FRONTERA CRÓNICA
Problemas graves
J. R. M. Ávila

Monterrey.- Griselda Cruz López escribe en twitter desde Xalapa: “¿Algún día se quitará la lluvia?” Y yo, viendo que aquí la canícula se ha ido, pero no el calor, le contesto: “¿Algún día lloverá en Monterrey?”. Y ella de inmediato escribe: “Tláloc ha de andar de vacaciones por el norte”.

Me quedo pensando. Si todos los problemas se redujeran al verano de infierno que sufrimos año tras año, las cosas no pasarían a mayores. Total, te refrescas de la manera que mejor te acomode, que para eso son las bebidas, los ventiladores y los aparatos modificadores del clima en tu casa, a menos que quieras aprovechar el fresco de las grandes tiendas departamentales.

Pero resulta que en este país en que nos toca vivir, el calor no es el único problema que enfrentamos. La guerra del narco, por ejemplo, parece el mejor pretexto para mantenernos a raya, porque contra el peligro de muerte “accidental”, que asoma a todas horas y en los lugares menos esperados, no hay bebida ni ventilador ni aparato de clima que valgan.

La adulterada elección para la presidencia de la república es otro botón que salta a la vista, con peligro de dejarnos tuertos. Ahora resulta que el sistema ha revivido a una puta momia de 70 años y la maquilla pretendiendo mostrarla fresca, radiante, como una muchachita inocente. Si ese no es problema grave para un país como el nuestro, entonces ¿por qué el sacerdote Raúl Vera, mientras oficia, tiende una manta que reza: “La democracia ha muerto”?

Porque si ese no es problema, entonces no perdamos de vista los “profundos” problemas que nos plantean las telenovelas, las vicisitudes de los múltiples torneos de futbol que se nos ofertan, las noticias que generan las vacuas vidas de actores-actrices-cantantes, los campeonatos de box a todos los niveles, los enfrentamientos espectaculares de lucha libre o la infinidad de películas véase-y-deséchese que pululan por doquier.

Si los peligros de la guerra o el inmoral manejo de las elecciones no nos parecen problemas graves, sigamos creyendo y pregonando que somos campeones mundiales de futbol, a sabiendas de que es una falacia. Que no nos detenga la advertencia de Jorge Valdano: “El fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes”, y sigamos cantando: “We are the champions, my friend”.

Si creemos que no han sido problema grave los cerca de 100 mil muertos y más de 300 mil desaparecidos que arroja hasta ahora la guerra contra algunos sectores selectos del narco, sigamos creyendo cuanto declara Calderón que, no contento con haber masacrado a la democracia, ahora pide que el pueblo apoye a Peña Nieto, ignorando lo que alguien escribió hace poco en una manta: “Peña Nieto, si eres el candidato del pueblo, ¿por qué no sales a las calles a recibir nuestro apoyo?”

Si todo esto no es problema, sigamos quejándonos de la lluvia o de la sequía, del calor o del frío, del ruido y la furia del relámpago y su estruendo, de las ventoleras predicando en el desierto.

Al menos de eso no culparemos a Calderón ni a Peña Nieto. ¿O sí?