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1128 21 Agosto 2012

 

Violentos anónimos
Nora Elsa Valdez

Monterrey.- ¿Por qué será que existen grupos de doce pasos para todo tipo de adicciones, como las drogas, el alcohol, la comida, el sexo, el juego, la neurosis y muchas adicciones más, pero no existen grupos para los adictos a la violencia?

Bueno, hay algunos valientes grupos que han empezado a surgir, como el de FORKADOS de la Facultad de Psicología, y otros pocos, para atender la problemática de los hombres que ejercen violencia contra las mujeres, sobre todo violencia física. Pero muchos llegan a estos grupos remitidos por la justicia para que dejen de ser un peligro para su pareja, y no por su propia voluntad.

Es extraño ver cómo la mujer que sufre violencia, busca ayuda en diversos grupos de doce pasos, como Codependientes Anónimos, o Al-Anón, pero no busca ayuda el hombre que la violenta. Los dos son parte del problema de la violencia en nuestra sociedad, pero sólo la mujer busca soluciones.

La víctima busca ayuda o es rescatada por sus seres queridos, pero su compañero ni siquiera sabe que tiene un problema con su violencia, ni que es un agresor, ni que está cometiendo un delito, pues ya existe una Ley que consigna que la violencia contra la mujer es un delito y merece pena de cárcel.

En nuestra cultura ancestral machista, la mujer se debía resignar a aceptar la costumbre de que su marido la golpeara, pues tanto la mujer como sus hijos se consideraban “propiedad” del marido. Mujer e hijos debían soportar el sufrimiento, maltrato y todo tipo de injusticias sin protestar. Y digo que “era” una costumbre, suponiendo que en estos momentos ya no lo fuera. Pero la cantidad de feminicidios en nuestro país dice otra cosa, pues la CEDAW acaba de dar a México algo parecido a una Medalla de Oro en este rubro.

¿Seguirá estando nuestro país lleno de orangutanes que gritan y golpean su pecho para demostrar que siguen siendo los trogloditas de siempre? Como decía Héctor Suárez en su inolvidable programa (con el que trataba de hacernos ver tantas cosas equivocadas que suceden en nuestro querido México, y cambiar nuestra consciencia): ¿Qué nos pasa?

Yo creo que tanto hombres como mujeres estamos llenos de creencias equivocadas, que provocan que el hombre maltrate y desprecie a su mujer, y que la mujer soporte la violencia y el maltrato, en vez de no permitirlo jamás.

Los gobiernos y autoridades hacen grupos y refugios para esconder a las mujeres del maltratador, cuando deberían de meter a los maltratadores a la cárcel, y poner a ambos en rehabilitación psicológica para cambiar sus creencias equivocadas.

¿Será correcto dejar suelto un gorila con un garrote en la mano, mientras todos se esconden en sus casas para evitar que los ataque? ¿El ser humano será menos inteligente que el gorila, cuando le permite ser el rey de la selva? ¿O es que hombres y gorilas han hecho un pacto para que en la Tierra impere la ley del más fuerte y más bruto?

Deberíamos de tener miles de grupos de Violentos Anónimos atendiendo a los hombres “machistas y misóginos”, como decía Marthita, que hay en nuestro país. Pero esperar que esto suceda es una utopía, pues ningún hombre machista cree que está haciendo las cosas mal, sino que por el contrario, se enorgullece de ser muy macho, como Cruz Treviño Martínez de la Garza, el de “La Oveja Negra”. Y mucho menos este hombre reconocerá que es violento o que necesita ayuda.

El hombre que se cree muy macho considera que tiene todo el poder para hacer lo que le dé la gana, aunque pisotee a los demás, y esto lo hace sentir muy contento. El no cree tener ningún problema de adicción a la violencia. ¿Por qué se va a preocupar? ¡Que se preocupe la mujer, si ella cree que tiene algún problema! ¡Que ella vaya al psicólogo, pues la loca es ella!

Me pregunto cuántos serán los hombres que aman, respetan y cuidan a sus mujeres y a su familia. Cuántos serán los hombres que conocen el respeto en nuestra sociedad.

La violencia también se convierte en adicción, como el alcohol o las drogas. Produce una sustancia adictiva que se llama adrenalina, que produce una sensación de euforia y de poder. Y como sucede con cualquier adicción, la persona siempre quiere más, y ni siquiera se da cuenta de que se ha vuelto adicta a la adrenalina, a la violencia.

Si es muy difícil que un adicto a cualquier sustancia, reconozca que lo es, creo que será imposible que un hombre adicto a la violencia se dé cuenta de que es un “VIOLENT-ADICTO”, y menos que reconozca que tiene un problema “con su manera de tratar a las mujeres”. Y mucho menos pensará que necesita asistir a un grupo de “Violentos Anónimos”, que ni creo que existan.

Si llega a la cárcel por golpear o matar a su mujer, no entenderá por qué la sociedad es tan injusta con él, si él sólo se pasó la vida tratando de “educarla”. Alguien le inculcó desde niño que “hay que educar a las mujeres”, pues las inocentes no saben lo que hacen; y que el comportamiento de su mujer “es su responsabilidad”. Porque además, de ella, y únicamente de ella, depende “el honor” de la familia. Pobrecita si no lo cuida.

Al hombre le enseñan la Ley del Azadón, para que él siempre salga ganando. ¿Por qué no se enseña esta Ley a las mujeres, en vez de a los hombres? Así ellas se podrían hacer adictas a la violencia, disfrutarían el poder, podrían hacer lo que les diera la gana aunque pisotearan a los demás y estarían muy contentas. Además se pasarían la vida “educando” al marido ignorante que no sabe lo que hace; fiscalizarían el comportamiento del marido día y noche porque sería “su responsabilidad”, y así “el honor” de la familia quedaría únicamente sobre los hombros del marido, quien tendría que cuidarlo porque si no, la mujer podría recurrir al “hombrecidio”. Y así tampoco las mujeres tendrían para qué ir a Violentas Anónimas. ¿Qué le parece?

Se ha descubierto que existe una sustancia que se llama oxitocina, que se produce en nuestro cuerpo cuando estamos alegres y en paz con los que nos rodean, y que nos hace sentir saludables. ¿No será más edificante y beneficioso para todos hacernos adictos a la oxitocina, en vez de adictos a la adrenalina del miedo y la violencia?

Si estamos llenos de violencia en nuestra sociedad, pero nadie se reconoce como violento, o sea, nadie dice: “yo soy violento”, sino que en lugar de esto dicen: “yo soy muy macho”, ¿podría alguien explicarle a los machos que ser macho es sinónimo de ser violento?

Nadie reconoce ser violento, y por eso no existen (ni existirán), grupos de “Violentos Anónimos”. A lo mejor, y para no ir contra la corriente, quizá sea más fácil hacer muchos grupos de “Amorosos Reconocidos”, o séase, de adictos al Amor.

Al menos la adicción al Amor produce oxitocina y seres inofensivos.

 

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