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2083 20 Abril 2016

 

 

Reincidencias
Eligio Coronado

 

Monterrey.- ¿Estamos condenados al naufragio emocional? ¿Al desgaste incesante de los sentidos? ¿A la errónea percepción de la realidad? ¿Y sabiéndolo persistimos?

En Reincidencias*, Lupita Pérez (San Luis Potosí, S.L.P.) recorre el camino del desencanto, ése que nos prometía maravillas y nos receta frustraciones y amarguras: “Confinada al castigo / me doy por muerta / por tentar / al que de tentaciones nada ignora” (p. 44), “Abro las alas de mis ojos / cuando los cierro / imagino vidas paralelas / soy todas ellas / y nadie” (p. 70), “Me persiguen / (…) / fantasmas de los que / no han muerto” (p. 64).

Pareciera que no queremos salir del círculo, de ese destino que nos imponemos como suplicio merecido. Y cuando apenas nos estamos recuperando, volvemos a retar al minotauro de nuestros pesares, sin armadura ni estrategia: “Al mejor postor / alquilaré mi cuerpo / A quien ofrezca un sueño / o la mejor mentira” (p. 16), “A pesar de jurar / incontables ya no / vuelvo al jardín prohibido / olvidando el resabio / de sus frutos” (p. 17), “Indefendible / muestro la cicatriz / de las insumisas / e irredenta / reincido” (p. 15).

El que busca encuentra, pero no se garantiza la devolución del corazón entero, mucho menos la vida. El intercambio puede no ser favorable: en las batallas del amor no siempre hay vencedores y sí muchas bajas: “Eso que quisimos llamar amor / carcomió como un cáncer / hasta el tuétano de la última luz” (p. 32), “Al final / sigo / pagando milagros / rogando clemencia” (p. 67), “yo / (…) / la que está a punto de romperse / de tanta lluvia y tanto trueno” (p. 39).

A las relaciones hay que ir con el corazón apretado y un salvoconducto que asegure nuestra integridad física y emocional, que no habrá sueños rotos ni promesas fallidas, y que por ningún motivo se construirán castillos en el aire: “Me gusta pensar / (…) / y también sentir / (…) / y más elegir / a quien yo deseo” (p. 58), “Para mostrar madurez / debo parecerme a todos / frenar mis impulsos / dejar de maullar” (p. 69), “He de prometer / cuidarme de los lobos / ocultar de su olfato mis heridas / huir si es preciso / mas, no sangrar frente a ellos” (p. 80).

¿Se puede huir del amor, ocultar las heridas, no sangrar? La experiencia amorosa es vital para el crecimiento personal, no se puede soslayar; es una inyección para la autoestima y un antidepresivo para la supervivencia diaria: “beso / una a una / las letras de tu nombre / mientras llegas” (p. 19), “invoco el nombre innombrable / hasta el día / en que en este rodar / nos encontremos” (p. 23), “El amor puede durar / tres años, / tres meses / o tres veces / Lo que importa / es hasta donde / cimbra el temblor / los cimientos” (p. 31).

 

* Lupita Pérez. Reincidencias. Monterrey, N.L.: Edit. UANL, 2016. 87 pp.


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