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2270 6 Enero 2017

 

 

Lo que cuesta enero
Adriana Garza

 

Buenos Aires.- Últimamente he estado muy inquieta, pues en menos de dos semanas regreso a México. Me estoy preparando mentalmente, porque según lo que me cuentan, el país es un caos. Las noticias de la prensa extranjera, pintan las cosas muy feas. Por eso desde que comenzó el año, me he sentido desanimada.

De la cabeza no he podido sacarme las preguntas: ¿qué va a pasar cuando vuelva? ¿A qué regreso a México, viendo como está la situación? Es un hecho: nos llegó la crisis este año, con el reciente aumento de la gasolina y los próximos que seguramente vendrán. A eso hay que sumarle las protestas sociales que se intensifican en todo el país, la ola de inseguridad que no ha parado desde hace diez años, y la vuelta de las balaceras diarias en la ciudad. Entre otras cuestiones la crisis migratoria se ha intensificado en los últimos meses y me vuelvo a preguntar: ¿a qué vuelvo a México? Sí, desde que me vine no he apreciado que haya habido un sólo cambio positivo, si nada bueno ha hecho el Bronco. Sí, el helicóptero del ex gobernador sigue parado en el mismo lugar desde el mes de julio que me vine a Argentina y ahora con el precio de la gasolina, seguirá también ahí parado y terminaremos de pagarlo, si es que acaso somos optimistas para el 2026, igual que la línea 3 del Metro.

Para qué me regresó, pensaba ayer, mientras caminaba en el barrio de San Telmo y me encontrarme en una tienda de souvenirs, figuritas y cojines de Frida Kahlo, de la Virgencita de Guadalupe y de una calaca. Por un momento pensé que ya estaba en México. Para qué me regresó si los tacos que tanto me han hecho falta costarán casi el doble de lo que costaba a mitad del año pasado.

Qué necesidad la mía de regresarme ahora, cuando acá en Argentina son vacaciones de verano. Justo cuando la mitad de los porteños se fueron y apenas así vacía la ciudad comenzaba a gustarme Buenos Aires.

Menos mal que hice mi último retiro de efectivo el día 31 de diciembre del año pasado; algo me decía que si me esperaba al día primero, con el tipo de cambio, no llegaría siquiera a mitad de la quincena. Mi regreso a México coincide con la cuesta de enero. ¡Ay!, y cómo me está costando, con el dólar cotizándose arriba de los 21 pesos.

Por hacer corajes, cada vez que compraba una Coca Cola de 600 ml., pagaba más de treinta pesos; estoy segura que algo similar encontraré al regresar. Tal vez este viaje fue un entrenamiento para aprender a vivir en el 2017, con los estragos de la hiperinflación y la devaluación del peso mexicano. O tal vez sólo es el castigo que tendré que pagar por haberme reído de la moneda argentina de un peso, que es aquí ya casi obsoleta, tanto así que no me la quisieron aceptar siquiera para abonarle a mi tarjeta del Metro. Cuando regrese a México, seguramente me pasará lo mismo con mis monedas de un peso que tenía en la alcancía.

Los cuatrocientos pesos mexicanos que había guardado para pagar el taxi del aeropuerto a mi casa, creo que de poco me servirán. Ya veo al señor taxista riéndose en mi cara, diciéndome que con eso me alcanza sólo para llegar a Cadereyta y eso si no está tomada la autopista por los transportistas para esa fecha. Así que si no saben nada de mí el día diecisiete, háganme el favor de irme a buscar al aeropuerto. Espero que al llegar a Estados Unidos y tomar mi vuelo de conexión en Houston, no me detenga un policía latino que votó por Trump y me acuse de tráfico de drogas por los cinco kilos de hierba de mate que llevo en mi maleta. Están todos avisados, por favor manténganse al tanto.

Si al llegar a Monterrey y me ven con un tapabocas, no se asusten, no contraje ninguna enfermedad infecciosa en Argentina; estoy segura que la mala calidad del aire de la ciudad, volverá a aflorar mis alergias.

Si no fuera por los tamales que me tiene congelados mi abuela, para cuando regrese pensaría en cambiar la fecha de mi vuelo. Con fecha de regreso para… cuando las cosas estén mejor en México. Pero si lo hago creo que tardaré varios años en poder volver.

Van apenas cinco días del 2017 y la cosa en México ya va de mal en peor.  Por si fuera poco, la dieta ya la he roto 8 veces. Eso sí, llevó muchas reservas, por haberme tomado la molestia de probar todas las empanadas de la ciudad. Es lo único que me va a venir bien, regresar a México con algunos kilos extras por si la cosa se pone aún más crítica.

Voy a tratar de llenarme de optimismo en estos días, antes de volver; ojalá desde acá se me ocurra algo bueno. Eso sí, llegando y a protestar, porque es lo que mejor he visto hacer a los argentinos. Tal vez el 2017 sea un año próspero para los mexicanos, aún nos quedan 360 días por ver.

 

 

 

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