la situación está peor: anuncios radiales banales, que no informan más que lo evidente. Todos prometen el cambio, incluso el candidato del partido en el gobierno. Para colmo mal grabados los de éste. Pero, señores candidatos: ¿Cómo piensan atajar los problemas más graves de la entidad? ¿Qué vamos a hacer con la crisis del agua que se nos viene encima? ¿Cómo asegurar empleos decentemente pagados para los chavos que hoy hacen filas enormes cuando se dan unas pocas vacantes en las empresas? ¿Cómo resolver los enormes rezagos en la educación de todos los niveles? ¿Cómo mejorar los servicios del sector salud, hoy tan estresados por el seguro popular? ¿Cómo atajar a la delincuencia organizada, que con regularidad creciente azota nuestra disminuida tranquilidad? Podría continuar estos cuestionamientos, pero dudo que me sean respondidos más que por la vía de la propaganda.

Urge que los institutos electorales promuevan los necesarios debates públicos entre los candidatos ya registrados. El IFE ya anunció los dos únicos a los que lo obliga la ley, los presidenciales: el 6 de mayo y el 10 de junio. Pero nada se dice aún sobre los de diputados federales y de senadores, sobre los que nada indica el COFIPE. El instituto local (IEEG) sí tiene mandatada la organización de debates (artículos 31 fracción XI; 47 fracción I; 63 facción XXXIII; 144 fracción XI, 153 fracción XIV), y es previsible que veamos muchas lides verbales en municipios, distritos y por la gubernatura. Al menos eso deseo.

La propaganda por naturaleza es superficial, anodina y tramposa. Los expertos en marketing suelen darnos trato de “clientes”, o sea consumidores irracionales y emotivos. No de ciudadanos informados y exigentes. Pero no hay que darles gusto ni caigamos en sus garlitos.

Recordemos, para superarlos, los famosos once principios de Goebbels, el ministro de propaganda nazi: 1) Simplificación: inventa un enemigo único y temible para todos; 2) Contagio: los adversarios han de constituirse en suma individualizada, todos son igualmente malos; 3) Transposición: responder ataque con ataque, cargando sobre el adversario los errores o defectos propios; 4) Exageración y desfiguración: convertir cualquier anécdota del otro en amenaza grave; 5) Vulgarización: adapta el nivel de la propaganda al menos inteligente de los individuos; cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar; además, el público tiene gran facilidad para olvidar; 6) Orquestación: emite un número pequeño de ideas repetidas incansablemente; una mentira repetida suficientemente acaba por convertirse en verdad; 7) Renovación: emite constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo que, cuando el adversario responda, el público ya esté interesado en otra cosa (¿recuerdan el puente inconcluso?); 8) Verosimilitud: usa argumentos de fuentes diversas e informaciones fragmentarias; 9) Silenciación: calla cuestiones sobre las que no tienes argumentos e ignora las noticias que favorecen al adversario; 10) Transfusión: básate en un sustrato cultural prexistente, como los prejuicios; difunde argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas, y 11) Unanimidad: convence de que se piensa “como todo el mundo”, creando una falsa sensación de unanimidad.

Recuerda: no somos perritos de Pavlov. Debemos votar con la neurona, no con la hormona.

Antropólogo social. Profesor investigador de la Universidad de Guanajuato, Campus León.
luis@rionda.net – www.luis.rionda.net - rionda.blogspot.com – Twitter: @riondal

 

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