Suscribete

 
2286 30 Enero 2017

 

 

Trump y el ayuno de Peña Nieto
Eloy Garza González

 

Monterrey.- Jorge Castañeda le aconseja a Peña Nieto tres días de ayuno de ceremonias oficiales, para que piense cómo responder a las injurias del loco de Trump. En México nos encanta el protocolo. Un evento público se alarga hasta la eternidad con la pura lista de nombres de los funcionarios presentes.

Yo no sé cómo Peña Nieto no se aburre de tanta babosada. Habla el secretario de no sé qué y la mitad de su discurso lo dedica a alabar al Presidente. Después toma la palabra el secretario de sepa dónde y se desvive en elogios al mandatario. Luego interviene el gobernador de cualquier estado – menos el de Nuevo León, que no lo pela nadie– y remata lambisconeando a don Peña.

Mientras aquí perdemos el tiempo en inflamados discursos a la nación, ,llamados oficiales a la unidad, cantinfleos muy solemnes como el espot de Peña para “fijar la postura del gobierno federal” (¡órale!) y no sé cuántas jaladas más disfrazadas de cosas importantes, Donald Trump nos viola la soberanía (convierta el lector esta última frase en la vulgaridad que mejor se le ocurra).

Pero eso sí, apenas les truena Trump los dedos y allá van los altos funcionarios de México a la Casa Blanca. Ni Mito, mi mascota, es tan servicial conmigo (a veces se pone sus moños). En su cara les suelta Trump el decreto para construir el muro y la forma como los mexicanos lo pagaremos con un arancel a las exportaciones. De nuevo Trump nos viola la soberanía (vuelva el lector a vulgarizar mi frase) y Videgaray pensando en cambiar las cortinas de su casa de Malinalco. Convoca a rueda de prensa, dice lugares comunes, clichés y frunce el ceño, muy acá.

Que ya deje Peña podiums y presidiums. Nomás tres días. Al cabo nada malo le pasará. Sus secretarios de gabinete como quiera lo quieren rete harto. Lo ven y babean de puro gusto. Y mejor que se meta a analizar qué hacer con el loco que tenemos por vecino de al lado. A lo mejor, después de tres días de análisis y reflexión, llega a la misma conclusión que uno.

¿Cuál es? Darle tiempo al tiempo. Alargar  las negociaciones. Dejar que se azote el loco. Tiene tantos enemigos en potencia y declarados, que en tres meses ya no se acordará de nosotros. Hasta vamos a extrañarlo. El que espera no desespera. Como mi perro Mito cuando me enojo con él: mete la cola, se enconcha y corre a esconderse detrás de mí, hasta que se me pasa el coraje. Sabia virtud de conocer el tiempo. Mi perro lo sabe y es sabio. Que Peña también aprenda a serlo. Es por el bien de todos, como dicen los oradores.

 

 

 

15diario.com