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1100 12 Julio 2012

 

Corrupto, mas no tonto
Hugo L. del Río

Monterrey.- En los años veinte del siglo pasado, ese poblano de gran talento que fue Luis Cabrera acusó públicamente a un alto funcionario de incurrir en actos de corrupción.

El aludido exigió pruebas, a lo que el hombre de Puebla respondió: “Dije que es usted corrupto, no dije que sea tonto”.

Recado para el señor Javier Sepúlveda Ponce, padre de Ana Cristina Sepúlveda, secretaria de la juez Luz María Guerrero, quien en días pasados ordenó el arresto de la colega Sanjuana Martínez.

Don Javier: leyó usted mal mi nota o cometí un error de dedo. Quien pone a su hija en la picota del escándalo es Sanjuana.

Escribió, textualmente, en La Jornada (reproducida por 15diario el lunes) que en el allanamiento de su domicilio a la juzgadora (je je) Guerrero la acompañaba “su secretaria Ana Cristina Sepúlveda Martínez, quien en su momento me solicitó dinero para ‘agilizar mi expediente’”.

Tampoco me desdigo ni le escurro el bulto a mi responsabilidad.

Ocurre, don Javier que, como dijo Cabrera hará casi un siglo, es difícil probar, como aquí, una petición oral de dinero al margen de los protocolos establecidos.

Y perdóneme, pero la credibilidad de Sanjuana no está a discusión: la reportera es reconocida aquí, en Estados Unidos y en Europa por su profesionalismo y honestidad.

En mi oficio nos conocemos todos. Ella es una periodista laureada, en tanto que la juez Guerrero se ha caracterizado por abusos y atropellos: si hubiera justicia en Nuevo León, ya la hubieran llevado a la cárcel.

Le voy a pedir, don Javier, que lea con cuidado textos que le molestan.

Es un funcionario del gobierno del estado quien involucra a Graciela Buchanan y al gobernador Medina.

El denunciante pide el anonimato, lo cual es entendible.

Siento mucho, don Javier, que su hija colabore con Guerrero.

Me ha tocado alguna vez trabajar para editores no recomendables: en este contexto uno renuncia por motivos elementales de dignidad y limpieza moral.

En el desempleo se sobrevive.

Lo que debe ser muy triste es ver en el espejo, a la hora de darse los buenos días a uno mismo, un rostro marcado por villanías. Eso y andar en malas compañías.

 

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