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1062 21 Mayo 2012

 

CRÓNICAS PERDIDAS
Aprender guitarra
Gerson Gómez

Monterrey.- Quiero aprender a tocar la guitarra, para eso brinco simulando con la raqueta de tenis en el colchón de la cama en el cuarto de mis papás, que tienen una de tamaño matrimonial. Pongo el sistema de televisión satelital en los canales de música digital. Estoy intermedio entre metal show y punk actitud.

Muevo la cabeza por todos lados siguiendo los acordes de la música. Soy un headbanger moderno. Los rockeros tienen el mejor trabajo del mundo.

Conocen muchas partes del mundo andando de gira. Las mujeres los siguen y se acuestan con ellos, sin necesidad de pagarles.

Andan con sostenes transparentes y con tangas como las de mi hermana mayor, que todos mis compañeros me dicen cuñado. Cosa que no me importa en absoluto.

Además bebes como si el mundo se fuera a acabar y además te pagan por divertirte.

Vas a fiestas importantes. Conoces gente interesante. Todo eso en el mismo paquete. Ser rockero es como subirse a la montaña rusa emocional.

Con incesantes curvas, a veces rápido, otras, las menos, un poco más lento.

Quiero aprender guitarra, le dije a mis papás.

Primero termina la secundaria, sin materias pendientes y sin irte a extraordinario y te compramos una guitarra de palo, para que ya no andes fantaseando con mis raquetas de tenis.

Parece que no están dispuestos a apoyar al talento local. Lo desaniman a uno con sus cortapisas. Carecen de ojo científico para poder identificar un talento en bruto. Yo tengo potencia vocal y presencia.

Seguramente si me aplico con todo el corazón estaré aprendiendo en menos de tres meses.

Del puesto de revista que queda de regreso de la escuela, me volé cuatro ejemplares distintos de guitarra fácil.

Rock ochentero, en español, metal y rondallas.

En la parte posterior de mi libreta de matemáticas dibuje el brazo de la guitarra, con sus seis cuerdas, y los trastes, que así se llaman en la revista.

Ya me aprendí visualmente los acordes del círculo de sol. Los practico apoyándome la libreta en la barriga.

Sigue el de do, que es más fácil. Casi todas las canciones están armadas en esos arpegios.

Ojalá no suspenda materias y logre el certificado. Eso y el certificado de buena conducta, para que no condiciones la matrícula en la preparatoria que quiero entrar.

Ya es hora que el mundo conozca al monstruo que vive en mi alma. Que prueben los delicados manjares de mi guitarra y el estruendo de mi poderosa voz, que por ahora, es la raqueta de tenis medida cinco de mi papá.

 

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pq94

La Quincena N?92


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