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2294 9 Febrero 2017

 

 

TRANSICIONES
Regreso al nacionalismo
Víctor Alejandro Espinoza

       

Tijuana.- Después que el filósofo norteamericano Francis Fukuyama decretara el fin de la historia y el inicio de un mundo aburrido porque los conflictos serían intrascendentes después de que cayó el Muro de Berlín, la realidad le ha desmentido una y otra vez. Desde 1989, los conflictos no se han detenido y las sociedades se enfrentan por problemas de identidad, raza, religión, corrupción y conflictos en torno al poder.

De aburrido nada, fue una mala ocurrencia del filósofo que quiso ver en el triunfo del capitalismo y sobre todo, del libre comercio, la hegemonía del mundo occidental.

La llegada al poder de Donald Trump ha roto con todas las certezas. Estados Unidos era el país hegemónico que sustentaba ideológica y políticamente su dominación a través de valores de la democracia liberal: tolerancia, respeto a la diferencia, inclusión, libertad, igualdad, etcétera. La democracia en América, para parafrasear al clásico, era un ejemplo a seguir. Incluso el sistema electoral, que designa al presidente a través de un colegio, es decir, mediante una vía indirecta y no mayoritaria, gozaba de gran prestigio.

​En un par de semanas, Trump ha puesto en vilo al mundo entero. Mediante una serie de órdenes ejecutivas ha iniciado una cruzada cultural contra las comunidades migrantes, se encuentra en proceso de declarar la guerra a países como China o Irán y ha polarizado a tuitazos a la sociedad norteamericana. Su política, o lo que podríamos denominar como tal, responde a un proyecto nacionalista, patriotero y proteccionista. Se coloca en las antípodas de lo que ha sido el pensamiento liberal estadunidense.

​Mi hipótesis es que se trata de responder a los compromisos que hizo con quienes votaron por él. De ahí que el reto va a ser sortear los primeros 100 días cuando irá presentando las iniciativas más radicales y que le valieron el apoyo de determinados sectores que sentían que con Trump por fin tendrían respuesta a sus necesidades. Se trata sobre todo de los más pobres de la sociedad norteamericana.

Sin embargo, lo que hemos conocido hasta el momento han sido políticas proteccionistas y antiinmigrantes que se revertirán tarde o temprano. Algunas de éstas, como la encaminada a cancelar las visas de 70 mil musulmanes provenientes de 7 países, ya han sido detenidas por dos jueces federales. Desde luego, que otras como fijar un arancel del 20% a las importaciones mexicanas han sido severamente cuestionadas, incluso por los empresarios estadunidenses, pues finalmente el consumidor es quien pagaría el aumento del costo del producto.

El nacionalismo trumpista se ha traducido en el regreso del nacionalismo en América Latina. El caso de México es muy evidente. Marchas por la “unidad nacional” han sido convocadas a partir del próximo domingo. Quienes pensaban que el nacionalismo había pasado a mejor vida se han equivocado.

Las fibras más sensibles del “alma nacional” han sido tocadas por la bravuconería del vecino. La vuelta hacia la idea de que la defensa de la patria está por encima de cualquier diferencia política e ideológica, nos regresa a los años 30 del siglo pasado.

​El pasado domingo 5 de febrero, fecha simbólica pues se trataba del aniversario número 100 de la promulgación de la Constitución de 1917, en la ciudad de Tijuana se organizó un boicot para que los consumidores no cruzaran la frontera para ir de compras o a pasar el día. La línea internacional lució vacía durante las primeras horas. Mucha gente ha decidido dejar de visitar al país vecino. La justificación es que se sienten amenazados y atacados por el presidente Trump.

Parametría, la empresa que lleva a cabo sondeos de opinión, ha publicado esta semana resultados de un estudio acerca del sentimiento de los mexicanos hacia los Estados Unidos. Si en junio de 2014 el 47% de los entrevistados consideraba que México debería estar más cerca de Estados Unidos y el 41% decía que de América Latina; en enero de 2017 la relación se invirtió: ahora el 55% piensa que nos deberíamos acercar más hacia los países del sur y sólo el 32% dice que nuestro futuro es la relación con Estados Unidos (@Parametría). Lo dicho, Donald Trump ha provocado una vuelta al nacionalismo que parecía cuando menos olvidado.

 

 

 

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