GOMEZ12102020

MICROCUENTOS PARA PENSAR
Gurú digital
Tomás Corona

Monterrey.- Avezada desde niña, la maestra Mary mostró y demostró siempre un espíritu innovador a toda prueba. Autodidacta como Sor Juana, leía y releía libros de ciencia, arte, historia, literatura, prefería encerrarse a indagar que había dentro de una mosca o se quedaba absorta observando el flujo de un hormiguero o el impresionante vuelo de un colibrí, o a leer un cuento maravilloso, en vez de jugar con otras niñas a juegos que le parecían fatuos. En la secundaria, preparatoria y facultad era la típica nerd, esas que habitan siempre en otra dimensión, en su universo propio, el que pocos entienden y al que casi nadie logra acceder.

Desde hace años, en la escuela, solía utilizar la tecnología para impartir sus clases ante el asombro (y envidia) de profesores y directivos, a quienes conminaba a hacerlo, que era sencillo lo que ellos nombraban como algo complejo y difícil, cuestión de acostumbrarse. Por su condición de cibernauta, siempre estaba a la vanguardia en el uso de nuevos programas vinculados a la tecnología educativa, y lo mejor, después de valorarlos los aplicaba en los grupos de alumnos a su cargo, obvio, siempre atentos y motivados, dispuestos a aprender. Sus clases, en apariencia ruidosas y atípicas, prejuiciadas por el resto de los colegas, estaban signadas siempre por el desarrollo del pensamiento crítico.

Los alumnos, maravillados con su clase, reclamaban a los anacrónicos profesores el por qué no se actualizaban como la maestra Mary, lo cual la convertía en el blanco de acérrimas críticas generadas más por el encono que ocultaba la admiración que sentían por aquella singular maestra. Todos los días pugnaba a los directivos para que mantuviesen actualizada y en óptimas condiciones la sala de cómputo de la escuela, su lugar favorito para trabajar. A la mayoría de los docentes les sorprendía el hecho de que, desde hace varios años, los muchachos presentaran exámenes en línea, hicieran reportajes y videos que insertaban en las redes digitales, manejaran simulaciones virtuales, entre otras actividades semejantes.

Y llegó la pandemia golpeando duramente al mundo entero, con sus incertidumbres, resquebrajamientos y fatales consecuencias. Y se cerró la escuela. Y los profesores fueron arrojados a la hoguera de una innovación forzada. Muy pocos sabían usar los soportes que ofrece la tecnología para enseñar, los de la vieja guardia, ninguno. Fue entonces cuando la maestra Mary fue ampliamente valorada y frecuentemente requerida por el resto de los colegas para que les explicara el manejo de los recursos tecnológicos que ella empleaba de manera magistral. Y, paulatinamente, todo el colectivo docente aprendió, por lo menos, el manejo rudimentario de los mismos. Entonces, la maestra aquella quedó convertida en la gurú digital de la escuela.