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2337 11 Abril 2017

 

 

Taxco: plata y sangre
Eloy Garza González

 

Monterrey.- San Eloy es el santo de los orfebres. Quizá por eso hubo un tiempo en que, dopado de entusiasmo, quise vender plata trabajada con motivos artísticos. Mi primera reacción fue viajar a Taxco. Este pueblo es una montaña rusa por sus calles estrechas, que suben y bajan por el capricho de su orografía.

En Taxco se descubrieron en 1532 las primeras minas de plata de la Nueva España. De las entrañas de la tierra emergió la saña esclavista y la soberbia de los amos. Se abrieron las venas de la América nuestra como declaró Eduardo Galeano: plata y sangre.

Busqué entre las casuchas de barro a un orfebre competente. Anochecía en Taxco. En el zaguán de su morada me recibió un hombre no viejo, pero como si lo fuera: descendiente de los naturales de las Indias. Por su boca hablaba el sufrimiento milenario.

La extracción de minerales decayó aquí en 1576. La prosperidad se agotó de súbito. Se encareció el azogue con que se refinaba la plata. Y los indígenas fueron muriendo por unas fiebres malignas. Taxco se volvió un pueblo fantasma, aunque su minería se mantuvo, con subidas y bajadas, hasta el siglo XVII.

“No soy yo con quien tiene que apalabrarse” me susurró el orfebre. Supuraba miedo. “Aquí la vida tiene dueños y no son para nada divinos”. En aquel siglo, la enfermedad que asoló esta región de la Nueva España la bautizaron los nativos como matlazáhuatl (una forma de tifo, creo yo).

En este siglo, la enfermedad que exprime la vida en Taxco y en todo México se llama narcotráfico (otra forma de tifo, creo yo). No sé que será peor, pero es la misma sensación de opresión y esclavitud. Subidas y bajadas que terminan en los zaguanes del infierno.

 

 

 

15diario.com