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2279 19 Enero 2017

 

 

P.L.Á.S.T.I.C.O.
Alejandro Heredia

Era una ciudad de plástico de esas que no quiero ver,
de edificios cancerosos y un corazón de oropel…
Rubén Blades

 

Monterrey.- No falta año en que el espectáculo de tiroteos, venganzas, crímenes de odio y un etcétera sanguinolento, llenen nuestra conciencia de estupor. Lo veíamos, protegidos por la frontera que próximamente será más inalcanzable para muchos compatriotas latinoamericanos y para los del patio trasero, o sea, los mexicanos. Nosotros. Y nosotros, los regiomontanos tan motivacionalmente dedicados a la imitación de la vida estadunidense, este año, más exactamente ayer 18 de enero de 2017, hemos entrado en la podredumbre más absoluta de una sociedad: que nuestros niños se maten en un salón de clases.

Todo esto está lleno de simbolismo. No puede analizarse como un hecho circunstancial que proviene de las nefastas consecuencias de los juegos de video, ni el argumento moralista y simplista sobre el descuido de los padres en la educación de los hijos. El problema se nos revela como un hoyo negro en la conciencia moral de la sociedad, así como una crisis en la estructura de la convivencia. Y en esta situación, no se observa en el panorama un diálogo ciudadano, plural, ajeno a los intereses gubernamentales, ajeno a cualquier interés que deshaga el esfuerzo por comprender lo que sucede.

No obstante, el crimen perpetrado en el Colegio Americano del Noreste, estas muertes tan absurdas, y al mismo tiempo ilustrativas, del síndrome postraumático que padecen la sociedad mexicana y nuevoleonesa, ha dejado entrever que los efectos directos de la guerra o lucha contra la delincuencia organizada han calado hondo. No importa la condición social ni económica, la violencia se enseñorea y domina cada rincón del territorio, y ahora de la niñez.

No faltarán voces que arenguen –como el senador Preciado– a legalizar el cargar pistola, idea totalmente desprovista de sentido común, haciendo posible que una sociedad sujeta al miedo, al rumor, a la mentira, al chantaje, al odio, a la avaricia y demás bajas pasiones; busque la fácil/terrible solución de cortarle la vida a otro ser humano.

El camino está en la razón y en la comprensión de lo que nos sucede; obviamente es una tarea que requerirá de los mejores conocimientos y de los mayores talentos; será un camino largo, pero que con el tiempo dará frutos.

Eso deseo y racionalmente creo.

 

 

 

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