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2329 30 Marzo 2017

 

 

INTÉRES PÚBLICO
Defensa del altruismo
Víctor Reynoso

 

Puebla.- Cuando el célebre filósofo francés Jean Francois Revel se enteró de que su hijo, Matthieu Ricard, dejaba su prometedora carrera como investigador en biología nuclear para irse de monje budista, nunca imaginó que llegaría a ser un autor de libros mucho más influyente que su padre. Ricard acaba de añadir un libro más a una lista de obras exitosas: En defensa del altruismo.

El hijo de Revel terminó su doctorado en el instituto Pasteur de París en 1972, siendo presidente de su jurado fue el premio Nobel Francois Jacob. Poco después fue al Himalaya para practicar el budismo.

El contacto con sus profesores y con el medio intelectual del París (su madre es la pintora Yahne Le Toumelin) lo dejaban insatisfecho: la gente destacada en ciencias y artes que conocía estaban lejos de una la perfección humana que a él le parecía más importante que destacar en un área determinada.

Ricard menciona que a su padre se le “cayó el alma al suelo” cuando conoció su decisión de dejar la ciencia. En un interesante diálogo entre ambos, publicado en el libro El monje y el filósofo (que ha vendido más de 500 mil ejemplares en Francia y ha sido traducido a más de 20 idiomas).

Revel le reprocha a su hijo haber renunciado a “participar en una de las aventuras intelectuales y científicas más extraordinarias de historia de la humanidad” (la biología molecular) para meterse en “una doctrina que data de varios siglos antes de nuestra era”.

Pero los libros del monje budista, traductor al francés de Dalai Lama, desmiente esta idea de haber renunciado a las “aventuras científicas e intelectuales” para hundirse en el polvo de la arqueología religiosa.

Son textos vivos, polémico, informados, con base en investigaciones rigurosas. Esas bases son el sostén de En defensa del altruismo.

El libro puede considerarse enciclopédico (más de 800 páginas, con un aparato de citas impresionante, más por su calidad que por su cantidad). Me limito a comentar una de sus partes: la crítica a dos adversarios del altruismo, la filósofa Ayn Rand y el fundador del psicoanálisis, Sigmund Freud.

De origen ruso, Rand vivió y escribió su obra en Estados Unidos. Sus libros se han vendido por cientos de miles, y destacados políticos (como Ronald Reagan, Alan Greenspan y Paul Ryan) se han declarado sus discípulos.

Es la campeona del egoísmo. Considera al altruismo como una perversión, como una debilidad moral. Plantea que todo ser humano quiere permanecer vivo y ser feliz, y de ahí deriva que debe ser egoísta.
Ricard acepta la premisa, pero no la conclusión. Si buscamos la felicidad, el egoísmo es un camino equivocado. Hay muchas evidencias de eso. La gente egoísta obtiene menos satisfacciones que la altruista.

En el libro se encuentran argumentos y datos de investigaciones que contradicen la conclusión de Rand y avalan la de Ricard. Éste señala que el planteamiento de Rand es meramente abstracto, especulativo, alejado de la realidad y de la experiencia vivida.

Su crítica a Freud es despiadada. Señala que el psicoanálisis tiene hoy una presencia importante solo en tres países: Argentina, Brasil y Francia. Considera, citando estudios e investigaciones, que dicha doctrina no tiene base científica.

Que surge de generalizaciones a partir de casos patológicos. De lo que necesariamente resulta que la especie humana es algo enfermizo. De ahí la visión del ser humano como egoísta y egocéntrico. Además que se ha demostrado que Freud falseó las descripciones de sus terapias para confirmar sus teorías.

Si como teoría es inaceptable, como práctica terapéutica es no solo ineficaz sino dañina. Por eso los psicoanalistas se niega a evaluar los resultados de sus terapias. Pero cuando las ha habido, los resultados son desalentadores: largos años de psicoanálisis dan resultados muy pobres en el bienestar del paciente.

Ejemplifica en el tratamiento de los casos de autismo. Los psicoanalistas los han tratado a partir de la idea de que los padres rechazan, inconscientemente por supuesto, al hijo autista.

El resultado es un terrible sentimiento de culpa en los padres, y ningún progreso en el tratamiento del niño. Mientras que diversos estudios han demostrado la base fisiológica de ese trastorno.
Esta crítica tiene un solo objetivo: demostrar que la idea de Freud de que los humanos somos esencialmente egoístas no tiene fundamento.

El nuevo libro de Matthiue Ricard trata de dar fundamento sólido, científico (es decir, basado en datos, evidencias, argumentos, teorías contrastadas) a un nuevo paradigma: los seres humanos podemos ser altruistas, y nos conviene serlo.

Nos conviene para lo que a juicio de Aristóteles era el bien supremo, la felicidad. Para muchos esto sonará inaceptable. Desde luego para aquellos simpatizantes de doctrinas tan distintas como las de Ayn Rand o Sigmund Freud. El mismo Ricard es consciente de ello.

Pero quizá su planteamiento pase por las etapas mencionadas por Schopenhauer, que el autor recupera en un epígrafe: Toda verdad pasa por tres etapas: primero la ridiculizan. Después, se enfrenta a una fuerte oposición. Luego, la consideran como si hubiera sido siempre algo evidente”.

 

 

 

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