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2298 15 Febrero 2017

 

 

Cuentos de hadas renovados
Eligio Coronado

 

Monterrey.- Los cuentos de hadas son inevitables. Para siempre se han filtrado en nuestras vidas. De un modo u otro están presentes. Los recordamos, los recreamos, los aplicamos como parte de nuestra experiencia. Son una fuente de sabiduría muy limpia e ingenua. Porque en ellos la maldad se castiga, porque el amor es eterno, porque todo es casi perfecto, porque todos amamos los finales felices, etcétera.

Además, todos hemos caído alguna vez en la tentación de versionar algún clásico como Pinocho, Caperucita, Blanca Nieves, entre otros. En la nueva Papeles de la Mancuspia, la escritora española Fernanda Balangero Musso ha compilado una serie de autores seducidos por el encanto intemporal de estas historias: Cuentos de hadas clásicos en la literatura contemporánea*.

Se trata de versiones lúdicas, críticas y paródicas en donde se revisan las condiciones sociales y humanas actuales: “¿Cuántos sapos habrá que besar hasta dar con el príncipe? / ¿Cuántos lobos, pregunto, nos tocarán en vida?” (Luisa Valenzuela, p. 2), “Cenicienta y el príncipe / vivieron, según cuentan,  felices para siempre, / como dos muñecos en una vitrina de museo, / sin tener que preocuparse por pañales y polvo / (…) / sin tener barrigas en edad madura, / luciendo sus adoradas sonrisas para toda la eternidad” (Anne Sexton, p. 2), “A esta altura, el lobo se empezaba a enfadar con la negativa de los cerditos (…). Así que sopló y sopló y volvió a soplar; de repente se llevó las manos al pecho y cayó muerto de un infarto causado por el exceso de grasa en las comidas” (James Finn Garner, p. 3).

Irónicamente, encontramos humor en esta modernización de los viejos temas, sobre todo si consideramos el sangriento origen de muchos de ellos: “Estando una mañana haciendo el bobo / le entró un hambre espantosa al Señor Lobo, / así que para echarse algo a la muela, / se fue corriendo a casa de la Abuela” (Roald Dahl, p. 4), “El lobo representa una construcción metafórica en este cuento. Ningún lobo real fue lastimado durante su escritura” ((James Finn Garner, p. 3), “Había un lobo que era muy bueno. Y Caperucita le hacía maldades” (María de las Estrellas, p. 2). 

A pesar de los años y los cambios en las costumbres, este tipo de cuentos no han perdido su fuerza social y siguen influyendo en nuestra conducta: “Desde la buena fortuna de aquella Cenicienta, después de cada fiesta la servidumbre se agota en las escalinatas barriendo una atroz cantidad de calzado femenino” (Ana María Shua, p. 3), “Aunque de todos modos / el final fue feliz / caperucita roja no habría sido / desayuno del lobo / (…) / si hubiera dedicado / más atención a lo que le decían / (…) / pero obstinada y terca / no hizo el mínimo caso / de las palabras sabias del sabio guardabosque” (Aníbal Núñez, p. 2), “En la casa del bosque crujen, de noche, las viejas maderas, el viento agita raídos cortinajes, entra sólo la luna a través del grietas. (…) espejos silenciosos (…), envenenados peines, manzanas, maleficios (…). Os echaré de menos, nunca os olvidaré” (Leopoldo María Panero, p. 1).

* Fernanda Balangero Musso, comp. Cuentos de hadas clásicos en la literatura contemporánea. Monterrey, N.L., Rev. Papeles de la Mancuspia, Núm. 83, mayo 2016. 4 pp., Ilus. por Arthur Rackham.

 

 

 

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