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1172 22 Octubre 2012

 

Benemérita Cruz Roja
Samuel Schmidt

Los Ángeles, California.- Un chiste en boga cada vez que la Cruz Roja hace su colecta, es que a alguien le piden su donación y responde: "Ya doné, acabo de atropellar a alguien".

No hay la menor duda que la Cruz Roja ha cumplido con un papel fundamental en la pacificación del mundo y en atender a las víctimas en procesos bélicos. La institución se convirtió en intermediario confiable entre partes en conflicto y su símbolo se volvió garantía de protección para la atención humanitaria, especialmente en las guerras.

Pero también se convirtió en una instancia para atender a las víctimas de accidentes o problemas médicos en muchos países del mundo. Según Wikipedia existen 187 Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, aunque la institución decidió ignorar a la Estrella de David roja, ojalá que no sea por discriminación.

Ante esta labor loable en México siempre hay un ajuste nacional. Cuento la historia que me relata un amigo.

Fui a la Cruz Roja en el DF por un certificado médico que solicitaban en el trabajo, este tenía que ser de una institución oficial, yo pensé que esta institución era confiable. La primera vez que fui, muy temprano y en ayunas porque me dijeron que tomarían una muestra de sangre, me informaron que la caja se abría a las 8 y empezaban a atender a las 9, y lo hacían según iba llegando la gente.

Decidí volver otro día, en ayunas, pagué 70 pesos, cantidad que me pareció razonable, y me registré a las 8:30; fui el tercero en la lista. Llegaron las 9, las 9:30 y entonces un médico atendió a una persona. Un poco más tarde llegó una pareja custodiada por un médico gordo que de inmediato se puso a mandar mensajes por celular, un funcionario que en muy mal inglés explicaba que era la institución y dos personajes más que se mantuvieron a un lado.

Salió la paciente del cubículo y entró la pareja acompañada del funcionario angloparlante. Ya eran las 9:50, entonces me levanté y le pregunté a la secretaria de trabajo social sobre la hora en que empezarían a recibir; indicó que ya estaba recibiendo el doctor pero que la dirección había enviado una paciente. Cuando me quejé me dijo que el doctor estaba ahí desde las 7 y me indicó hacia los dos personajes ahí parados: ahí están los directivos, hable con ellos.

Encaré a los dos funcionarios para quejarme que estando ahí esperando que atendieran, eso de las nueve es un simple formulismo:

- No se preocupe ahorita lo atienden.

Cuando me senté una persona que vio que me quejé hizo lo propio con su pareja reclamando que para qué lo citan a las 9, si siendo las diez todavía no lo atendían. Le sugerí que se quejara con los jefes, pero no lo hizo; allá él.

Poco rato después me llamaron, me metieron a un cubículo y alguien empezó a hacerme una historia clínica, a mano, en una forma de receta, sin orden. Paso seguido me metió al cubículo del doctor que hace los certificados y ante él me quejé. Él dijo que estaba ahí desde las 8 (¿quién mintió sobre su hora de llegada: él o la secretaria de trabajo social?), que la dirección había metido a un paciente y que él no era responsable porque apenas en ese momento, pasadas las 10, le habían pasado la lista de personas.

Volvió a hacer la historia clínica y expidió el certificado. Cuando le pregunté qué eran los números que había asentado, respondió que eran los datos del examen médico que me había practicado la enfermera. Tal vez no me di cuenta cuando me midieron la presión, o me tomaron la temperatura.

El doctor Juan Carlos Cruz Mendoza, cédula profesional 6019835, consigna haber “realizado exploración clínica completa”, pero solamente me midió, asentó el peso que le dije porque el piso de la báscula era inestable y dudo que sirviera. No me acercó un estetoscopio o atisbó a mi garganta para ver si estaba limpia. El doctor Cruz extendió un certificado de salud ¡Falso!, con el sello de la benemérita institución. Si la sociedad confía en la condición de salud certificado por la Cruz Roja, debería pensárselo dos veces, porque la institución ¡Vende! papeles que no consignan la menor verdad y ¡Defrauda! a la sociedad.

El doctor Cruz debía saber que los datos eran falsos porque no tenía ni una nota que consignara los indicadores médicos básicos que el certificado contiene y era sabedor que la enfermera no había hecho ¡Nada!

Es una vergüenza que esa institución se preste para tales maniobras; es irresponsable porque pudiendo ayudar a mantener la salud preventiva, prefiera ganar dinero en lugar de cumplir.

 

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