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1156 28 Septiembre 2012

 

Confianza y elecciones en América Latina
Luis Miguel Rionda

Guanajuato.- El día de ayer, jueves 27, algunos profesores del Campus León de la Universidad de Guanajuato (UG) presentamos el libro del doctor Fernando Barrientos “Gestión electoral comparada y confianza en las elecciones en América Latina”, que recién publicó el Instituto Nacional de Administración Pública (INAP), en virtud de que el texto obtuvo el segundo lugar en la XXXV versión de su célebre premio nacional.

Fernando Barrientos del Monte es un joven doctor en ciencia política egresado de la Universidad de Florencia y pupilo del celebérrimo gurú de esa disciplina, Gianfranco Pasquino, quien además contribuyó con un interesante prólogo al libro. Para nuestra fortuna, el autor del volumen es hoy profesor de tiempo completo en la División de Derecho, Política y Gobierno de la UG y director del nuevo Departamento de Estudios Políticos. También conduce el programa radiofónico Zoon Politikon de Radio UG, que se trasmite todos los miércoles a partir de las 15 horas.

El texto no solamente es de gran interés, sino también de enorme oportunidad en estos momentos postelectorales, cuando acabamos de ser testigos de una nueva andanada en contra del Instituto Federal Electoral (IFE), que nos recordó los tristes episodios del 2006. El trabajo de Barrientos es un serio esfuerzo de revisión del desempeño en la gestión electoral de los Órganos Electorales (OE) de once países latinoamericanos desde los años ochenta hasta el 2010. Dicha gestión es medida en función de su eficacia –consecución de los objetivos- y su eficiencia –optimación de los recursos. De una buena gestión puede intuirse que el OE será beneficiario de la confianza institucional, es decir del reconocimiento de parte de los actores políticos y los ciudadanos al buen desempeño del organismo, abonando a la legitimidad del sistema político en general.

Aunque el sentido común nos dicta que dicha confianza siempre será directamente proporcional a la buena gestión, resulta que en muchos países, incluido el nuestro, el OE correspondiente no recibe un reconocimiento local que acepte el buen desempeño del árbitro o del administrador de justica electoral. Eso es precisamente lo que les ha sucedido al IFE y al TRIFE en los dos últimos comicios presidenciales, que siguen siendo presa de la desconfianza de una importante proporción de los ciudadanos. Ello a pesar de que las evidencias objetivas disponibles –no los dichos o los chismes- nos indican que ambos procesos se apegaron a la legalidad, a la imparcialidad y a la ortodoxia en la técnica electoral.

Pasquino se pregunta en el prólogo: “¿Quiénes o qué impide que la eficiencia y eficacia de los organismos electorales se traduzca en mayor confianza de los electores hacia los procesos electorales?” Y agrega: “Comúnmente se afirma que los responsable son, por un lado, los medios de comunicación y, por otro, los mismos políticos”. Barrientos emplea los resultados de múltiples encuestas y evaluaciones realizadas sobre los OE y sobre los procesos electorales de los once países y concluye que todos esos comicios pueden ser calificados, en términos generales, de libres, justos y limpios. Y sin embargo, con excepción de Chile, Uruguay, Argentina, y en alguna medida Brasil, los políticos y los ciudadanos se encuentran insatisfechos con la democracia y las elecciones. Se cae en la paradoja de que “allí donde los organismos electorales tienen mayores niveles de independencia y poderes sobre los procesos electorales y donde se han llevado a cabo amplios procesos de reforma en la materia, la población sigue desconfiando de las elecciones.”

Barrientos agrega luego: “Los organismos electorales latinoamericanos son instituciones colosales respecto a aquellos existentes en las democracias consolidadas.” Además, los países que padecen la desconfianza ciudadana son aquellos donde se gasta más en las elecciones. De poco sirve la permanencia, la profesionalización, la revisión normativa constante y la ampliación de las facultades de los OE, si al final, sin importar su desempeño, los actores políticos y sus simpatizantes descalifican el proceso, sobre todo si resultan perdedores. Esto quiere decir que el camino para la recuperación de la confianza no transita por nuevas reformas electorales, ni un mayor gasto en los partidos y las elecciones, sino más bien en la vía anotada por el autor en sus líneas finales: “pensar y llevar a cabo otro tipo de reformas, como económicas y sociales, para mejorar la calidad de las democracias en la región, y de esa forma quizá aumentaría la satisfacción de los ciudadanos con esta forma de gobierno.”

Antropólogo social. Profesor investigador de la Universidad de Guanajuato, Campus León. luis@rionda.net – www.luis.rionda.net - rionda.blogspot.com – Twitter: @riondal

 

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