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1174 24 Octubre 2012

 

Celopatía por la dirección en la UPN
Gerardo Luis Palacios

Guadalupe, Nuevo León.- He buscado en las teorías sociológicas cómo explicar este fenómeno y no encuentro ninguna que defina el proceso que viven las personas y, en este caso, la comunidad de la Unidad 19B de la UPN, pequeña por su número pero grande por su significatividad social.

Explorando otros terrenos conceptuales me encontré con la celopatía, enfermedad siquiátrica relacionada con el apego, el afecto y los odios que una relación –generalmente amorosa– provocan en quien la vive.

No está de más decir que verdaderamente es un gran tormento para quien, por abusos sufridos en la niñez, la adolescencia o por una relación previa, desarrolla esta enfermedad siquiátrica.

Supóngase que mi esposa, que llamaremos Lilia, es una mujer triunfadora, dominante y ansiosa de vivir la vida y en un día cualquiera me espeta: "Tienes una amante que se llama Beatriz." "Pérate, mujer, ¿de qué se trata?

–Sí. Tengo pruebas.

–Oye, cálmate, ¿por qué no platicamos?

-Lárgate de mi vida, me das asco.

Así, esa mujer triunfadora y ansiosa de vivir la vida acaba de destruir su relación amorosa por su enfermedad crónica: celopatía proyectiva.

Tiene el poder económico para conocer la verdad, pero no le parece que haya que buscar nada. Ella está convencida y hasta dice tener pruebas. ¡Qué lástima!

¿Vivirá ciertamente un tormento mental por su enfermedad? ¿Encontró un estado placentero en el sufrimiento propio? ¿El fracaso de su primer matrimonio llevó al fracaso del segundo? ¿El engaño con otra mujer por parte del padre de sus hijos le causó daño permanente? ¿Todos los hombres que tenga en su vida la engañarán fatalmente?

Esa sensación de minusvalía y daño en la autoestima se puede curar. En algún momento de la relación Lilia sintió la necesidad, lo reconoció como enfermedad y se trató, pero no llegó al fondo del conflicto, mas lo hizo como una manera de demostrar a quien amaba que sí era capaz de transitar a un estatus de  autoseguridad y confianza, pero definitivamente no estaba curada, y persistió en el cuadro de celos: hurgando en el teléfono, en las pertenencias para encontrar una evidencia, una sola… nunca halló nada, entonces fue puro proceso mental: su convicción de ser engañada le alcanzó para tomar un nombre al azar y atribuir a esa mujer el objeto del supuesto engaño.

Pobre mujer que vive atormentada, que sufre en su interior su inseguridad, incapaz para vincularse de manera normal con su pareja o con quienes la rodean y estiman.

Aquí voy a dar un giro en esta historia porque el fenómeno que se vive en la institución se parece, y mucho, con el caso hipotético relatado. La diferencia fundamental estriba en que la relación amorosa es con un objeto: LA DIRECCIÓN y los protagonistas son dos que aspiran a obtener su amor.

Joel y César son dos apasionados amantes que están dispuestos a aliarse en esta etapa de búsqueda y conquista para, en su carrera, ganarle al otro poseer el amor de su vida. (Disculparán la transición pero no hallo otra manera de explicar este fenómeno.)

Ellos se figuran simbólicamente que el que escribe (Gerardo) posee LA DIRECCIÓN y compiten entre sí para conquistarla. Su estrategia es desprestigiar a Gerardo para debilitarlo en su posición y su posesión para pasar a ocupar su lugar. Muy seguramente este tránsito sería sólo un episodio más de la novela pasional que viven estos personajes atípicos, porque cuando uno de ellos la posea, el otro no tardará mucho tiempo en que emprenderá una nueva lucha encarnizada para romper el vínculo amoroso.

Volvamos a la actualidad. César ya sufrió un despecho, al menos con otra DIRECCIÓN, en la Facultad de Filosofía y Letras: aspiró, suspiró y salió frustrado, nunca la conquistó  Hoy, con más experiencia en los fracasos previos, anda buscando seducirla con un performance un tanto ‘fino’: se codea con funcionarios de educación, hace vínculos con personajes importantes en el círculo más cercano a su objeto amado y busca dar seguridades de que él la tratará bien, será honorable y muy respetuoso, en fin, todas las cosas que se afirman en la etapa de conquista (y que generalmente nunca se hacen realidad cuando la prenda amada es poseída).

Por su parte, Joel tiene cierta ventaja, porque él ya tuvo el amor de su amada DIRECCIÓN. Hace como 12 años la conquistó (también con algunos amigos de su círculo más cercano -Edilberto, Antonio, Juan- logró conquistarla), la disfrutó todo lo que quiso. Obviamente, pasionales como son, torcidos de la mente para conducir a la realidad sus más bajas pasiones, el resultado fue que la traicionó, la despojó y la ultrajó todo lo que quiso.

Pero eso fue hace muchos años, ya restregó las heridas, y a su favor opera el olvido. Todos los que la conocieron –a la DIRECCIÓN– y que vivieron con ella todos los abusos cometidos por Joel, los que sufrieron sin piedad sus caprichos principescos de un tirano chiquito, ya lo olvidaron (casi se podría decir, ya lo perdonaron).

Pero, no obstante, Joel se ha propuesto reconquistarla; para ello hace penitencia y ayuno como una manera de pedir perdón por lo malnacido que fue la vez anterior que la conquistó; pedir perdón por todo lo que le quitó y pedir perdón por todo el daño que le hizo. Decidió dar ese paso extremo porque su conciencia no lo dejaba en paz, de hecho no podía dormir.

Esto es una táctica para reconquistarla, sin duda muy efectiva, porque se ha rodeado de muchos amigos de antes y aprueban sus acciones poco ortodoxas para reconquistar el amor de LA DIRECCIÓN, azotando con fuertes golpes mediáticos para fulminar a quien hoy la posee; no importa si afirma mentiras, si grita infamias; no importa si hace daño estructural a la institución.

Ayer dijo que el actual director se robó dos camionetas, ahorita nomás falta que le achaque la paternidad de una de sus hijas. Todo para conquistar a su amada DIRECCIÓN, los medios justifican el fin… y parece que le está dando resultado.

Bien, dos situaciones disímbolas y al parecer ajenas, tienen mucho en común: en una, la celopatía galopante conduce al precipicio una relación; en la otra, la celopatía como simbolización –enfermedad de sociópatas– describe un periodo de una historia que todavía no termina pero que está y sigue haciendo mucho daño a las personas (y no sobra decir, a la institución protagonista de la historia).

El autor es director de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN/19B), donde actualmente se vive un conflicto entre maestros y dirección (N. de la R.)

 

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