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2292 7 Febrero 2017

 

 

Quejumbres del viejo decadente
Eloy Garza González

 

Monterrey.- El viejo, que se crió en Nueva York, que nada en dinero, alto inversionista, especulador inmobiliario, se gana al trabajador blanco, anglosajón, protestante, con sus consignas políticas. Se queja de que la industria manufacturera se traslade al extranjero, a los países del Tercer Mundo, empobreciendo al jornalero blanco norteamericano.

El viejo millonario clama contra tanta injusticia. Levanta su puño como señal de protesta social. Ya había refunfuñado antes en contra del declive de la industria minera. El propio viejo carcamán tiene inversiones desperdigadas por el mundo, pero eso no lo dice: no embonan tamañas verdades con sus protestas patrioteras, de proteccionismo económico radical.

El viejo millonario gruñe que sus zapatos vienen de Singapur, su linterna de Taiwán, su mantel de Malasia y su coche, que es un Chevrolet, “it was put together down in Argentina, by a guy makin' thirty cents a day” (“lo ensambló allá en Argentina, un tipo que gana treinta centavos al día”).

El viejo millonario le explica al jornalero americano que el trabajo que tenía, “se lo dieron a alguien de El Salvador”, y si las cosas siguen así, es probable “imaginar el día en que hasta tu huerto sea declarado ilegal”. Todo se debe, opina el viejo millonario, a que “greed got in the way” (“la avaricia se metió en el camino”).

El viejo es populista: fustiga a Taiwán, Argentina, El Salvador o México, por ser causantes codiciosos de los bajos salariales o el desempleo del jornalero blanco americano. Pero la falacia es contagiosa. Y vende.

El viejo millonario se ha vuelto fan de Frank Sinatra, como casi todos los viejos gringos pudientes, en el ocaso de su vida. Canta con sentimiento My Wey y levanta los ojos al cielo. Cada vez más cerca de su final. Ignoro si de verdad le importe el jornalero blanco. No lo creo sincero, auténtico.

El viejo millonario se llama Bob Dylan. Su defensa del trabajador blanco, americano, empobrecido, es una canción suya y se titula Union Sundown. Dice que los beneficios de la globalización se los llevaron los países emergentes como México. Exige que estos puestos de trabajo regresen a EUA.

Alguna vez dijo Bob Dylan, antes de que se volviera un viejo reaccionario: “enséñenme un político honesto y yo les enseñaré una prostituta santificada”. Mi ídolo de juventud, el gran compositor, que no ha abierto la boca desde que llegó Donald Trump a la Casa Blanca, y ahora canta canciones populares de Sinatra, cada vez me recuerda más a ese tipo de prostitutas santificadas.

Qué bien, por otra parte, que le dieron el Nobel.

 

 

 

15diario.com