Cuando nacionalizar la energía daba gusto
Carlos Manuel Sabines
Ciudad de México.- Hace 52 años Adolfo López Mateos, emitió el decreto por el que la industria eléctrica se nacionalizaba. El hecho debiera ser considerado histórico, por las consecuencias positivas que acarreaba.
¿Alguien se acordó de ello? Nadie, ni siquiera la paraestatal considerada como empresa de clase mundial, según Calderón, aunque no explicó el porqué. Por nuestra cuenta afirmamos que se anticipó a los hechos, porque cuando se refirió a la clase mundial seguramente estaba creyendo en la capacidad de ineficiencia, ineficacia y sobre todo corrupción, que alberga ese organismo.
Antonio Solá, artífice de las campañas sucias, de Calderón y JVM, "de contraste", las llaman los ofensores, dice a toro pasado, como lo hacen las ratas que abandonan el barco cuando se hunde, que él no fue autor de la campaña fallida de la señora de azul, él sólo tuvo participación en la parte de contraste.
Cuando cobró y bien, seguramente en euros, nunca mencionó que si se perdía, él negaría haber sido estratega de la campaña, que solía decir cuando le convenía. El tío no tiene nada de la hidalguía de los nobles españoles, pues no todos son mercachifles como el susodicho.
En cuestiones económicas, para negar eso de que somos un país sólido, con fortalezas que sólo ellos ven, el director adjunto del Instituto Mexicano para la Competitividad, México Evalúa, el CEESP y el CIDE, unieron sus conclusiones y llegaron a las siguientes:
La baja inversión extranjera; la nula productividad; los monopolios y oligopolios, así como la pobreza son los principales focos rojos del crecimiento económico mexicano. Afirmaron que la inversión debe alcanzar cuando menos el 25% del PIB y actualmente representa el 23.3%. Que la inversión directa extranjera que actualmente es del 0.7% del PIB, debiera ser del 4%. Que la productividad creció 0.12% anual desde 1962, que se compara con 1.2% que logró Brasil, 2.4% de Chile y 8.3% de China. ¿Qué opinan los genios de las finanzas públicas mexicanas?
En ese sentido y de más malas noticias, Standard & Poors emitió un reporte en el que sostiene que la calificación de la deuda mexicana, está sobre valuada. No hay por qué subirla de categoría, como se pretende y que la categoría que le fue asignada en diciembre de 2009 de "BBB" es la correcta y no "A+"
El Instituto Mexicano del Petróleo afirmó que hacen falta dos refinerías adicionales a la de Tula, con capacidad de procesar 140 mil barriles diarios. Lo anterior para poder abastecer la necesidad que provocará la demanda de gasolinas en los próximos 5 años. A como van las cosas, esa afirmación no pasará de un sueño.
El ínclito inquilino de Los Pinos se presentó ante la LXVII Asamblea General de las Naciones Unidas y ahí regañó a todo el mundo, pontificó y dijo que la ONU debe encabezar una discusión a la altura del siglo XXI y sin falsos prejuicios, en torno de los alcances y límites del actual enfoque prohibicionista de las drogas.
Endureciendo la voz, narran las crónicas, reclamó la exploración de todas las alternativas, incluyendo opciones regulatorias o de mercado, para eliminar las ganancias exhorbitantes de la criminalidad.
Se sinceró señalando que ha llegado el momento de que los países consumidores evalúen con toda honestidad, si pueden, si cuentan con la voluntad y con la capacidad para reducir el consumo de drogas de manera significativa y sustancial.
Bófonos, diría Raúl Prieto, el irremplazable Nikito Nipongo. A ver, ¿cómo está eso de que hay que eliminar las exhorbitantes ganancias? ¿Se quedaría tranquilo si esas utilidades fueran moderadas, mesuradas? ¿Y eso de que digan los países consumidores, a calzón quitado, si quieren, si pueden reducir de manera sustancial y significativa el consumo, como aplica en nuestro caso? ¿A base de guerras, sacando a las calles a las Fuerzas Armadas? Hay mucho que preguntar al susodicho.
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