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1163 9 Octubre 2012

 

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Histórico rezago educativo
Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- Hace unos días apareció un artículo del maestro universitario José Blanco sobre los desafíos que enfrentan las instituciones de educación superior mexicanas y latinoamericanas en general.

Las reflexiones de José Blanco parten del dato sintomático de que un 40 por ciento de los egresados universitarios en los últimos diez años no han encontrado un trabajo que corresponda con su formación académica.

La explicación de Blanco sobre esta situación es de que a pesar de las grandes transformaciones que se han dado en el Mundo las instituciones universitarias mexicanas se mantienen sin cambio, como hace décadas: a) el mismo patrón organizacional, b) la misma organización del conocimiento, c) la misma gestión del conocimiento y d) el mismo modelo pedagógico.

El modelo napoleónico, sobre el que se desarrollaron las universidades, siguiendo los criterios del positivismo de Comte del siglo XIX, se organiza por carreras, que se traducen en licenciaturas: abogados, médicos, físicos, químicos, etc, con cada carrera corriendo por su cuenta, sin ningún contacto o compartición de enfoque o metodología. Interdisciplinariedad o multidisciplinariedad, para nada. Además, el contenido de las carreras se ha fosilizado.

Estas reflexiones ponen en la mesa del debate si la organización y “productos” universitarios ya no corresponden o ya no responden a las exigencias de una sociedad y una economía que no son las del siglo XIX sino del XXI y que se basan de manera definitoria en el manejo de la información y el conocimiento.

¿Será que en ante ésta sociedad del conocimiento las instituciones de enseñanza se quedaron rezagadas?  O más bien, habría que reconocer que las instituciones que ahora tenemos se crearon para responder a una sociedad y una economía del capitalismo industrial y que ya no son adecuadas para una economía basada en los servicios y en la información. Habría que revisar el modelo institucional y el enfoque académico.

Tal como sucedió con la creación de las escuelas públicas iniciales para la educación masiva, en el siglo XIX,  que prepararían la mano de obra, los recursos humanos, que requeriría el trabajo en las grandes fábricas y con el sistema de la producción en serie. También se establecieron las escuelas normales;  para preparar maestros cuya misión sería la de fomentar o crear disciplinas y rutinas, conocimiento organizado y sistemas de pensamiento, que se correspondieran con la sociedad industrial. Ahora habría que repensar tanto la educación básica como la formación de los docentes.

¿Qué es lo que está pasando en el mundo en materia de educación superior? Lo más destacado es el proceso iniciado en Bolonia en 1999 y que estableció el denominado Espacio Europeo de Educación Superior.

El proceso para desarrollar ese Espacio se basa en tres “pilares”:

I. Un sistema de créditos; con reducción de las horas de clase presencial a favor de prácticas tuteladas por el personal docente.

II. El nivel de educación superior se divide en dos ciclos: un primer grado de orientación generalista y un posgrado de orientación especialista. El principio que articulará este sistema será la adquisición de habilidades, frente a la adquisición de conocimientos y estará fuertemente dirigido a dar respuesta a las necesidades laborales.

III. Acreditación. Se prevé la creación de sistemas de acreditación con una evaluación interna y otra externa, que acredite la calidad de cada centro formativo y su adecuación a los requisitos del Espacio europeo de Educación Superior.

Además se establecerá un documento en el que se especificarán las habilidades o competencias adquiridas por el estudiante egresado. 

Esta orientación de las competencias se planteó hacia finales de los años ochenta como una forma de identificar los “saberes de cómo hacer” que se adquieren en la práctica y que tienen un valor de mercado. Se creó entonces el sistema de certificación de competencias. Algo asociado a los oficios.

En la actualidad el concepto de competencias se empieza a extender a otros ámbitos y toma nuevas acepciones.

En México el enfoque de las competencias se ha estado desarrollando en las universidades mexicanas, desde hace algunos años, respondiendo a iniciativas de la ANUIES y bajo la presión para establecer esquemas de certificación de sus carreras. Sin, embargo, el diseño de la curricula basada en competencias no ha seguido hasta ahora una metodología de gran precisión, se formulan competencias “académicas” junto con competencias “profesionales” y de otro tipo.

