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2331 3 Abril 2017

 

 

La ingobernable en un país de cabrones
Ernesto Hernández Norzagaray

 

Mazatlán.- Esta semana Netflix lanzó la primera temporada de la serie Ingobernable que protagonizan Kate del Castillo (Emilia Urquiza García) y Erik Hayser (Diego Nava Martínez) y exhibe una instantánea, de lo que es hoy el ejercicio del poder político en México.

Es una mirada crítica sobre los factores reales del poder en un sexenio que se pasó del “mexican moment” a la tragedia mexicana y que hoy el Presidente de la República se mueve pesadamente en el pantano del descrédito y es incapaz de salvarse a sí mismo y menos el país que asumió entre grandes expectativas en 2012.

No obstante, la historia de todos estos años brinda en la serie al Presidente una oportunidad de oro para que decida de último momento reorientar el barco hacia un destino más esperanzador elevando la voz a tono con el momento histórico y las necesidades de un pueblo.

Y, el Presidente toma la palabra, en un discurso que nunca se hizo público y que se volvió una referencia obligada tras su muerte para encontrar explicaciones de su asesinato luego de una discusión violenta con su consorte Emilia Urquiza quien se convirtió en automático la sospechosa de su muerte  o como afirma el asesino ligado a la CIA en la coartada perfecta para tener una culpable.

Y es cuándo el filme se convierte en un thriller muy dinámico que va de los pasillos a las alcantarillas del poder. Del mundo de las formas, reverencias y solemnidades va al lenguaje llano y violento de las “cabronas de Tepito”, los policías y militares que viven en ese mundo paralelo, sin registro en las bitácoras del poder.

En el thriller el poder está en el centro y en el confluyen distintos intereses. El escenario son Los Pinos y el microcosmos del barrio bravo de Tepito, dos mundos tan diferentes pero tan complementarios, uno donde se hace la política real por encima de cualquier escrúpulo ético y el otro donde el sentido de identidad de un pueblo se encuentra en la idea del barrio, la pertenencia a un grupo aun cuando sea criminal, la lealtad por encima de todo y la solidaridad bajo cualquier circunstancia.

Es como dice Erik Hayser en una entrevista sobre la serie que busca mostrar el “país verdadero”. El México donde la política dejo de ser, si alguna vez lo fue, un medio ético de lucha por el poder para alcanzar la justicia social y las oportunidades para todos, pero menos para los jodidos que son legión y que hoy son el contingente más irritado, más dispuesto a cobrarla, como en el cuento de Rubem Fonseca.

Y, al no alcanzarse hoy esos bienes públicos, es que el poder devino en un instrumento de los grandes intereses, las ambiciones desmedidas de los poderes fácticos, la preponderancia de las reglas no escritas, la hipocresía de la clase política y las traiciones o el crimen velado desde las instituciones públicas.

La trama está bien trazada poniendo en el centro el asesinato del Presidente de la República con cargo a Emilia Urquiza quien tiene que huir y endurecerse para sobrevivir en un mundo que no es el suyo y que es aceptada con recelo y desconfianza.

Emilia Urquiza, mujer con carácter, nada sumisa aun en medio de los golpes que le propina su propio marido – ¿escuchaste Luis García? – y las asechanzas de las “cabronas de Tepito”, logra salir avante y asumir como propias causas que no son las suyas pero qué son de todos los que buscan salvaguardar los valores mínimos de decencia pública.

Sin embargo, es una mujer con la tibieza de muchas madres mexicanas, ama por encima de todo a sus hijos María una adolescente lesbiana y Emiliano un niño huraño, escurridizo, y está dispuesta a sacrificarse por ellos; el abuelo no se sale del guion de bueno pero al fin alguien de poder que es capaz de leer la cartilla al Presidente sustituto y poner la pistola en el pecho de su propia hija con tal de salvar a su amada nieta; la mujer despechada que representa Tamara Mazarraza.

Es insuperable, pues capaz de ser solidaria, leal pero también traidora, todo en un cuerpo ágil, vital  y dispuesta a ser sacrificada con tal de salvar a sus compañeros de aventura; lo mismo sucede con el personaje que encarna Aida López la líder de las “cabronas de Tepito” que expresa esa síntesis de mujer hecha a sí misma, dura, pero al mismo tiempo tremendamente amorosa.

A partir de ahí se despliega una serie de escenas que van desvelando el mundo real de los actores políticos de dentro y fuera del país. El mundo binario del poder. Estás conmigo o estas en contra de mí.  Están aquellos a los que sobrevive la ética pública y los otros que ven la política como un medio para alcanzar sus fines.

Son los mundos contrastantes de Montesquieu y Maquiavelo que describió magistralmente Maurice Joly en su obra mayor, teniendo como escenario el mismísimo infierno, donde dialogan estos exponentes de la teoría política del mundo de las instituciones y los individuos de carne y hueso.

Justo, es ahí, donde la obra cinematográfica producida por Verónica Velasco y dirigida por Epigmenio Ibarra adquiere su mayor valor, su contribución a desvelar el mundo político tras bambalinas.

Recuperar la esencia de la trama del poder. La que no aparece en escena aunque todo mundo intuye cuando vivimos en un medio donde el poder presidencial está acotado y es ridículamente débil frente a quienes deciden lo importante.

Sea por las agencias de seguridad de los Estados Unidos, o por la élite del ejército o una mezcla espesa de intereses económicos y políticos que está por encima de la propia figura hoy alicaída por los malos gobiernos.

A manera de conclusión diría que la serie se suma a los trabajos cinematográficos que documentan el presente buscando un futuro que renueve la esperanza y permita que las instituciones públicas se recuperen con hombres y mujeres que están convencidos de que no todo está perdido, como bien lo representa Marina de Tavira en su papel de Fiscal de la Nación o la propia Emilia Urquiza que busca influir para bien en las decisiones que toma su marido.

En definitiva, estamos ante una serie que gracias a Netflix puede ayudar no sólo a la comprensión del fenómeno político, sino a levantar la voz en estos días aciagos, para el periodismo nacional y la libertad de expresión.

 

 

 

15diario.com