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2276 16 Enero 2017

 

 

La gota que derramó el vaso
Lucilda Pérez Salazar

 

Monterrey.- El enojo de la gente no es sólo por el gasolinazo. El enojo ciudadano es por mucho más, por agravios acumulados durante años. La ira social es contra la corrupción escandalosa de los gobernantes de todos los niveles. El coraje es contra la Casa Blanca del presidente Peña Nieto; contra la decena de gobernadores corruptos, como Javier Duarte, de Veracruz; Rodrigo Medina, de Nuevo León; Roberto Borge, de Quintana Roo; Humberto Moreira, de Coahuila; Guillermo Padrés, de Sonora y otros.

El disgusto es contra las reformas estructurales de Peña Nieto, en particular la educativa, la fiscal y la energética.

El enfado es contra los diputados, senadores y los partidos que aprobaron estas reformas.

La ira es contra los crímenes de Ayotzinapa, Nochistlan y Tlatlaya.

La rabia es contra el saqueo impune del erario. Contra los excesos de los diputados, senadores, gobernadores, alcaldes y funcionarios que se sirven con la cuchara grande. Contra los altos sueldos, los aguinaldos, los bonos navideños, los gastos de representación, los viáticos, los celulares, los vales de gasolina, los viajes y boletos de avión y los moches cargados a la cuenta del contribuyente.

Contra los estratosféricos sueldos, compensaciones, aguinaldos y bonos de los ministros de la Suprema Corte de Justicia y de los consejeros del INE.

Contra el financiamiento público de los partidos políticos.

Contra los fraudes electorales y la compra del voto ciudadano.

Contra la pobreza y la desigualdad social.

Contra los bajos salarios de los trabajadores.

Contra el insultante aumento al salario mínimo.

Contra el alza de impuestos como la tenencia y el predial.

Contra el aumento al precio de la electricidad y de los bienes y servicios.

Contra la inseguridad pública.

Contra el bajo crecimiento económico del país.

Contra la insensibilidad del gobierno.

Contra las mentiras de los gobernantes que engañan a los ciudadanos con promesas que no cumplen.

La indignación contra todo esto hoy se expresa en marchas, plantones, bloqueos, saqueos y el rechinar de las redes. La movilización social de carácter nacional comienza a dar resultados, incipientes, si se quiere.

Se ha puesto de moda en varias instancias de gobierno federal, estatales y municipales, la disminución limitada, simbólica de sueldos y prestaciones que apenas rasguñan los grandes privilegios de la alta burocracia. Se aplican subsidios en el pago de impuestos como la tenencia y el predial, pero no ceden ni atienden el fondo de reclamo ciudadano:

• No hay marcha atrás en el gasolinazo, ni se cancelan los aumentos a la gasolina que se anuncian para febrero y el resto del año.

• No se  accede a modificar la Ley de Ingresos de 2017, para eliminar o disminuir el impuesto a la gasolina (IEPS).

• No se cancela el aumento al precio de la electricidad.

• No se combate la corrupción y la impunidad.

• No se aplica un plan de austeridad gubernamental en serio y a fondo.

• No se atienden los reclamos de la  gente.

Por eso es previsible que la irritación social no cese y que, por el contrario, vaya alcanzando niveles superiores de presión y organización.

De la fuerza, la organización, la sensatez y la inteligencia de este movimiento depende que nuestro país cambie para bien de todos.

Las demandas se centran ahora en el repudió al presidente Peña Nieto. No hay movilización que no levante este reclamo.

Hoy, más que nunca, es necesario que los ciudadanos hagamos uso de la libertad de expresión y manifestación, que la gente hable, proponga, grite y exija al gobierno que cumpla con su responsabilidad, que actúe con honradez y que rinda cuentas claras a sus gobernados.

México necesita un gobierno competente, eficaz, honrado, que resuelva los problemas de la gente, no que los genere.  

 

 

 

15diario.com