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2318 15 Marzo 2017

 

 

Rosario Ibarra de Piedra, (III)
Daniel Salazar M.


Monterrey.- Muchos son los motivos para reconocer la trayectoria de esta gran mujer. Entre ellos, evidentemente, la lucha por los derechos humanos, la libertad y presentación de los presos y desaparecidos políticos. En general, la lucha contra toda forma de represión gubernamental que, en aquellos años durante la llamada “guerra sucia”, se arrasaba hasta con los que consideraban sospechosos o cómplices de la guerrilla.

La propaganda gubernamental, que presentaba entonces a los guerrilleros revolucionarios como “matapolicías y asaltabancos”, provocó en un inicio, el rechazo o deslinde de conocidos y vecinos de Rosario en Monterrey los que, atemorizados o escandalizados de saberla madre de un guerrillero, prefirieron guardar distancia con la familia Piedra.

Rosario Ibarra comentaba frecuentemente con camaradas del PRT mexicano, la sensación de remanso solidario que empezó a encontrar cuando llegó a la Ciudad de México en busca de su hijo Jesús.

Aunque habían existido antes comités por la libertad de presos políticos, Rosario logró organiza un comité de familiares, especialmente de madres de desaparecidos políticos que adquirió un protagonismo político que no existía entonces.

Significaba la opción de ir más allá del dolor y la búsqueda personal, para entrar en la lucha política organizada; las madres se convertían así en actores políticos reconocidos y respetados.

Con Rosario al frente, se impulsó en México un movimiento amplio, unitario y sin exclusiones sectarias, para enfrentar la política represiva del régimen. El punto más importante en esta trayectoria, fue la conformación del Frente Nacional contra la Represión en el que confluyó un abanico amplio de corrientes políticas diferentes y disímbolas unidas en torno a una demanda central: contra la represión, por la libertad de los presos políticos y la presentación de los desaparecidos.

Atrás quedaba aquello de que “estos son mis presos y solamente yo los defiendo” y la visión de quienes a “los ausentes” los consideraba como caídos en la lucha y, por lo tanto, eran abandonados como simples “bajas”.

Además de valiente, Rosario ha sido audaz, sin dobleces. La histórica huelga de hambre en la catedral de México en 1978 reconocida hoy por su importancia, pareció entonces para algunos de la izquierda, una concesión a métodos no combativos, a métodos gandhianos. Pero aquello no era simplemente un ejercicio de dolor, de queja o testimonio.

La lucha por la presentación de los desaparecidos encabezada por el Comité Eureka y Rosario, logró éxitos y triunfos demostrando que la lucha sí sirve por lo que no es correcto quedarse en el dolor y la queja individuales; que no es suficiente la gestión y el trámite legal (especialmente frente a una práctica absolutamente ilegal como es la desaparición forzada de personas).

Aquella huelga de hambre logró la amnistía y, aunque parcial y beneficiando sobre todo a presos, exiliados y perseguidos políticos sin alcanzar de inmediato a los desaparecidos, la continuación de la lucha –ya con la legitimidad alcanzada con la huelga de hambre– permitió ir logrando la presentación también de desaparecidos políticos.

Más de 100 desparecidos políticos han logrado su liberación gracias a la acción del Comité Eureka y de Rosario Ibarra; más de 100 compañeros que son la prueba viviente de la existencia de ese crimen de lesa humanidad que es la desaparición forzada de personas, pero que también es la prueba viviente contra los escépticos y pesimistas, de que sí es posible recuperar con vida a desaparecidos.

La lucha en defensa de los derechos humanos impulsada por Rosario y las “Doñas”, ha facilitado, estimulado y sensibilizado a nuevas generaciones de defensores y obligado a diversos gobiernos a hacer reconocimientos o acciones, aunque fueran a veces demagógicas o limitadas, de compromiso o defensa de esos derechos.

Pero, con todo –lo hemos dicho ya–, Rosario no es solamente una defensora de derechos humanos. Ha sido una incansable activista de las mejores causas con claras y definidas concepciones políticas sobre las que se funda su compromiso. Siendo madre de un militante revolucionario que actuó en una organización guerrillera, su compromiso y trayectoria la definen en una posición política identificada con la izquierda, particularmente con la izquierda revolucionaria.

Las diferencias políticas que pudieron haberse tenido con ella, se ubicaron siempre en un debate en el mismo campo de acción conservando su coherencia política. Es esto último un valor central que compartimos desde entonces con Rosario. A diferencia, no estuvimos ni estamos de acuerdo con esa moda política que pretende presentarse como muy moderna porque ensalza la “flexibilidad y el realismo” que supuestamente necesita la izquierda y que justifica los cambios continuos –realmente bandazos políticos– de aquellos que van de un extremo ideológico a otro por razones pragmáticas, de posiciones o ventajas personales.

Su coherencia política llevó a Rosario representar, como ella misma decía, “lo más rojo de la bandera roja”durante sus campañas en el PRT por la Presidencia de la República. Al mismo tiempo, ella supo defender con plena congruencia democrática, el respeto al voto popular, primero con el triunfo de Cárdenas en 1988 y años después, el de Obrador en la lucha contra la usurpación calderonista.  

Pero así como impulsó la CND propuesta por López Obrador, fue también presidenta de la anterior CND, la de 1994 convocada por el EZLN con cuya causa y la causa indígena ha sido solidaria.

[Continuará…] 

 

*Fuente: Edgard Sánchez / Partido Revolucionario de las y los Trabajadores (PRT).

 

 

 

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