Suscribete
 
1447 12 Noviembre 2013

 

Nahui Ollin y el doctor Atl
Amor y furia de volcanes y balazos
Hugo L. del Río 

Monterrey.- Nahui Ollin (Carmen Mondragón) fue la columna de fuego que chocó contra el volcán en erupción (el doctor Atl, Gerardo Murillo), y la tempestad de amor y lujuria, arte y cultura, ira y terneza se abatió sobre el Valle de México.

Las buenas comadres se santiguaban, los hombres se relamían los bigotes, las niñas abrían unos ojos del tamaño del mundo y los niños… Bueno, ya sabemos lo que hacen los peques en esas circunstancias.

Y es que los nuevos vecinos fornicaban desnudos, a plena luz del día, en el balcón del claustro del ex convento de La Merced.

Los estibadores y las verduleras del cercano mercado, los matones y las busconas se escandalizaban al escuchar sus pleitos. Y preguntaban, al oír los balazos, quién mató a quién.

Nahui unió a la sociedad en su contra. La condena fue unánime: desde los palacetes del Paseo de la Reforma hasta los barrios de rompe y rasga: “Es una puta y está loca”.

Ella se reía y si no llegaba el nuevo amante salía a buscarlo. Era invulnerable: la mujer más hermosa de México (ojos a ratos verdes, a ratos azules), combinaba una poderosa inteligencia con una vasta cultura y un profundo amor por la creación artística.

Y, bueno, si el manolo no entiende, siempre está a la mano el revólver con cachas de nácar.

 

 

Carmen Mondragón nació para desafiar al mundo. En el México primitivo, machista, misógino y violento de 1921 vivió como le dio su regalada gana:

Una locura de arte y cultura, de amor y lascivia: furia, balazos, celos ante la infidelidad de su hombre y complacencia en la propia.

Dibujó caricaturas, hizo pintura al óleo, sabía de baile, canto y composición musical, entendía de ciencia y se esforzó por asimilar la Teoría de la Relatividad. Y escribió su primer libro, en francés, a los nueve años de edad.

Vida vivida a plenitud, envuelta en misterios y muerte.

¿Asesinó a su hijo recién nacido? Su padre, el general Manuel Mondragón, infame entre los infames,

¿abusó de ella, y de su esposo? O, muy al contrario, ¿era virgen cuando llegó a compartir el lecho con Atl?

 

 

Gerardo Murillo era hombre sabio y valiente, pero la noche que la conoció supo que iba a vivir las delicias del paraíso y  las torturas del infierno.

Carmen lo pasmó:

Ay, pobre de mí, escribió esa noche el doctor Atl en su diario.

Al día siguiente ella entró al ex convento y luego de agotar al vulcanólogo le dijo que vivirían juntos.

Una criatura de fuego merece un hombre que vive entre volcanes y plomazos.

 

 

En el México del Año de Gracia de 1921, las mujeres casadas no abandonaban al marido para correr a la casa del enamorado, exigir la entrada a gritos y, con la magia del deseo, que crispaba la carne, y del amor, que ya nacía, convertir el lecho en una balsa de delicia.

Poco ortodoxo todo esto.

Pero Atl tampoco era hombre apegado a las convenciones. El año anterior acompañó a Venustiano Carranza en los trenes que, cañoneados por Obregón, nunca llegaron a Veracruz.

Tal vez hubiera sido otro de los sacrificados en Tlaxcalantongo, pero (¿se lo pidió el coahuilense, actuó por iniciativa personal?) se separó de la comitiva para pedir a Obregón respeto por la vida de Carranza.

Llegó tarde. Y aprovechó para cambiar de chaqueta. Dejara de ser mexicano. En fin: el rey ha muerto, viva el rey.

Fue en cambio, puntual al arribar al ex convento de los Mercedarios: el claustro es mío, se habrá dicho.

Estaba ocupado por soldados armados. Los arrojó a la calle, a puntapiés y puñetazos acompañados por un rico repertorio de palabras gruesas destinadas a recordar a los pobres sardos cuál había sido el oficio de sus señoras madres.

 

 

Nahui Ollin: el Cuarto Movimiento del Sol, el fenómeno de la Renovación en el Ciclo Cosmogónico.

Así la bautizó Atl.

Ella nació en la ciudad de México en 1897. Su padre fue Manuel Mondragón, uno de esos generales mexicanos de quienes nadie, absolutamente nadie, puede decir una sola palabra buena:

Fue el artillero de La Ciudadela y se hizo millonario con la venta de armas europeas que patentó como si fuera el inventor.

Porfirio Díaz comisionó a Mondragón para que en Europa se informara de los últimos adelantos de su oficio.

El cañonero se llevó a toda la familia. Vivieron allá seis años, la mayor parte del tiempo en Francia.

Carmen absorbía todo: el idioma, la cultura, el estilo de vida, el vals y el cancan.

A los nueve años de edad escribe, en francés:

“Soy un ser incomprendido que se ahoga por el volcán de pasiones, de ideas, de sensaciones, de pensamientos, de creaciones que no pueden contenerse en mi seno y por eso estoy destinada a morir de amor, del único amor para el cual mi alma fue creada a soportar y para el que debo ser la vestal más fiel en mi templo sagrado de amor. ¿Pero qué es lo que digo? Soy dichosa y no lo soy. ¿Por qué no lo soy? No soy feliz porque la vida no ha sido hecha para mí, porque soy una llama devorada por mí misma y que no se puede apagar, porque no he vencido con libertad la vida teniendo el derecho de gustar los placeres, estando destinada a ser vendida, como antiguamente los esclavos, a un marido. Protesto a pesar de mi edad por estar bajo la tutela de mis padres”.

