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2303 22 Febrero 2017

 

 

Las huellas del lector
Eligio Coronado

 

Monterrey.- Algunos escritores no leen para no “contaminarse”, pero la mayoría lee para crecer. Y es que, como decía don Alfonso Reyes: “Todo lo sabemos entre todos” y leyendo a los demás puede uno aprender los secretos del oficio que se nos han escapado. Sin embargo, son pocos los autores que revelan generosamente sus lecturas. No es por egoísmo, sino porque no saben cómo hacerlo. Y es que explicar lo que uno encuentra en un libro no siempre es fácil.

Además, no todos hallamos lo mismo. ¿Cuántos libros premiados carecen de ideas y son sólo un montón de palabras? ¿Y cuántos libros desconocidos están llenos de sorpresas?

En Las huellas del lector*, el notable poeta Eduardo Zambrano (Monterrey, N.L., 1960) demuestra una humildad poco común al confesar que: “Con el tiempo los libros se han vuelto, en sí mismos, esos otros maestros y amigos que ahora me acompañan a ese lugar, extrañamente nuestro, que llamamos destino” (p. 7).

Sus comentarios se limitan casi a la poesía, pero no son simples reseñas, van más allá porque les agrega el toque coloquial, además de algunas anécdotas (cómo conoció tal libro o autor, cuánto sabe de él, cuál ha sido su experiencia con dicha obra, pero sobre todo, señalando los hallazgos que lo asombraron o encantaron: “No llegues a la página en blanco con la mente en blanco” (Sergio Cordero, p. 14), “La tristeza no es pasajera, es un medio de transporte” (Merlina Acevedo, p. 20), “Congelada / en la pileta de los pájaros / una hoja” (Jack Kerouac, p. 119).       

Por cuestiones de mera organización, divide a los autores en poetas de aquí, de allá y de acullá. ¿Y a quiénes lee Eduardo?: Coral Bracho, Guillermo Meléndez, Lupita Pérez, Gonzalo Rojas, Yoko Ono, Hugo Mujica, Ida Vitale, Yuan Mei, Carmen Avendaño y Fernando Pinto do Amaral, entre otros muchos, de los apenas 59 que figuran aquí.

Se advierte el placer de Eduardo al hablar de cada libro, texto o autor: “(la de Raymond Carver) Es una poesía que cuenta, pero que en esa respiración lírica nos revela un mundo íntimo, y da pormenores de (…) lo que uno se cuestiona durante el tránsito de nuestra existencia” (p. 124), “Lo maravilloso de la poesía, y en esta ocasión de una poesía madura, inteligente y sensible, es que ventila (…) espacios (…), los ilumina, los hace habitables” (al hablar de Hamutal Bar-Yosef, p. 100), “Tengo ya tiempo de seguirle el paso a este gran poeta y traductor español del ’50 (Luis Alberto de Cuenca). Su poesía de línea clara (…) conjunta de forma singular la ironía, la elegancia, el rigor, el desenfado” (p. 70).

Excelente ejercicio que todos deberíamos practicar para saber cuánto sabemos de lo que pensamos que sabemos; lástima que seamos tan reacios al reconocimiento del mérito ajeno.

* Eduardo Zambrano. Las huellas del lector. Monterrey, N.L.: Oficio Ediciones, 2016. 144 pp. (Colec. Ensayo.)

 

 

 

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