En este contexto, lo que más llama la atención es que, sin mediar ningún debate o análisis público, el gobierno federal estableció un solo ciclo de educación básica, eliminando la separación histórica de educación pre-escolar, primaria y secundaria. La articulación de este nuevo ciclo se sustenta en una curricula basada en competencias. Si, basada en competencias. Desde el preescolar se identifican las competencias que habrán de desarrollar los niños de tres a seis años. Igual las que desarrollarán en la primaria y la secundaria. Con la novedad de que la promoción de un grado a otro no estará sujeta a los esquemas tradicionales de acreditación.

De esta forma, de buenas a primeras, prácticamente todo el sistema educativo mexicano, desde el preescolar hasta la universidad, (la preparatoria está en camino) están ya trabajando con base en competencias. Al menos desde un punto de vista formal. Claro que los maestros universitarios todavía no reconocen o desarrollan nuevas prácticas docentes. No se diga de quienes ejercen la doccencia en la educación básica. Al igual que las escuelas normales que ahora tendrán que preparar maestros para una docencia basada en competencias y para desarrollar competencias. Se ha impuesto una curricula que se dice está diseñada con base en competencias aunque los maestros no hayan recibido entrenamiento formal al respecto.

Las críticas al proceso de Bolonia y al esquema basado en competencias es que tratan de responder a las necesidades que el sistema económico, las empresas, experimentan en la actualidad, en el corto plazo. No obstante, la idea de un primer grado orientado a formar generalistas estaría respondiendo a lo que demanda la economía del conocimiento. No se requieren conocimientos especializados en disciplinas científicas, sino habilidades para obtener información, analizar y procesar información, transmitir y comunicar información, etc. Son estas estas las competencias básicas que se requieren en la sociedad y economía de la información. 

La aplicación del proceso de Bolonia en las instituciones de educación superior latinoamericanas ya está en curso. En el año 2003 la Comisión Europea aprobó una iniciativa para promoverlo en los ministerios, asociaciones de rectores e instituciones de la región.

Quienes revisan con ojo crítico esa iniciativa señalan que no va más allá de la copia de un modelo europeo que se pretende aplicar sin cambios a América Latina. Subrayan que mantiene la tesis del pensamiento único, ya que impone un conjunto único de competencias que se consideran válidas tanto para Europa como para América Latina sin tomar en cuenta la enorme diversidad cultural, social y política de estas regiones. Se plantea también que ofrece una aproximación pedagógica-educativa que fragmenta la formación profesional y que impacta negativamente en la identidad de profesores y estudiantes.       

Las universidades mexicanas avanzan con lentitud en la instrumentación del modelo de las competencias. Habrá que ver hacia dónde se encaminan en el futuro inmediato. Si seguirán actuando bajo la presión de la OCDE o en mayor cercanía con el proceso de Bolonia. ¿Se adoptará la orientación generalista en el nivel de licenciatura?

En la educación básica el riesgo es mayor. La conformación de un ciclo único y el esquema de competencias se lanzaron de golpe y porrazo al cuarto para las doce. La llegada del nuevo gobierno mexicano abrirá necesariamente un espacio de revisión de lo que se implantó a quemarropa.

La simulación, el decir que se trabaja en competencias, sin observar ningún rigor metodológico,  no sólo hace inviable su instrumentación sino que desacredita el concepto.

¿Hacia dónde va la educación en México? ¿Se pondrá en línea con las necesidades de la economía del conocimiento, aunque la economía mexicana está muy lejos de serlo?  

El dato impresionante de desempleo entre los egresados universitarios mexicanos en los últimos diez años debe mover a la reflexión. Más del 60 por ciento de los egresados universitarios no encuentran empleo. Tal vez no es totalmente cierto que las carreras y nuestras instituciones académicas son muy deficientes  y que están desconectadas del mercado de trabajo. Habría que señalar el mediocre crecimiento económico que no genera los empleos necesarios. La falta absoluta de oportunidades niega toda posibilidad a la actualización o al reciclaje profesional vía la actualización.

De cualquier forma, valdrá la pena repensar el modelo universitario, remodelarlo atendiendo a un entorno económico y social que ya no es el industrialismo del siglo XIX. Los estudios generales siempre han sido una opción; claro que no se trata de establecer troncos comunes de las disciplinas de siempre.

 

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