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1041 20 Abril 2012

 

La mosca
Miguel Treviño Rábago

Reynosa.- Érase una vez una mosca negrita que había nacido en un humilde barrio de una gran ciudad. Sus padres la criaron para ser, solamente, una mosca más. Le explicaron muy bien qué hacían las moscas todos los días. Y todo iba bien, hasta que un día, la mosquita enloqueció y decidió volar más lejos y más alto. Todas las moscas de su barrio se vieron entre sí y dijeron: ya enloqueció.

Un día, olvidando las enseñanzas de sus mayores, encontró una rendija y se coló en una elegante residencia ubicada muy lejos de su barrio. Al llegar hambrienta al gran comedor adornado con hermosos candiles multicolores, sus pequeños ojillos se deslumbraron al ver un gran pastel lleno de adornos con dulce betún. Nunca había visto en su vida nada semejante. Tanto dulce despertó más su hambre, que era voraz, y se imaginó cuántas moscas como ella, tendrían una oportunidad en su vida, de comer tanto dulce hasta reventar gozando con tan inmenso placer.

Súbitamente aparecieron otras moscas de su mismo barrio y le reclamaron su comportamiento y su voracidad. Le echaron en cara que se había olvidado de las enseñanzas de sus padres, en el sentido de no ser tan ambiciosa, al grado de ignorar los sabios consejos que le habían dado y arriesgar hasta su propia vida por ser tan hambrienta.

En eso estaban, que no se percataron que estaban llegando moscas de “otros niveles” que fueron directo a reclamarle su intromisión en esa lujosa residencia.

Ustedes no pertenecen a este “nivel”, gritaban las moscas “residenciales”.

Éste es nuestro pastel, vociferaban agitando velozmente sus alas, por el enojo de ver a esa mosca intrusa. Otras moscas observaban y torcían la boca en muecas de desprecio y fastidio, porque simplemente veían a una mosquilla negrita muy flaca y de baja categoría.

Las moscas pobretonas se empezaron a poner nerviosas con la situación y dirigiéndose a la pequeña e insignificante intrusa, le dijeron: mejor vámonos, este pastel es muy elegante y muy grande para ti. Le explicaron que nada tenían que hacer allí, pues era un pastel que estaba en territorio de otras moscas más poderosas. Podrías hasta terminar intoxicada, le dijeron sus vecinas de barrio.

La mosca, que tenía fama de terca, al grado de que por hacer corajes a veces hasta se desvanecía, se enfureció. Empezaron a dibujarse en su cara gestos feos, y siendo tan negrita, se puso blanca del berrinche. Levantó las patitas y zumbó en el aire mientras les gritaba: este pastel será mío, cueste lo que cueste, porque yo soy mejor que ustedes y además siento que ya soy “la jefa”. Y se enfiló en dirección al gran pastel.

Todas las moscas de su barrio se quedaron asombradas de la audacia de la mosquita, que rayaba en la tontería y el suicidio. Y horrorizadas vieron cómo se lanzaba enloquecida directamente a intentar comerse sola el gran pastel.

Como era de esperarse, se estrelló abruptamente contra el betún blanco, dulce y pegajoso, y el resto de sus moscas amigas observaron, con gran pena, cómo se ahogaba hasta perder la vida.

Lo único que notaron cuando ya se retiraban, era que aquella mosquita negrita débil e insignificante, tenía una sonrisa grotesca en su boquita. Y pensaron: bueno, al menos murió feliz. Ella siempre tan sonrienta, pero sin entender nunca que la que nace mosca, eso es nada más, una mosquita traviesa, pero indeseable en los banquetes de los poderosos. Cualquier parecido con la realidad política mexicana, es puritita coincidencia. Luego se escuchó a alguien que recitaba estos versos:

Haiga sido como haiga sido
nos engañaron como a chinos,
los de la Patria “ordenada y generosa”
nos trastocaron nuestro destino.

Se fueron grandes con el saqueo
son campeones del desatino,
en doce años nos revolcaron
les fallaron todos los “tiros”.

Hay historias de ignominia
abusando del poder sin freno,
y todavía lo festinan
sabiendo que es un cochinero.

Intentan ahora repetir la historia
con otro fraude electoral
con una mujer de pobre trayectoria,
arrastrando un negro historial.

No pudo con la Gordillo
no pudo con Sedesol,
falló como diputada
calentó nomás el sillón.

El baño de sangre es impresionante
los panteones están a reventar,
no es posible votar por los mismos
que ya nos volvieron a saquear.

Es fácil decidirse con el voto
nada debemos al PRI ni al PAN,
hay que darle vuelta a la historia
y por otro “gallo” sufragar.

No tiremos nuestros votos
en “sonrisas” y “copetes”,
que sea un voto útil
para el pueblo y para el “peje”.

Pero si quiere usted iluso
regresar al tricolor podrido,
no ande llorando luego
que vive usted bien jodido.

Esta es la gran oportunidad
que se presenta ni pintada,
si no, como dijo el “peje”:
nos vamos a la chingada.

 

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