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1062 21 Mayo 2012

 

El apetito de los generales
Samuel Schmidt

Los Ángeles, California.- Vox populi, vox dei. Según el diccionario: úsase para afirmar la veracidad de un juicio u opinión difundido entre la gente. Hay quien opta por llamarlo Radio bemba (bemba en países caribeños quiere decir boca, o Radio pasillo) y si fuéramos menos ortodoxos lo llamaríamos la verdadera opinión pública, porque es lo que manifiesta la población sin ataduras.

Esta larga introducción para dar paso a la vox populi de Ciudad Juárez, que desde hace mucho tiempo sostenía que parte del problema de la ciudad es que el gobierno federal estaba alineado con un cártel, el estatal con otro, el municipal con otro y el comandante de la plaza con otro, luego entonces esa era una guerra muy complicada, porque cada uno de ellos tenía su propia tropa; tal vez por eso llegamos a ver enfrentamientos entre cuerpos encargados de proteger a la sociedad.

Desde hace mucho tiempo también abundan las quejas sobre las múltiples violaciones a los derechos humanos. Un visitador de la Comisión Estatal de Derechos Humanos sostenía que 150 quejas que iban desde daños en propiedad ajena hasta el asesinato y desaparición de personas, dormían el sueño de los justos en un tribunal militar. Human Rights Watch exige una liberación de los tribunales militares y que los militares que afecten a civiles sean procesados en tribunales civiles.

El otro argumento es que si los militares actúan bajo órdenes, entonces quien debe ser enjuiciado son sus superiores, que en principio debieron haber ordenado, tolerado o ser culpables por omisión, frente a las quejas. Aunque hay evidencias de comportamientos indebidos de militares de alto rango, es el caso de un periodista solicitando asilo político por haber sido amenazado por un general.

El alto mando de las fuerzas armadas siempre se negó a aceptar que hubiera algún problema en su seno, no obstante haber casos de militares (muy pocos por cierto, ¿por complicidad o por inocencia?) encauzados por complicidad con los carteles.

Pero algo sucedió y se ha destapado la cloaca (tres generales detenidos). ¿Sería la ejecución del general Acosta Chaparro, previamente juzgado por colaboración con el narco, o la cercanía de la sucesión presidencial que ha disparado una pugna entre los generales?

Los militares mexicanos habían sido siempre muy astutos y sigilosos. Tal vez después de haber sido denunciados en el libro y película La sombra del caudillo, como traidores y oportunistas, lo que le valió una fuerte censura a los autores de ambas obras (escritor y director de cine), entendieron que la discreción era preferible. Los militares se vistieron de institucionalidad, le juraban amor a la patria y disciplina al presidente, mientras se desarrollaba un mecanismo por el cual se acomodaban al poder llevándose su tajada correspondiente de la corrupción mexicana.

Quién trataba de venderle al ejército tenía que pagar su mordida correspondiente y había militares que recibían encargos civiles y políticos que los llevaban a administrar aduanas o hasta gubernaturas; uno de esos generales, por cierto, murió en pleno coito con una jovencita. Los militares mexicanos no pueden ser ni son diferentes al resto de la elite mexicana.

El problema para los militares es complejo. Tienen una doctrina estadounidense que piensa que si los civiles no pueden con el paquete hay que hacerlos a un lado; carecen de un presidente fuerte que maneje la sucesión y con quien haya que entenderse para los acomodos entre ellos. Imagino que debe ser complicado para los apetitos de poder de los generales saber con quién se alinean ahora que viene el cambio de gobierno, y se cuela entrelíneas que uno de los tres generales bajo investigación se había acercado al PRI porque aspiraba a ser Secretario de Seguridad Pública.

Calderón no entendió que no solamente era un error sacar a los militares a la calles a pelear una guerra mal pensada, y criticada por uno de los generales detenidos, sino que militarizó las tareas policíacas, generando una nueva área de apetito para los militares.
Cierto vocero oficioso de uno de los detenidos sugiere que estamos ante una escaramuza entre generales que enfrentan el cambio de gobierno. Es muy grave, que para esta batalla se use al sistema judicial por muy corrupto que este sea.

Pero si de una limpia se trata, lo cual debe ser bienvenido, y que según los medios ha sido apoyada por la DEA, porque la Procuraduría de Justicia no se atreve a investigar nada, entonces debe extenderse a todos los militares que se han extralimitado en esta guerra insensata.

Si como dice vox populi, los militares tienen mucho que ver en la protección de cárteles, por bien de la república se impone una investigación muy profunda, aunque la hagan desde Estados Unidos. Aunque claro queda la otra versión de que las minorías se equivocan a veces, pero las mayorías siempre. ¿Quién tendrá la razón?

 

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