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1106 20 Julio 2012

 

CRÓNICAS PERDIDAS
Como la limonada
Gerson Gómez

Monterrey.- O algo más. Un quebranto emocional. El camino de ida, en su solo sentido. Adelante, siempre, el camino a Roma es mío. El tuyo va a todas partes y a ninguna.

Puedo leer, Concepción, la realidad del tiempo en tu rostro. Abandonar el paisaje de mis principios.

Utilizar el rigor de los historiadores. Te calzo, tanto, con las conversaciones por la madrugada, después de hacer el amor.

Tendidos, observando el Cerro de la Silla y la luna jugueteando.

Mañana juegan por la tarde los Rayados. Eso significa palmar dónde estacionar el carro. Con la mudanza nos acordaremos de las celebraciones. Las anotaciones, los cohetones y las derrotas. De las cubetas a las puertas de las casas y los franeleros cobrando la cuota.

Desde la terraza en obra gris. Con el té helado en vez del Martini con una aceituna del bar del Hotel Ancira, en la zona rosa.

Monterrey, la eterna ciudad a medio construir.

Y nos aburrimos de ambos. De la urbe gris y calurosa, de los Rayados y de nosotros, con tantas ganas de trascender, pero aquí los superhéroes son escasos.

En algo, en mucho, nos parecemos a Monterrey y a los Rayados.

Recibimos palizas memorables. Pocas victorias. Lo suficiente para continuar escondidos en la mediocridad

Me dices Tlaconete, para no llamarme Caracol. Te parece más grosero y baboso. Lento y tonto.

Desatinas al deshojar los crisantemos. Tu hermana menor es como Katy la Oruga, sólo usando muletas. Antes no se mató, como le pasó a su novio. Sus lanzamientos de la avioneta. El paracaidismo es desafiar a la muerte. La ciencia de las posibilidades. La ruleta rusa de los chavos fresas .

Ella también se llama Concepción, con sus ojos tiernos, oscuros y milagrosos.

Hierves en el ajuar Victoria Secrets, con los aretes del diseñador Bustamante.

Bebes y fumas siguiendo las banderas de los pensamientos, reflexionas la insurrección, cargas la canana con los cartuchos de los besos pasados en agua. Los aplastas contra el colchón de hule espuma.

Los fantasmas han venido a perjudicar los letreros. Nos amargamos juntos. Amanecemos como la limonada milagrosa: amorosos y rebeldes.

 

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