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2319 16 Marzo 2017
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El gusto fue nuestro

A mis amigos, a mis hermanos de México, Costa Rica, Brasil, Perú, Estados Unidos y Colombia por un futuro prometedor.

Todo un periplo para conseguir la mejor localidad y lo logramos: fila J, asientos 7 y 8, llegó la noche del 11 de marzo de 2017: Ana Belén, Víctor Manuel, Miguel Ríos y Joan Manuel Serrat aparecieron en el escenario como las lunas de octubre: grandes, luminosos y tan cerca que pudimos sentir su abrazo. Tiene razón Miguel Ríos al expresar “es grato comprobar que nuestras canciones siguen siendo un hilo emocional que conecta muchas vidas, mucha gente”, yo lo constaté pues en medio de esa multitud anónima fueron surgiendo evocaciones tan claras que se materializaron en presencias muy significativas y tan fuertes que hasta pude sentir cómo, a través de cada canción, de cada verso, iban llegando y tomando asiento para disfrutar junto a nosotros esa velada.

“Hoy puede ser un gran día” fue una promesa cumplida porque ellos regresaron después de 20 años; sin embargo para mí fueron 30 años pues les conocí a finales de los 80 durante mis estudios universitarios a través de los casetes que Guillermo grababa para mí. Ellos fueron nuestros  solidarios compañeros que cantaban hasta el amanecer durante  exhaustivas trasnochadas académicas que Lety, Nancy, Yancy (en su improvisado campamento debajo de la mesa) y yo podíamos aguantar alentadas por su música y compañía.

Esa noche del concierto también llegaron los recuerdos de mis hermanos Ricardo y Ruy, antes  inquietos adolescentes que entraban furtivamente a mi recámara por esos casetes que incluían versos de Elías Nandino, León Felipe Camino y Machado, mismos casetes que son conexión para convertirnos, ahora adultos, en entrañables interlocutores que dejamos transcurrir el tiempo escuchándoles, charlando, coincidiendo y discrepando hasta que nos sorprende el alba.

Luego llegó el recuerdo de mi padre quien me compartió sus anécdotas junto a Pedro Garfias, fue Víctor Manuel quien tendió nos enlazó a través de “Asturias” haciendo vibrar al auditorio y remover nuestra memoria histórica. Pedro Garfias poeta exiliado, avecindado en Monterrey también fue amigo de mi maestro Alfredo Gracia Vicente. Segura estoy que ahora siendo vecinos, de cuando en cuando, mi papá y Pedro rompen la quietud del panteón Del Carmen para seguir disfrutando la bohemia.

Pero ¿dónde quedaron aquellos casetes? tantas vueltas resistieron esas cintas que decidí conservarlas como reliquias aunque hayan sido desplazadas por material digital. Serrat, Miguel Ríos, Ana Belén y Víctor Manuel a lo largo de estas décadas han seguido a mi lado contribuyendo a configurar mi cosmovisión que por momentos, en este presente caótico, siento desdibujada.

Ellos nos hicieron evocar el pasado pero además, nos situaron con sensibilidad en el presente, como siempre nos hicieron reflexionar y fortalecernos para enfrentar los conflictos que tenemos con el vecino del norte; Miguel Ríos y Serrat brindaron con y por nosotros, por Monterrey y por México, mientras que Ana Belén y  Víctor Manuel recordaron con gratitud haber sido acogidos muy jóvenes en nuestro país durante su exilio. Todos nos dieron valor para no temerle “al señor naranja” a través de “Himno a la Alegría” y “Cantares”; nos propusieron convertir los muros en puente de tránsito como lo fue “Mediterráneo”; nos invitaron a tener apertura al intercambio socioafectivo para trabajar por la interculturalidad entonando “Contamíname” una de mis canciones predilectas y con la que sentí la estrecha cercanía de mis amigos con quienes vivo el hoy, con quienes comparto este presente.

Miguel Ríos en el escenario parecía un adolescente lleno de energía y vitalidad, nos contagió su entusiasmo y tomando el rol de director musical, nos hizo partícipes de sus interpretaciones.

El concierto concluyó con la emblemática “Puerta de Alcalá” y en ese momento ya todos estábamos transformados en locos bajitos con espíritu renovado, alegres, fortalecidos y con esperanza. Miguel Ríos nos lanzaba besos e hizo perder la cordura a Víctor Manuel quien aceptó danzar con él mientras Ana Belén bailaba con Serrat, luego Serrat se aventó un zapateo torpe pero divertido mientras nos cantaba
“… canto al pie de tu ventana pa´que sepas que te quiero… México”

No sé quién estaba más feliz esa noche si ellos o nosotros ese colectivo ávido de ellos, de su canto, de sus palabras, de su hermandad, de su solidaridad y que Ana Belén reiteró una vez más externando sus parabienes al dedicarnos:
“Ojalá que te vaya bonito Monterrey, México…”

Alejandra L. Govea G.
marzo 2017
Queridas:
Ana, Miguel, Serrat, Víctor, Guillermo y yo os aseguramos que vosotras habéis estado esta noche junto a nosotros, como hace 30 años…

 

 

 

 

 

 

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