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1352 2 Julio 2013

 

Regios desde el exilio
Jesús González

Monterrey.- En agosto del 2010, en medio de una de las partes más duras de la violencia que generó la llamada Guerra del Narco en Nuevo León, Lorenzo Zambrano, uno de los empresarios más poderosos de Monterrey y dueño de Cemex, decidió llamar “cobardes” a los habitantes que tuvieron que huir del Estado víctimas de la extorsión, el secuestro, y en muchos casos el asesinato o desaparición de familiares y amigos.

Muchos le reprocharon el haber llamado así a quienes huían, desterrados de su tierra que tanto quieren, pues lo hacía desde la seguridad de una nube de guardaespaldas que lo protege. Hasta hoy no hemos visto cifras que nos acerquen a la dimensión real del problema: Nuevo León perdió a miles de personas que se fueron a vivir a otro lado, y con ello perdió un capital social básico para la reconstrucción del estado, en una posguerra que aún no alcanzamos a ver.

Acercándonos a los testimonios, vemos que una gran parte de los empresarios que fueron afectados directa o indirectamente por la violencia, decidió irse y comenzar de nuevo llevando su talento y recursos a lugares como Texas, Querétaro o el Distrito Federal, inclusive algunos llegaron hasta Mérida. Encontraron ahí lugares que les ofrecieron condiciones para invertir lo que les quedaba, y cuando ya no les quedaba mucho, volvieron a empezar, con tesón y talento.

Poco a poco han ido recuperándose, no sin añorar con nostalgia la tierra que los vio nacer y les enseño, bien o mal, a desarrollarse. Muchos de ellos, adultos mayores de 40 años, no han podido insertarse socialmente por completo en esos otros lugares, a veces la barrera del idioma y la discriminación fuera del país los hace permanecer encerrados en sus casas, o sólo con el shopping como distractor.

Son honestos y dan gracias de que dentro del país no han sido rechazados, por lo general han sido bien recibidos, pero añoran su tierra.

No importa si el restaurante que pusieron en Mc Allen va bien, no importa si la consultoría que pusieron en el D.F. tiene clientes, no importa que las empresas que se asientan en el centro del país les den buenos empleos. Ellos siguen observando a su Nuevo León a la distancia.

Muchos jóvenes se encontraron en la encrucijada de continuar en un estado que no les garantiza mantenerse con vida, y que poco a poco empezó a no garantizarles puestos de trabajo. Actualmente, Nuevo León no tiene la capacidad de dar empleo a todos los profesionistas graduados. Así es como muchos de ellos, profesionistas o con algún oficio, decidieron marcharse también.

El shock de perder la seguridad que les significaba Nuevo León, fue muy duro, encontraron acomodo en otras ciudades que los recibieron con hospitalidad, como refugiados. Estos jóvenes que, por ejemplo en el DF son conocidos como regiolangos, y que ejercen su derecho a decirle tomate al jitomate, aún no saben si algún día regresaran. Algunos ya no quieren hacerlo.

Una parte importante de este segmento, es el de los que aún estaban estudiando en las universidades del estado y que después del asesinato de Jorge y Javier en las puertas del Tec en marzo de 2011, fueron obligados por sus familias a huir de la ciudad.

Algunos reportes de medios los calculan en miles. Perdimos algo que ha sido básico en el crecimiento: los llamados foráneos que se quedaban a vivir en el estado. Un dato importante es que en los años 40, la Universidad de Nuevo León reportaba que el 60 por ciento de su matrícula eran foráneos, paralelamente, durante los siguientes 20 años, la población de Monterrey se triplicó, lo cual sólo tiene una explicación: los foráneos se quedaron a construir la ciudad.

Son años en los que el estado se juega mucho, llamar “cobardes” a los regios que tuvieron que huir es un acto violento que resquebraja aún más el tejido social. Con lo que tenemos, hoy por hoy, no nos alcanza para restablecer la paz, una que incluya justicia y dignidad.

Muchos de ellos añoran regresar. Tener que vivir en otras ciudades les abrió los ojos: pudieron ver errores que cometió la sociedad del estado, y que nos trajeron hasta esta penosa situación. Valoran la franqueza del Sureste, la cultura de la legalidad de los Estados Unidos, la tolerancia del Distrito Federal, el empuje de esa nueva Babel que es Querétaro, y se preguntan ¿Por qué no lograr algo así para Nuevo León?

Una solución integral podría ser “repatriar” a estas mujeres y hombres, que sin duda, con la experiencia que han adquirido y con la frescura de ver las cosas desde afuera, serían un activo fundamental en la recuperación del estado.

Juntar esta nueva mentalidad de los repatriados, más las costumbres de los migrantes internos que siguen llegando a la ciudad, es una combinación explosiva que podría barrer con el status quo de políticos y empresarios que solo lucran con la desgracia de Nuevo León.

¿Cuándo regresan muchachos?
Los estamos esperando.

PD: Policías de Fuerza Civil entregan a un joven a delincuentes y es ejecutado. ¿A quién conviene simular que las policías de Nuevo León están bien? ¿ONG´S, Gobierno, Crimen organizado?

@proyectoepuente

 

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