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1148 18 Septiembre 2012

 

ANÁLISIS A FONDO
Trabajo sucio a Felipe
Francisco Gómez Maza

¿Conoce a Evangelina Vélez, secretaria del Trabajo?
No pudo defender la reforma laboral de Calderón

Monterrey.- Desde la oscuridad del primer equipo presidencial a punto de fenecer, Rosalinda Vélez Juárez, bonita bateadora emergente en la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, fue ayer a la cámara a intentar defender a Felipe Calderón.

Ante los integrantes de la Comisión del Trabajo y Previsión Social de la Cámara de Diputados, encargados de dictaminar el proyecto de ley laboral, la señora intentó explicar las sinrazones de su jefe para iniciar reformas librecambistas a la Ley Federal del Trabajo.

Ayer lunes, los integrantes de la Comisión legislativa del trabajo citaron a la señora Vélez Juárez en un gran salón del complejo de San Lázaro en lo que se denominó “Reunión Ordinaria y Comparecencia de la secretaria Rosalinda, etc., etc.” La señora secretaria prologó la sesión de preguntas sin repuesta con la lectura de un resumen de las consideraciones del ejecutivo incluidas en el documento de la iniciativa. Jamás presentó un juicio personal sobre el asunto.

Los diputados encargados de estudiar y elaborar el dictamen que votará el pleno, antes de que se clausure septiembre, le preguntaron a la funcionaria qué “(d)ijo Calderón”, o más bien qué quiso decir. Los de la izquierda obviamente le plantearon interrogantes, fundamentadas con datos y cifras de instituciones oficiales como el Banco Interamericano de Desarrollo en torno a la falsedad de los fundamentos de Calderón, sobre todo el sofisma de que, si no se aprueba la reforma, se atentará contra la productividad del aparato de la economía, cuando lo que menos creció –es más, cayó– durante el sexenio del michoacano fue la productividad de la economía.

La verdad es que la productividad de la economía mexicana nunca ha mejorado. Al contrario, históricamente ha venido deteriorándose en comparación con la de los principales socios comerciales de México. La industria mexicana, por ejemplo, a no ser por la producción automotriz, con un amplio mercado en Estados Unidos, sector financiado principalmente con inversiones estadounidenses, no levanta. El agropecuario está muerto. Nos salva de nuevo el petróleo.

Pero no es mediante el abatimiento de los costos laborales como se va a, ya no aumentar la productividad, sacar a flote la economía y el empleo, ni la propuesta de ley laboral será la panacea, porque una ley se decreta en México sólo para ser violada. Además lo que propone Calderón con la iniciativa es inclusive más retrogrado que la legislación laboral de la república de Chile –la más ortodoxamente librecambista neoliberal del subcontinente-, que siempre ha sido un paradigma para los gobiernos neoliberales de México.

Y no es broma. La verdad es que Vélez Juárez evadió todas las cuestiones importantes planteadas por los integrantes de la Comisión legislativa del Trabajo. Los diputados panistas francamente no tuvieron argumentos de peso para defenderla. Lo menos de que adoleció la joven y bella funcionaria fue de ingenuidad y candidez. Fue, como vestal griega, enviada al matadero por el Saliente.

La mayoría de los miembros de la comisión, de la izquierda y del PRI, como viejos lobos de la práctica legislativa, destrozaron la iniciativa de Calderón como la más reaccionaria y derechista de la historia, no obstante que la funcionaria alegó que el contenido de la propuesta recogía propuestas de cuatro centenares de iniciativas que estaban archivadas en los estantes del Congreso.

Una de las más incisivas críticas de la iniciativa fue la diputada del Movimiento Ciudadano, Luisa María Alcalá Luján, bello retoño de Bertitha Luján, ex contralora del Gobierno del Distrito Federal, y quien llegó a la ciudad procedente de Chihuahua hace ya una treintena de años, como dirigente del socialcristiano Frente Auténtico del Trabajo, una emanación de la Juventud Obrera Católica.

No hubo en realidad mucha tela de donde cortar al escuchar y mirar la comparecencia de Vélez Juárez. Dos frentes. De un lado, un grupo de avezados y bien informados legisladores. Del otro, una mujer convencida de Felipe Calderón, pero que no tuvo arrestos, ni argumentos, ni mucho menos cifras duras, para convencer de que la histórica Ley Federal del Trabajo tiene que ser cancelada para crear otra a medida del absolutismo del poder del dinero.

Los diputados de la Comisión del Trabajo y Previsión Social sólo disponen de apenas dos semanas naturales para elaborar el dictamen. Por ley, como la iniciativa es de las llamadas preferentes, tienen que haberla aprobado, para que pase al Senado, a más tardar el próximo 30 de este mes de septiembre. Rechazada, la iniciativa entraría a dormir el sueño de tantas y tantas iniciativas sobre el mismo tema, que no han funcionado.

Y priístas e izquierdistas estaban ayer dispuestos a que la iniciativa no pasase. Además, si se trata de reactivar la economía y frenar el galopante desempleo que generó la fallida política laboral de Calderón, lo menos que importan son las reformas estructurales, que ni la economía ni el empleo se reactivan por decreto. Ya lo advirtió hace unos días el empresariado: las nuevas inversiones están condicionadas a que en el país haya una seguridad pública plena y otro de los grandes logros de Calderón es la violencia, la muerte y las por lo menos cien mil ejecuciones por la guerra del narco.

En fin, que todo parece una simulación; simulación de Caderón y simulación de los diputados. Lo que menos importa es la situación de los trabajadores.

analisisafondo@cablevision.net.mx

 

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