Los Mondragón regresaron a México. Carmen vio en 1910 al Cometa Halley desde el Observatorio de Tacubaya. Su inquietud hartó al general:

La internó en un colegio de monjas francesas.

Diego Rivera escribió años después que algunas noches veía a Carmen en barrios de putas y cuchilleros:

Sí, se escapaba, casi seguramente con la ayuda de las religiosas.

Y aquí llegamos a tierra incógnita: 1913, Huerta despacha como Presidente de México.

Carmen casa con Manuel Rodríguez Lozano, entonces joven y apuesto oficial llamado por el Destino a ser uno de los grandes pintores de México.

¿Amor…o imposición del siervo del chacal? Carmen intuía la homosexualidad de Manuel. Pero otra mujer de su arrojo y estatura, Antonieta Rivas Mercado, estaba enterada y lo amó.

La vida es tragedia griega y comedia francesa.

 

 

México estaba envenenado y Mondragón ya no le era útil a Huerta. Se instalaron todos en París hasta agosto del 14. Al estallar la Gran Guerra se mudan a San Sebastián, España.

Volvemos a cavernas sin luz.

Carmen tuvo un hijo. ¿Quién fue el padre? Pero quizás tampoco ella era la madre.

Falta lo peor:

El bebé murió en circunstancias nunca aclaradas. Corrió el rumor de que Carmen lo mató.

El general tenía dinero para comprar a todos los jueces del mundo.

Según otra referencia, la de ojos verdiazules y el marido discutieron agriamente, llegaron a las manos y al caer sobre la criatura lo mataron.

No se sabe. Lo cierto es que Carmen no cayó en depresión.

Volvieron a México. Los dos pintaban y en 1920 montaron una exhibición.

A fines de ese año Carmen fue a una exposición de Atl y al día siguiente fue a su claustro y se quedó ahí año y medio.

Manuel se habrá sentido aliviado.

 

 

Gerardo Murillo, nacido en Guadalajara, Jalisco, en 1875, ya tenía lo suyo.

En una épica bacanal (unos dicen que en París, otros, que en un barco) el poeta argentino Leopoldo Lugones le dio su nombre.

En náhuatl, Atl quiere decir agua. 

Murillo se enamoró de los volcanes desde 1908. Becado, estudió pintura y Filosofía en Roma y Derecho Penal en La Sorbona.

(Por Dios, mi doctor está rematadamente loco: será el único pintor y vulcanólogo del mundo que estudió Derecho Penal para aplicar sus conocimientos…en México).

Volvió a México y se arrojó de cabeza al remolino. Fue a prisión, salió, volvió a entrar. Pregonaba entonces un “socialismo bíblico” y daba clases en San Carlos.

(De socialismo, nada: era un reaccionario que daba miedo. En los años treinta se declaró nazi.)

Hacía otras cosas: convenció a Zapata para unir fuerzas con Carranza para abatir a Huerta.

Y en cuanto se logró el propósito, se volvió contra Zapata.

Fue cofundador de la Casa del Obrero Mundial y creó los Batallones Rojos –los “voluntarios” eran reclusos a quienes prometió la libertad—
que combatieron contra Zapata.

Escribía, pintaba.

Pero sobre todo, estudiaba los volcanes, los dibujaba, tomaba notas, les daba vida en sus lienzos.

 

Atl creía ser hombre de mundo. Pero no estaba preparado para Nahui, quien al acostarse en su lecho por vez primera lo previno:

‒Soy una virgen perversa.

(Perversa, sin duda. Pero, ¿virgen? Atl piensa que sí: cree (no está seguro de  que él la desfloró.)
Nahui le escribió seiscientas cartas, según Atl. Pero el majo era muy mentiroso y exagerado. Sí hubo producción epistolar por parte de Carmen:

Misivas muy explícitas: más que cachondas, volcánicas, tanto, que asustaron al explorador, cronista y pintor de volcanes.

Se bañaban en los tinacos de la antigua casa de los Mercedarios, y a las protestas de los inquilinos, Atl respondía:

‒Si se toman las píldoras del doctor Ross se pueden beber el agua del doctor Atl.

Carmen y Murillo fueron leales a sí mismos en la infidelidad. Ella, celosa y violenta, ponía el cañón de la pistola en el pecho de su hombre y golpeaba a las coquetas del rumbo.

Hecho lo cual, para completar el desahogo, corría a copular con los cargadores del mercado.
Sobrevivieron a la separación.

 

 

Nahui se hizo imprescindible y ubicua. Posó desnuda para los mejores fotógrafos de la época: Edward Weston y Antonio Garduño.

Y luego llegó el gran amor de su vida: en 1933 conoció a Eugenio Agacino, capitán de la Marina Mercanteespañola.

El hombre de la mar murió al año siguiente y Carmen se hundió en una depresión de la que jamás se repuso:

Hambre, frío, miseria, demencia, suciedad. Es triste hablar de su final. Dejó este mundo en 1978.

Veinte años después la rescató del olvido Tomás Zurián, hombre de letras e historiador de arte. Gran tipo:

Gracias a él, sabemos que Carmen se codea con Antonieta, con Frida, con Tina Modotti. Sin duda, tiene razón el maestro José Emilio Pacheco:

Como creadora, no despierta interés. Como mujer que, adelantada a su tiempo sacudió a las buenas conciencias y bebió hasta agotar el vino de la experiencia humana, nos deja una lección:

Vive la vida y al carajo con todo y con todos.

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

15diario.com