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2308 1 Marzo 2017

 

 

Ocio en Argentina
Adriana Garza

 

Al contemplar un paisaje desde lejos,
divisamos cosas que a los habitantes del lugar
se les escapan: es el privilegio efímero del visitante extranjero.
Tzvetan Todorov

Monterrey.- Desde que regresé a la ciudad y me rencuentro con amigos y familiares, todos me preguntan por los argentinos. Que si es verdad la fama de sangrones y egocéntricos, que si realmente son tan exagerados, que si el futbol es una religión para ellos, y un montón de cosas más.

Desde el primer mes ya había identificado sus defectos, pero en estos tiempos en que se respira odio y sobra discriminación, prefiero compartir con ustedes las actividades relacionadas con el ocio y el tiempo libre de la cultura argentina.

Envidié por ejemplo sus horarios de trabajo, pues a quién no le gustaría entrar a trabajar a las 10 de la mañana y salir a almorzar a la 1; disfrutar una hora de siesta, regresar al trabajo y salir de nuevo a las 5 de la tarde. Mientras que aquí tengo que llegar a mi primera hora de clase a las 7 de la mañana, en Argentina comenzaba a las 9 de la mañana.

En noviembre ya estaban todos planeando sus vacaciones de verano, que allá corresponde al lapso entre diciembre y febrero. Para ellos salir de viaje es muy importante; incluso llegan a pagar el viaje a 24 cuotas; y para muchos resulta más económico salir fuera del país, que quedarse y solventar los gastos en un recorrido interno.

La ciudad de Buenos Aires queda desolada en el mes de enero –las tiendas, bares y cafés cuerra sus puertas–, porque el personal está de vacaciones a lo largo de dos o tres semanas seguidas; al parecer no son suficientes los 16 días feriados del año, ni los fines de semana largos empleados para salir de viaje.

Uno de mis eventos preferidos de la capital argentina lleva por nombre “Buenos Aires celebra a…”, seguido del nombre de algún país. Es una actividad que reúne a los argentinos, inmigrantes y extranjeros. Los descendientes de los diferentes países organizan un festival que conmemora a su país, donde hay venta de comida tradicional, de artesanías, stands con información del país correspondiente, mientras la gente baila sus danzas típicas. Cada domingo en Buenos Aires, en la avenida de Mayo, existe la posibilidad de conocer otros países, sin salir de la ciudad. Claramente, este tipo de eventos fomentan el respeto y la tolerancia a la multiculturalidad.

Otro de los programas que impulsan el ocio en Argentina, lleva por nombre “Disfrutemos Buenos Aires”; es una agenda repleta de diferentes actividades deportivas, como paseos gratuitos en bicicleta, clases de remo; también se ofrecen recorridos a pie por los diferentes barrios de la ciudad. Y por otro lado, ofrece un sinfín de actividades culturales, conciertos, exposiciones, talleres. Todos estos eventos son gratuitos, todos los días de la semana, y a lo largo y ancho de la ciudad.

Me di cuenta que el capitalismo no ha podido adueñarse al cien por ciento de Argentina. O al menos la cultura que impera del capitalismo duerme los fines de semana. Me sorprendió ver los sábados y domingos, establecimientos como McDonalds, Starbucks, Subways, junto con la mayoría de los otros negocios nacionales cerrados, pues aquí impera la tradición del asado familiar del día domingo.

Para ellos también es muy importante ejercitarse y mantener su bienestar físico. Cuando viajaba en metro, por las tardes veía a las personas que viajaban con sus raquetas de tennis, traían consigo el equipo para practicar rugby, sus palos de hockey, gente con zapatillas para jugar futbol, y de vez en cuando uno que otro llevaba consigo también sus remos. En las calles de Buenos Aires a todas horas se observaba gran número de ciclistas y corredores en la ciudad.

De todas las costumbres argentinas relacionadas con el ocio y el tiempo libre, sin duda la que mayor impacto me causó fue la del hábito de beber yerba mate. Esta bebida que se comparte con familiares, amigos, compañeros de clase de trabajo, a veces incluso con desconocidos. Una bebida con una importante connotación social, que no tiene ninguna otra bebida. La costumbre del tomar mate tiene incluso un vocabulario propio, una dinámica y reglas que cumplen todos los argentinos.

Es también una tradición que tiene como fin reunir gente en torno a una bebida, mientras se socializa. Esta costumbre genera una importante cohesión social; la primera vez que probé el mate fue un desconocido que me ofreció la bebida en una protesta. El mate también tiene una fuerte connotación simbólica: compartir el mate es símbolo de confianza y solidaridad. Una dinámica que como pocas fomenta el respeto, tomando un mate a cualquier hora del día se aprende a ser escuchado en grupo, a debatir y proponer ideas, durante lo que duran las rondas del mate.

Por eso desde que volví a la ciudad, invito a quien me encuentre a tomar un mate, y ya con la excusa de la reunión, cuestionarnos el tiempo que le dedicamos al trabajo, repensar las actividades de ocio a las que estamos acostumbrados, buscar nuevas formas de socialización e integración en la ciudad, proponer ideas, y sobre todo, escucharnos.

 

 

 

15diario.com