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1117 6 Agosto 2012

 

México, violencia (in)explicable
Samuel Schmidt

Los Ángeles, California.- Alrededor de los atentados contra la cadena comercial Soriana se intercambian acusaciones cargadas de contenido político. Por un lado, se ha acusado al PRI de haber comprado votos por medio de tarjetas de la cadena comercial; cosa de saber, ¿si la compra de votos es un delito, es culpable quien financió las tarjetas, o también la empresa? Esta última puede aducir que no sabía cuál sería el destino de las tarjetas, de las cuales hay evidencia fehaciente, pero se puede sospechar que la emisión repentina de decenas de miles de tarjetas debió haber levantado aunque sea una mínima sospecha por parte de la empresa.

La empresa ha acusado al candidato López Obrador  y otros miembros de su equipo de incitar la violencia contra algunas de sus tiendas, sin presentar ninguna evidencia. Acusar que un partido utilizó a una empresa para comprar votos difícilmente implica incitación para agredirla. Sí que hubo una protesta dentro de una tienda donde gente llenó carritos con mercancía para con ellos bloquear cajas y no comprar nada, pero de ahí a considerar que eso es violencia hay un gran trecho.

Es de llamar la atención que se han registrado actos terroristas en el país desde hace años, aunque lo peculiar de los mismos es que no llevan sello, no aparece ninguna organización que asume la responsabilidad de los mismos. Usualmente los grupos terroristas anuncian su responsabilidad porque así ganan puntos políticos o promueven sus demandas, pero en los casos que llevamos en México, ni los coches bomba, no todas las granadas, ni las bombas molotov llevan firma. Vox populi dice en Ciudad Juárez que el coche bomba que estalló hace unos años fue obra de la policía que así presionaba para quedarse en la ciudad y continuar con sus labores delictivas.

El gobierno trata de hacernos suponer que los actos terroristas son obra de grupos de narcotraficantes, que de esa manera le dan credibilidad a sus amenazas de extorsión. Aceptar esto implica creerle a un gobierno que no ha hecho lo necesario para canjearse la credibilidad de la sociedad, no en balde, recién fueron castigados electoralmente lanzándolos al tercer lugar. Luego entonces, ¿quién comete estos actos terroristas?

En otro lugar había yo sugerido hace tiempo que había la posibilidad de que los grupos guerrilleros, de los que hace 12 años había un centenar, acometieran acciones terroristas. Muchos de esos grupos cometían secuestros y se enfrentaban con fuerzas militares, muchos al parecer no desplegaban acción alguna que se reconociera públicamente, o bien sus actividades no alcanzaban el rango de terrorismo. Igual podía sucederle a los grupos criminales que podían volverse locos, esto es, agredir a la sociedad con medios masivos de terror: bombas de tipo diverso.

Es innegable que las expresiones de violencia han aumentado, que es evidente la crueldad de los que ejecutan personas; puede considerarse como terror colgar personas de puentes, plantar cabezas en espacios públicos, tirar en la vía pública cuerpos de mujeres mancilladas y asesinadas  y toda demostración de asesinato impune, porque estas manifestaciones buscan introducir miedo entre la sociedad, ese atemorizamiento sirve para darle credibilidad a los propósitos de esos grupos.

De López Obrador se ha dicho de todo y para no escatimarle nada ahora Soriana se queda a un paso de llamarlo incitador al terrorismo, tal vez porque eso sería un exceso con severas consecuencias legales. Pero es indudable que el PRD nunca se ha acercado a la guerrilla y que Marcos los despreciaba, luego entonces, llevar el debate hacia allá no le abona mucho al debate político.

Algunas voces sugieren que esos actos son montajes que buscan provocar reacciones severas en contra de la izquierda, esto es gravísimo aunque no del todo inverosímil, ya sea porque Vox populi no se equivoca, o porque las teorías conspiratorias siguen vivas y bien alimentadas. Estas versiones adquieren credibilidad en parte por el anonimato de los actos, porque no aparece quién busque una ganancia con los mismos, ni quién reclame la autoría. Todo muy sospechoso.

Los guerrilleros siempre dejan su marca y mensajes, los criminales también hacen lo propio, inclusive han popularizado el uso de mantas con mensajes, ¿Quiénes son entonces los que están agrediendo casinos con granadas, tiendas con bombas molotov? Soriana podrá reclamar un intento de robo como parte de su reclamo contra la izquierda, pero en un país donde los delitos abundan, es factible la coincidencia.

Lo peculiar de este momento es que se entregan pruebas de que se violó la ley y una cadena comercial y un banco (¿por qué no agrede nadie al banco?) aparecen involucrados en actos delictivos, pero a fin de cuentas cada quien tiene sus querencias y sus fobias y puede atreverse a lo que quiera, hasta que alguien más hable y denuncie.

 

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