Suscribete

 
2278 18 Enero 2017

 

 

Técnica del golpe de Estado
Eloy Garza González

 

Monterrey.- Aunque a casi nadie nos guste, Donald Trump tomará protesta como presidente de Estados Unidos el próximo 20 de enero, en Washington. Lo que pienso del magnate presidencial lo explico en el libro, próximo a publicarse: El cerebro de Donald Trump. Por lo pronto, según encuestas recientes de Gallup, tal parece que ya ni los propios votantes de ese señor están convencidos de que su voto fue correcto.

Por asociación de ideas, me acordé de un viejo y exótico libro de Curzio Malaparte (un escritor italiano que malamente ahora nadie lee) titulado Técnica del golpe de Estado. Lo cito de memoria porque el volumen lo perdí hace años y quien lo tenga es dueño de una verdadera rareza bibliográfica.

Curzio Malaparte, que se afilió a todas las ideologías en boga y no le fue fiel a ninguna, opina que El Príncipe, de Maquiavelo es una decadencia de las libertades públicas, por los consejos tan anticuados que ofrece para hacerse y luego mantenerse en el poder.

La opción “moderna” que propone Malaparte es que se aproveche la vía democrática partidista, para que algunos “revolucionarios” de corte fascista (él los llama “catilinarios”) se queden con el aparato público. ¿Cómo? Defendiendo al país del desorden, la debilidad y la incapacidad de los gobernantes vigentes. Así se ganan al pueblo: son los idólatras del Estado, puro y duro.

Para Malaparte, hay muchas técnicas o tácticas para operar un golpe de Estado. Desde las insurreccionales y violentas, como las del dictador español Primo de Rivera, hasta las muy sutiles y finas, “como corte de bisturí”, de Benito Mussolini, que llegó al poder de manera pacífica.

Luego Malaparte, que era muy rejego, se burló en varias novelas satíricas de su protector II Duce, y éste se vengó, no fusilándolo (que era lo esperado) sino tomándole unas fotos a escondidas donde don Curzio aparece desnudo, mostrando sus partes nobles (extraña revancha de don Benito, con tintes homoeróticos). Pero el libro de Malaparte quedó como testimonio de que los golpes al establishment, con recursos fascistas, es una alternativa viable y hasta generosa.

No se piense que al referirme a la técnica del golpe de Estado sutil y fino, “como corte de bisturí”, me refiero despistadamente a Donald Trump. No lo digo de forma despistada. Lo escribo sin pelos en la lengua: The Trump (como le apoda en son de broma su primera esposa Ivana) es un perfecto fascista, que llegó al poder de manera pacífica y será la vergüenza para su país, más temprano que tarde.

Ya un premio Nobel de Economía, Paul Krugman, escribió en un artículo reciente que los Estados Unidos pasarán a ser Trumpkistán en algunos años. Espero que no sean tantos para sacar de una buena vez de la Casa Blanca, por la vía de la no reelección, o del impechment, a ese sujeto impresentable, fascista y ridículo llamado Donald Trump.

 

 

 

15diario.com