La Quincena No. 46
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POEMAS
MIRÉ UNA cicatriz y dije llanto como si fuera mío el dolor que miraba.
Era una cicatriz sin orillas esperando, quizá, un testigo para mostrar su danza rugosa.
Miré en la cicatriz el llanto que escondo desde la infancia. Un llanto sin dolor como un río sin agua.
YO NO SÉ mucho de ríos pero éste arrastró un día a los dioses y se quedó seco.
Aun sin agua conserva el trepidar de la corriente y, como el Tajo, bordea una gótica comarca, extiende sus piedras como un juego de niños y cada dos o tres años se llena de algo parecido a un lodo y ruge y cobra los inevitables sacrificios antes de irse sin peces al océano.
Mi río tiene la misma vocación del Sena. desde su cauce uno admira las cúpulas romas de la catedral de la Sierra Madre y el palacio de los monarcas pobres de la Loma Larga.
Cicatriz sin orillas Óscar Efraín Herrera Serie Atajos Diáfora. Primera edición, Monterrey, 2007
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