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2303 22 Febrero 2017

 

 

HORIZONTE CIUDADANO
Los estudios de género avanzan
Rosa Esther Beltrán Enríquez

 

Saltillo.- Hace algunas semanas el Consejo Universitario de la UNAM, por unanimidad, aprobó que el Programa Universitario de Estudios de Género se transformara en un Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG); esta innovación se propuso como una necesidad fundada en los propósitos de  que estas investigaciones y trabajos académicos se institucionalicen interdisciplinariamente en la universidad y se desarrollen de manera estructural, sin que dependan de coyunturas políticas u otras contingencias.

En la UNAM, por más de 25 años se han desarrollado los estudios de género y con ello se han registrado importantes avances e impulsado normas jurídicas a favor de la igualdad y en contra de todo tipo de discriminación hacia las mujeres. Igualmente, se han formado recursos humanos especializados que contribuyen a enfrentar las dificultades y obstáculos que las estructuras sociales patriarcales imponen.

Gracias a estos estudios, en la UNAM se han establecido programas institucionales como la Comisión Especial de Equidad de Género del Consejo Universitario y además se han instaurado los Lineamientos Generales para la Igualdad de Género, el Acuerdo por el que se Establecen Políticas Institucionales para la Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de Casos de Violencia de Género en la UNAM y el Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género en la UNAM.

Como puede apreciarse, no es poco lo que se ha logrado con el impulso a los estudios de género en la UNAM, los cuales no quedan sólo al interior de esa institución sino que se van extendiendo a otras instituciones de educación superior nacionales e internacionales.

Con la creación del CIEG se fortalece y se expande la revolución epistemológica que ha significado la presencia de la mujer como objeto de conocimiento a quien “por naturaleza” se le etiquetó como un ser débil, frágil y por ello subordinada a la fuerza “física” del hombre, ella, según las religiones, portadora del pecado original, incitadora al mal, estereotipos que gracias al avance del conocimiento científico, se han ido debilitando, aunque no desaparecen, porque culturalmente los estereotipos y las desigualdades son excesivamente fuertes.

Es preciso reconocer que los estudios de género son un capital académico de las universidades del mundo y de las mujeres que han impulsado el feminismo al que todavía se le sataniza como práctica propia de libertinas y prostitutas, inadmisible en  las mujeres “decentes”.

La resolución de algunos de los grandes problemas  de las mujeres han surgido de la investigación científica de género sobre la condición de las mujeres en la realidad social,  porque estos estudios recogen las diferencias entre los sexos, la conciencia política  de la opresión de las mujeres como género.

¿Alguien podría negar el horror de los feminicidios? y siendo el Estado de México, donde gobernó Peña Nieto en el que  son mucho más frecuentes y en donde se estableció hace tiempo la Alerta de Género que ha resultado totalmente ineficiente, pero no solo ahí, están en Puebla, Morelos, Veracruz, Chihuahua y Coahuila en los que nada se investiga; es inquietante y la mayor parte de la población se abstrae, se aísla, porque decide, “no es mi problema”, a pesar  de que son cuestiones que llegan  al corazón mismo de nuestra vida emocional. 

El desarrollo de los estudios de la mujer implica un proceso de concientización permanente como garante de una continuidad transformadora en la concepción de las mujeres y su propio conocimiento como género.

 

 

 

15diario.com