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1117 6 Agosto 2012

 

EL CRISTALAZO
Peculiar lucha de clases
Rafael Cardona

Ciudad de México.- Entre el viernes y el domingo el principal sindicato patronal del país, la COPARMEX  (de ahí salieron Clouthier, Abascal y otros prominentes panistas) y la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo de la ciudad de México (CANACO) continuaron sus acusaciones contra el “lopismo” militante al cual -aun sin mencionarlo tan directamente, como hicieron los dueños de Soriana y los de ANCTAD-, responsabilizan de la violencia contra sus agremiados.

La queja pública de Coparmex mantiene un inusitado tono de indignación, similar al empleado por los dueños de Soriana en las acusaciones contra el Movimiento Progresista (Apro): “La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) condenó este viernes los ataques perpetrados en los últimos días contra las tiendas Soriana que, en su opinión, están llegando a 'extremos intolerables para la sociedad'”.

“En un comunicado, el organismo presidido por Alberto Espinosa Desigaud dijo: “Lamentamos que esas acciones ilegales permanezcan impunes y condenamos enérgicamente cualquier manifestación violenta y ataque a clientes, directivos, empleados e instalaciones de la empresa”.

“Además, hizo un llamado a los líderes de los partidos que conforman la coalición del Movimiento Progresista y a todos los actores políticos, para que exijan a sus simpatizantes mantener sus expresiones de inconformidad dentro del marco de la ley”.

Esa actitud prolonga las  expresiones al inicio del conflicto post electoral (La Jornada).

“El presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana Coparmex Alberto Espinosa descartó que la lucha poselectoral entre los partidos Revolucionario Institucional PRI y de la Revolución Democrática PRD en torno a las votaciones presidenciales pueda llevar a una situación de ingobernabilidad política o social.

“Durante una entrevista realizada luego de presidir la asamblea ordinaria de su representación en el Distrito Federal, el líder empresarial consideró: 'No vemos ningún riesgo ninguna amenaza ninguna posible inestabilidad que se pueda generar en el país y más allá de eso confio en que después de este proceso las instituciones salgan fortalecidas'.”

Pero entre la desinformada confianza en las instituciones y el actual clima socialmente extremoso e intolerable, hay una cierta distancia.

Pero no son los únicos en  el sector privado con quejas contra los redentores. La Cámara Nacional de Comercio de la ciudad de México, insertó ayer un texto en los diarios de la ciudad, del cual reproduzco lo esencial:

“La Canaco, ciudad de México, ha promovido y defendido en todo momento la libertad de tránsito, pero también defiende la libertad de empresa, porque es la iniciativa privada la base sobre la cual se sustenta gran parte de la generación de riqueza y empleo de nuestro país.

“Por ello condenamos todo acto que lesione la convivencia comunitaria, que afecte la operación de los negocios, el bienestar e intereses de su clientela y la tranquilidad laboral de los empleados.

“El principal, objetivo de cualquier Estado es garantizar la seguridad de sus habitantes y de las instituciones que lo integran, por lo que exhortamos a las autoridades competentes a realizar una investigación exhaustiva de las decenas de agresiones que han sufrido las tiendas Soriana, su personal y su clientela con el fin de que, cuanto antes, se deslinden responsabilidades y se castigue a los culpables.”

Estas últimas líneas son candorosamente enternecedoras. ¿De veras conocen los señores comerciantes alguna autoridad capaz de deslindar responsabilidades y aplicar sanciones cuando los autores se escudan en el  activismo social y político? No lo verán en toda su vida. No cuando los delitos se cometen como parte de un amplio catálogo de tolerancia (y fomento) hacia “la protesta social”.

Con ese pretexto se estimula la violencia y se premia el sabotaje. No olvidemos un ejemplo entre muchos, así sea de otra ciudad.  En Oaxaca, Flavio Sosa (APPO) incurrió en pillaje e incendio y hoy, después de una temporada vacacional en la cárcel, se sienta en una muelle curul en el Congreso del Estado.

Tolongueo
No existe en el diccionario de la Academia el verbo tolonguear. Si estuviera (como aparece en el índice de Mexicanismos del maestro José Luis Martínez) se alojaría cerca de la palabra tolerar. Pero el tolongueo es una especie de consentimiento maternal. Eso hacen las autoridades de la ciudad con los pandilleros del “reguetón”.

El 15 de julio, 223 jóvenes fueron detenidos en los alrededores de la Zona Rosa por agresiones, asaltos, robos, daños a comercios y automóviles y en general esa conducta cuya mejor definición es vandalismo. La policía los detuvo rápidamente, pero con mayor velocidad los “humanistas” los defendieron hasta la vergüenza. Los  soltaron a todos.

El sábado en la estación Chabacano del Metro se repitieron las escenas de entonces. Petardos, golpes, atropellos, robos. El resultado fue el mismo. Trabajan rápidamente los policías de la ciudad y los aprehenden. Los ponen a disposición de la guanga Procuraduría y antes de la salida del sol, vándalos y vandalitos; porros y porritos,  están en la calle.

Pobrecitos, dicen sus papis y sus mamis.

 

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