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1068 29 Mayo 2012

 

EL CRISTALAZO
Caras del absurdo
Rafael Cardona

Ciudad de México.- ¿Cuántas cosas absurdas ocurren en nuestra vida pública? Demasiadas para enumerarlas y a veces hasta para darnos cuenta de ellas.

Hemos aprendido a convivir con escaleras sin destino, pasos peatonales sin peatones mientras los viandantes protestan por el riesgo de cruzar las calles sin pasos superiores o túneles salvadores; elevadores vacíos, edificios sin ventanas, pistas para bicicletas cuya pendiente no la sube ni un consumado pedalista con el “jersey”  amarillo de la Vuelta de Francia; calles cuyo nombre cambia al cruzar una avenida; avenidas por donde los  autos circulan de norte a sur excepto más allá cuando lo hacen de sur a norte.

Hay símbolos para no torcer  a la izquierda, pero tampoco a la derecha en la misma esquina. Hay aceras sin arroyo y arroyos sin banqueta.  Las cantinas no pueden abrir los domingos, excepto si tienen permiso de restaurante... y cantina.

Las fuerzas políticas en oposición bloquean la entrada del Congreso para impedir la toma de protesta de un presidente con el cual no están de acuerdo, pero acceden a disimular si entra por otra puerta. El problema no era la legitimidad, era el acceso; los manifestantes queretanos le mientan la madre a la camioneta de Enrique Peña Nieto, pero no al candidato, quien viaja en otra Suburban, de la cual no se enteran, o si lo saben se fingen distraídos.

Tres candidatas van a un estudio de TV y durante dos horas se dedican a ver cuánto se parecen entre ellas en la incesante repetición de lugares comunes, como un coro en torno del candidato mejor posicionado. Y a eso le llaman debate democrático.

Y en casi todo vemos la enorme victoria de los absurdos, de las cosas sin sentido.

Los jóvenes el 132 plantean como “exigencia democrática” la transmisión en cadena nacional (nacional quiere decir inevitable) del debate entre los candidatos presidenciales del 10 de junio en Guadalajara, sin darse cuenta de la raíz profundamente autoritaria del encadenamiento de los medios. Los medios en cadena no atan a los concesionarios; encadenan a los ciudadanos, los dejan sin opciones, los obligan a mirar y ver algo sin posibilidades de chistar o recurrir al apagón revanchista, con lo cual se logra el efecto contrario: ya no se enteran.

Otro ejemplo, para no aburrir con tanta cosa de tan ilógica naturaleza.

La candidata del Partido Acción Nacional a la presidencia de la república ha desplegado una furiosa campaña contra Elba Esther Gordillo a quien acusa de mala maestra. Prefiere, de tan mala como es ─dice JV─, estar en las calles (presionando al gobierno con  marchas, se supone) y no frente a sus alumnos dándoles clases, pero mientras censura esa conducta, promueve a sus partidarios para salir a las calles a protestar contra el PRI.

Marchas callejeras contra quienes marchan por las calles. Bueno, pues.

Pero esta es otra joyita, vea usted por favor:

En un folleto distribuido por la Cámara de Diputados se explican algunos avances legislativos de alta importancia. Dice Francisco Rojas, el líder de la mayoría priísta: “En el apoyo directo a las personas destaca la nueva Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en materia de Trata de Personas y para la Protección  y Asistencia a las víctimas de estos delitos, así como la nueva Ley para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas (aun cuando gramaticalmente se confunda a aquellas como defensoras también de periodistas, cuando se pudo decir, Ley Para la Protección de Periodistas y Personas, etcétera… pero en fin) y la Ley General de Víctimas.”

El documento cita algunas otras consideraciones y sigue: “A ello se agregan las reformas al Código Penal Federal.”

En este sentido el presidente Calderón agitó la colmena la semana pasada cuando les exigió a los congresistas un periodo extraordinario para  avanzar en el Código Federal de Procedimientos Penales, lo cual nadie atenderá. 

El problema para el Congreso es simple: una vez logradas las reformas (después del arduo proceso de llegar a los acuerdos, dicen), el ejecutivo no las publica.

Y todo se queda en un círculo vicioso donde uno le echa la culpa al otro.

El mito
El secretario de la Defensa Nacional debe ser un general de División en activo, dice la leyenda. El general Roberto Miranda (en retiro) prueba lo contrario.  Ninguna ley dice sobre la actividad o el retiro.

También lo demostró en tiempo de Luis Echeverría el general Hermenegildo Cuenca Díaz, y fue secretario.  Volveremos.

 

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